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Tercera y última parte de la historia de Vicente De la Mata, el gran ídolo de Independiente reseñado por Antonio Santos. 



Tridente de oro
Vicente, Sastre y Erico conformaron un trío que dejó su huella profunda en la identidad Roja. Apilaron gambetas, goles y títulos que marcaron a fuego un tiempo de grandes futbolistas que trazaron un juego de disfrute y vistoso para las multitudes que llenaban las tribunas. La impronta criolla fue la receta para el Independiente multicampeón.

“En esa época había equipos muy buenos. Nosotros teníamos una defensa segura y cuando atacábamos lo hacíamos muy rápido, buscando casi siempre el desborde por las puntas y la entrada de Erico. Así hicimos muchos goles”, dijo Vicente sobre Antonio Sastre, quién lo bautizó como "Capote", y éste le devolvió la pared: “Nadie conocía mejor a Vicente que Erico y yo. Nosotros sabíamos cuando Vicente iba a seguir gambeteando por la suya y ni nos iba a tomar en cuenta. Era un gran habilidoso, pero de esos que usaban la gambeta para adelante”.

“Arsenio Erico fue el mejor que he visto. Como jugador y como persona. ¡y como nos entendíamos! Me perdonaran la inmodestia pero no creo que otros dos jugadores hayan jugado tan de memoria como nosotros … nos divertíamos en todas las jugadas y el pase se hacia sin mirar”.

En 1945 una jugosa oferta del fútbol Mexicano estuvo a punto de alejarlo de Avellaneda, pero el siguió aferrado a sus colores. La revista Independiente salió de inmediato hacia el barrio de Flores para entrevistarlo y aventar cualquier rumor de aquella transferencia. “.. mucho polvo se levantó alrededor de mi posible viaje a México. Pero confieso que nunca existió entredicho alguno con los dirigentes de mi Club. Recibí la propuesta, que analice, la consulte con mi esposa y priorice el futuro de mis hijos de crecer en el país...”


La gente se mata por ver a De la Mata
Los hinchas de Independiente situaron a Vicente en el altar mayor de la idolatría. Tanto adentro como afuera del campo de juego era seguido con devoción partido tras partido e incluso antes de su partida en 1950, habían iniciado una colecta para comprarle una casa en Avellaneda. "Capote tuvo algo peculiar que era la afinidad con la hinchada, era muy popular, muy llegador. El verdadero ídolo era él".

De la Mata tenía un ritual para llegar a la cancha de Independiente. Los domingos tomaba el colectivo de la línea 12, se bajaba varias cuadras antes y llegaba caminando recibiendo a cada paso el cariño de los hinchas. Los días de entrenamiento hacia lo mismo. “Llegaba un rato antes a la cancha, le gustaba cambiarse temprano, agarraba los cigarrillos y miraba el partido acostado sobre el césped. Fumaba mirando a la Reserva, después volvía al vestuario, hacia flexiones y entraba a jugar”.

“La gente lo reconocía en la calle. Como Vicente era un hombre muy sentimental y esas situaciones emocionaban profundamente, cada vez que finalizaba el partido de Independiente, el público invadía las puertas por donde debían salir los jugadores. Todos querían saludarlo y verlo de cerca. Vicente respondía a todos con una sonrisa y una abrazo.”

En aquellos viajes compartió asiento del “bondi” con otro crack, Alfredo Di Stéfano, quien lo evocó “Con De la Mata los dos nos tomábamos el colectivo en Flores, yo me bajaba en Huracán y él seguía hasta Avellaneda. Y hablábamos mucho en el viaje. Me acuerdo que para De la Mata, los que no jugaba bien eran 'sifones', así les decía: 'sifones'".


Su hijo Vicentito también lo recuerda: “Mi papá amaba la cancha de Independiente, me hablaba siempre de lo linda que era. Decía que podía haber comprado un auto último modelo para ir a entrenar, pero que prefería hacerlo en colectivo y se bajaba muchas cuadras antes. Para él caminar por el barrio y llegar a la cancha era algo especial. Los días de partido, cuando yo era chico íbamos a pie. Con mi mamá lo seguíamos a unas cuadras atrás, mi viejo iba rodeado de cientos de hinchas que le cantaban '¿A dónde va la gente?… ¡ A ver a Don Vicente!"


La gambeta a flor de piel
Vicente tuvo como principal virtud la de ser un gambeteador empedernido y apilaba camisetas rivales yendo a la meta final . Llevaba la pelota a dos centímetros de sus pies amasádola con en un juego de ping pong hasta ver al compañero mas cercano o sacar sus característicos y fortísimos remates.

Su popularidad llegará hasta el cine que lo tendrá como protagonista en la película Pelota de trapo estrenada en 1948 y de gran taquilla. Los Juegos Nacionales Eva Perón también lo incluirán en un equipo denominado tal cual su apodo. Uno de los equipos se inscribió como el apodo “Capote”.

1948, la Huelga General
Cuatro años antes había nacido Futbolistas Argentinos Agremiados y el arquero de Independiente, Fernando Bello, fue aclamado como su primer Secretario General. A tono con la época de defensa de los derechos laborales y sociales, la medida de huelga se decretó a partir del 1 de noviembre de aquel año, con alto acatamiento y las últimas fechas los equipos de Primera división apelaron a valores de sus Divisiones Inferiores para afrontar la finalización del torneo.

