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En épocas de súper profesionalismo y contratos fastuosos, Antonio Santos nos trae la historia de uno de los grandes cracks de Independiente en la era amateur, autor del primer gol en la Visera y Campeón del Mundo con Italia en 1934.

Hizo de todo en su inquieta juventud, trabajó en una casa de comercio, del que fue despedido por un malentendido.

Pareció entonces más razonable que empezara a explotar sus habilidades musicales y un buen día por mediación de un pariente, quedó incorporado a la orquesta de Francisco Canaro.

Era un buen violín y “Pirincho” conocía sus aptitudes y lo incorporó a su conjunto. Sobre todo porque Orsi ya era todo un crack en el fútbol y el público lo miraba con simpatía. Inició sus labores Mumo en la orquesta de Canaro, en el Viejo Royal (luego Tabaris).

Su tarea era agotadora. Trabajaba de 18 a 20 y de 21 a 24 horas. Y tras un breve intervalo continuaba la orquesta actuando hasta las 4 de la mañana. No era del todo conveniente el empleo para un crack que debí rendir todos los domingos

Con Canaro no andaban las cosas del todo bien, porque Mumo en vísperas de grandes partidos o bien después de realizado el match, pegaba el faltazo. Y debían recurrir a los oficios de un reemplazante, que lógicamente restaba armonía al conjunto musical.

Y en especial provocaba algunas protestas del público. Porque antaño, muchos milongueros de ley se acercaban después del partido de Independiente hasta el Royal para darse el gusto de aplaudir a Mumo como integrante de la orquesta.

Así que duró un año en su “empleo” con Pirincho. Estaba lejana aún, la etapa próspera y feliz del fútbol remunerado. Los clubes, y mucho menos Independiente, no aflojaban un centavo a sus cracks

Había en aquel entonces un barraquero famoso, asociado y simpatizante de Independiente. Comerciaba con lanas y cueros y era, ciertamente, un fuerte capitalista.

Enterado de que Mumo carecía de ocupación, quiso ayudarlo y le proporcionó trabajo. Por tanto, lo empleó en su barraca y le adjudicó un sueldo mensual de 180 pesos. Era una remuneración apetecible, sobre todo para Mumo, que no entendía ni medio del nuevo trabajo.

Pero Orsi era un muchacho con viveza profunda e inteligencia clara, aprendió rápidamente y en poco tiempo el patrón le confiaba misiones importantes. Y lo mandaba a recibir lanas y cueros al Mercado de Frutos.

Mumo aseguraba que en ningún momento le pasaron gato por liebre. Pero estaba escrito que Raimundo Orsi no era hombre para perpetuarse en un empleo sin mayores horizontes, sobre todo si la ocupación no era de su agrado. 

Cansado de los cueros y las lanas, abandonó ese empleó y retornó al violín. Integró nuevamente una orquesta con muchachos de Avellaneda. La formaban, entre otros, Arroyuelo, Roquito, Casimiro y la Señora Andreoni, hermosa pianista que centralizaba las miradas de los parroquianos de los cafés de Avellaneda. 

Un año, más o menos, duró la excursión por la barriada. El café de Avenida Mitre y Alsina fue el escenario de los mejores éxitos de esa pequeña orquesta…

A todo esto, Mumo era ya un crack de indiscutible popularidad. Habiéndose afirmado definitivamente en el conjunto superior de Los Diablos Rojos.

Había tenido su debut internacional frente a los escoceses y su desempeño había sido brillante. Pero para vivir era necesario continuar trabajando como cualquier hijo de vecino. Recién con su viaje a Italia, para jugar en la Juventus, pudo vivir de jugar al fútbol.

Antonio G. Santos (Tony)
Twitter: @abogado666
Especial para La Caldera del Diablo

Fuente: "Independiente. Los Diablos Rojos de Avellaneda". Año I, Nro 10 de Agosto 11 de 1945.


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