0
Antonio Santos nos trae otra anécdota brillante de un jugador que hizo historia en Independiente en los albores del profesionalismo.



Mandó en el fondo de Independiente por casi una década (1932-40). Logró hacer una simbiosis automática con Coletta, con el que formaba una zaga tan temida como inexpugnable.

Fue una de las figuras más destacadas del fútbol Argentino, en la gloriosa época en que todavía estaba en gestación la grandeza que hoy tiene.

Con 30 años, se reía de los que afirmaban que en esa edad ya declinaban las energías. Y lo demostraba en la cancha en cada actuación. Y de esa época es precisamente la anécdota, surgida por la "viveza" del Vasco Lecea.

En aquellos años, en los comienzos del profesionalismo, entre los Jugadores y la Comisión Directiva existía un convenio, por el cual cada player recibía un tanto por ciento sobre las recaudaciones.

Pues bien. En cada partido que se realizaba, en cuanto el Vasco salía al verde césped, daba una vueltita en redondo observando atentamente las tribunas. Su gesto era interpretado como una salutación, y la hinchada lo premiaba con aplausos y gritos de aliento.

Luego iniciaba el partido. Entre los que integraban el equipo jugaba De Jonge, gran amigo de él y que estaba al tanto de lo que hacía el Vasco, por lo cual le preguntaba: - "¿Cuánto?"
- Todavía no se. Te lo digo después del segundo tiempo.


Ese "¿cuánto?" se refería a lo que aproximadente les correspondía de porcentaje. Y en el segundo tiempo, el Vasco volvía a repetir la maniobra de la vueltita. Y ante la pregunta del amigo decía una cantidad, de acuerdo al público que asitía al match. Y lo importante es que le erraba siempre por muy poco.

A todo esto tenemos que decir, que antes de comenzar el segundo tiempo llegaba al vestuario un chico con un papelito, se lo entregaba a Lecea y se iba.

Los amigos se reían irónicamente, pensando en un asunto amoroso. Pero el Vasco, con otra sonrisa más irónica, leía el papel, lo rompía y lo tiraba.

Un día se supo como era la historía.
- Te voy a contar, pero no hagas correr la bola ¿Viste ese pibe que me trae un papelito? Es mi sobrino, que se queda en la puerta de la cancha y cuenta los que entran. El papelito que me trae es la suma de espectadores. Y esa suma me da la otra.

Esta es la história de la razón por la cual el Vasco tenía una exactitud matemática para saber qué suma le correpondería a cada jugador.

Fuente: Revista "Independiente los Diablos Rojos de Avellaneda". Año III Nro 96. 16 de Abril de 1947.

Antonio G. Santos (Tony)

Publicar un comentario