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En otro valioso aporte, Antonio Santos da su punto de vista sobre el comportamiento de los hinchas y critica "el culto a la auto referencialidad, por encima del Club y del juego".


La lógica del aguante es básicamente ponerle el cuerpo a la adversidad, acompañar físicamente en las malas, soportarlas estoica y fielmente. En el torneo imaginario de los hinchas, el Club que sale campeón no es aquel que más puntos consigue en el campo de juego sino aquel cuyos hinchas más “aguantan” en las tribunas. Es decir más convocatoria tienen a pesar de los malos resultados, que más fervorosos y festivos se muestran en las derrotas, que más kilómetros recorren para seguir a su equipo, que más alientan en un partido y que menos putean a los jugadores.

La cultura del aguante podría decirse que surge a mediados de la década del '90. Y es producto a mi entender de una construcción televisiva. En su avidez por la captación de públicos y por la fidelización de segmentos de consumidores, en un momento dado “los cerebros” de la televisión especializada en el fútbol argentino leyeron las prácticas de los hinchas más bullangueros, las llevaron a un extremo y las convirtieron en mayoritaria. 

Porque reconfiguraron su estrategia, y en vez de ponerse el eje en la calidad de los partidos se hace una construcción televisiva sobre la pasión de los hinchas. Se opera un desplazamiento del foco de atención. De mostrar únicamente lo de adentro (el partido) se empieza a mostrar todo lo que pasa afuera del estadio y en las tribunas. Este desplazamiento luego se ve en los programas partidarios y en las paginas web, blog, videos de YouTube, etcétera. 

Donde se exhiben caravanas, nuevos cánticos y banderas. Se llega al extremo de otorgar menos espacio a la cobertura de los partidos y el rendimiento de los jugadores que a las fotos y vídeos de los hinchas antes, durante y después de los partidos. Bloques enteros mostrando a la hinchada viajando, llegando al estadio, alentando durante el partido o festejando tras el pitado final. Este desplazamiento del eje también se da en las nuevas tecnologías. Redes sociales, WhatsApp, etcétera. 

Hinchas fotografiando a su hinchada o a si mismo mediante celulares, para luego circular las imágenes por Internet durante la semana. Convirtiéndose los hinchas en verdaderos productores y distribuidores de imágenes. Actuando como pseudo soportes del aguante. 

Para documentar que el hincha es protagonista se crea de este modo un nuevo modo de ser. El culto a la auto referencialidad, por encima del Club y del juego. Pero esto no surge de la nada, se da en un contexto de pauperización del fútbol argentino. Por un lado, en cuanto a los jugadores, que ni bien llegan a Primera y se destacan un poco son transferidos. Es más, algunos ni llegan a debutar en Primera y son vendidos. Por otro lado se contratan jugadores a préstamo y no se suele invertir en Divisiones Inferiores que doten a los equipos de identidad futbolera. 

Los planteles se conforman con jugadores que pasaron sin pena ni gloria por Europa o provienen de mercados sudamericanos de bajo nivel. Los jugadores del fútbol argentino empiezan a ser técnica, física y psicológicamente no aptos para desempeñarse en un fútbol de calidad. 

Así, la cultura del aguante se da en contexto de administraciones corruptas, gestiones carentes de idoneidad, dirigentes faltos de decisión política y especialmente SOCIOS POLÍTICAMENTE APÁTICOS. Y esto se debe a que la pasión, el aguante porta sus propios dilemas. La lógica del aguante NO ADMITE AUTOCRÍTICA. La CRÍTICA invalida la noción misma del aguante. En tanto que tener aguante significa apoyar bajo cualquier adversidad arbitrariedad y circunstancia. 

Al mismo tiempo la autocrítica puede poner en tela de juicio el único capital que tienen los hinchas más jóvenes de un Club como Independiente, que en las dos últimas décadas obtuvo un sólo campeonato local, dos Copas Sudamericanas y para peor se sufrió un descenso. Lo único que quedaría en ellos sería un capital simbólico. Con la crítica aparece entonces la amenaza de ver jaqueado ese último bastión de la identidad, de ser catalogado por los rivales como “amargos”, “hinchas que putean a los jugadores”, ” hinchas que protestan”. Aparece entonces la amenaza de ser HINCHAS QUE NO TIENEN AGUANTE. 

Porque está claro que si se aguanta incondicionalmente se corre el riesgo de descuidar los procesos Deportivos e Institucionales. Algo que nítidamente nos ha ocurrido a los hinchas de Independiente. De hecho ocurre hace bastantes años en el Club que al Crítico Activo se lo ve como un “tira mierda” de poner palos en la rueda y que eso no es propio de de ser hincha o directamente de estar haciendo política. La palabra política en este contexto es considerada como mala palabra, asociada con intereses mezquinos, manejos corruptos, etcétera. Y con esa lógica se llega a la conclusión falsa de que si los hinchas se ponen a hacer política contaminan su esencia. 

Obviamente es verdad lo de la corrupción y la mezquindad, pero si se descuidan las cuestiones institucionales se deja al Rojo en manos de un puñado de dirigentes que deciden el destino del Club SIN NINGÚN TIPO DE CONTROL. Por eso el hincha el socio debe participar e implicarse. Y ser protagonista en el lugar que corresponde. Y no caer en la cultura del AGUANTE de la auto referencialidad que desliga al hincha del juego y genera una invisibilidad o descuido ante el avance de la corrupción y la decadencia INSTITUCIONAL Y DEPORTIVA de nuestro querido CLUB. Pasó con Ducatenzeiler, con Comparada, con Cantero, y puede pasar con cualquier dirigente. Hasta el más pintado como es la gestión Moyano, que si bien ha salvado al Club de la destrucción, y lo ha puesto de pie, existen cuestiones que merecen la CRITICA, ella debe hacerse sin más. Por el bien de INDEPENDIENTE. 

Que se entienda bien. No reniego de la tribuna y su folklore, de hecho lo reivindico, pero todo en su justa medida. Porque el Club tiene que estar por encima de los jugadores, técnicos, dirigentes e hinchas.


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