Los juveniles de Independiente lograron el título el 8 de diciembre, luego de vencer a Gimnasia en La Plata por 4-1. La última jornada se jugó en Avellaneda la semana siguiente y pese a la derrota 1-0 frente a Chacarita, hubo festejo pintado de Rojo. Banderas, gallardetes, estandartes, carteles, globos, bombas de estruendo, desfiles de diablitos.

La huelga se extendió durante 40 días y recién el 5 de marzo fue levantada luego de la aprobación de los 11 puntos tratados. La represalia no se hizo esperar y la mayoría de los jugadores que intervinieron en la huelga debieron emigrar al fútbol del exterior, mas precisamente a Colombia.


Última etapa
Vicente comienza a despedirse de Independiente. En 1949 se mudó a Rosario nuevamente y desde su terruño cumplirá las ultimas dos temporadas, tranformándose en el ejemplo a seguir para los nuevos valores como Camilo Cervino o Ernesto Grillo. En 1950, su última temporada, la encarará en la doble condición, como entrenador y futbolista, con el Buzo de DT y con la “diez” Roja la historia de Capote comenzó a escribir sus últimas páginas en Avellaneda.

El 12 de octubre convirtió su último gol en la goleada ante el Lobo de La Plata, y diez días después saldrá por última vez con la casaca Roja en el estadio de Ferro para enfrentar a Vélez Sarsfield. Se lo premia con la libertad de acción a quien tanto dio por defender los colores. Se organizó un banquete donde fue premiado con una plaqueta de oro y plata en reconocimiento a sus 14 temporadas ininterrumpidas en Independiente.

El amor de los hinchas Rojos permaneció intacto en una noche en la que sobraron los aplausos, dicursos largos, lágrimas y pañuelos al viento para el ídolo. El destino continuará hacia su ciudad. Rosario. Con el pase en su poder, Capote pegó la vuelta y firmó con Newell's Old Boys en 1951. El 17 de junio le tocó jugar en la Visera que durante tantos años fuera su casa. Apenas asomó por el túnel recibió una ovación pocas veces vista, pero ya tenía una lesión en los meniscos que lo tuvo a maltraer en forma constante y lo llevó a convertirse en ayudante técnico. Igual se recupero y jugó algunos partidos, pero a fin de año finalizó su contrato.

En 1952 volvió a su club de origen, Central Córdoba, firmando un contrato por tres temporadas. La despedida como futbolista se dio el 19 de noviembre de 1955, ganando 3-1 a Excursionistas.


El Director Técnico
La experiencia como entrenador lo había tenido de colaborador durante 1949 en Central Córdoba, mientras jugaba en Independiente. Al año siguiente continuó la doble función de dirigir y jugar pero en los Diablos Rojos. También tuvo un paso como entrenador de Newell's y de Central Cordoba entre 1953 y 1955.

A finales de 1959 Independiente lo convoca para hacerse cargo de las Divisiones Inferiores y volvió a Avellaneda. En 1960 Central Córdoba lo llamó para conducir el plantel . En 1963 fue convocado por Deportivo Morón y al año siguiente para Dock Sud.

Su etapa post fútbol encontró a Vicente contrariado con la modernización que traían las nuevas tácticas y formas del fútbol moderno. La vida continuó en su barrio natal, La Sexta, en la intimidad de su núcleo familar. Al mismo tiempo incursionó en un comercio barrial abriendo un local “Calzado Capote" y también durante un tiempo estuvo a cargo de la concesión del comedor de la sede social de Central Córdoba.


A partir de 1974, con la apertura del bar familiar “Capote”, trabajó como mozo en la esquina céntrica en Urquiza y Corrientes. Las reuniones y tertulias entre los futbolistas rosarinos lo tuvieron como habitué a la Mutual de ex jugadores. También cuando la delegación de Independiente llegaba a Rosario, los recibía en el bar o en el Hotel donde concentraba el plantel, siempre de camisa, corbata e impecable traje, manteniendo el cabello negro y el clásico bigote.

Sin embargo, el hábito del tabaco le fue provocando serios problemas pulmonares, y su salud comenzaba a declinar. El 22 de julio de 1980, el Gallego fue internado en el sanatorio Centro y el 4 de agosto murió. El día amaneció gris y lluvioso como un símbolo de la tristeza que emergió en la ciudad de Rosario. Las banderas se plegaron y los gritos se acallaron ante el pase a la inmortalidad de Vicente.

El pueblo futbolero había a perdido a uno de sus íconos por el cual valía la espera de cada domingo para llevarlo en andas a un estadio o llenar una tribuna solo para observarlo jugar. Tan querido que a medidos de la década del 70, las autoridades de Independiente habían decidido que llevara su nombre un sector de las plateas.

Antonio G. Santos (Tony)
Twitter: @abogado666


Especial para La Caldera del Diablo

Fuente: Los De la Mata (Pasión por el fútbol), de Alicia Fernández y Julio Rodríguez – Ediciones Cuenta Conmigo .


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