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Antonio Santos nos trae una anécdota contada en primera persona por Gonzalo, el hincha que atravesó el mundo y llegó hasta Kobe con las banderas de Independiente.


Volvemos con los artículos de la tribuna de Independiente, y como manda la historia versa sobre un viaje de índole internacional. Esta vez de la mano de Gonzalo de “Traigan Vino Copas Sobran”, un amigo de hace muchos años, que nos contará en primera persona una travesía siguiendo a Independiente.

Si bien a nivel resultado no nos acompañó la suerte, la historia tiene una vuelta de tuerca a nivel hincha que merece ser contada, pues en dicha final celebrada en Kobe, Japón, estuvieron presentes banderas emblemáticas del alambrado de Independiente: "Traigan vino que copas sobran" (por partida triple), "Aguante Rojo", "Gracias Maestro" y "Los Narigones", a los que hay que sumar un par de trapos largos y otro de "Soda Román", que era de un muchacho dueño de una sodería que paraba en la platea.

Ahora bien, para ir a esa final había que dar la vuelta al mundo prácticamente y en aquellos tiempos las facilidades no eran como en la actualidad. Por eso esa historia merece ser contada. Debemos situarnos en tiempo y espacio en cuanto al partido se refiere: la Recopa Sudamericana 1996, octava edición del torneo organizado por la Confederación Sudamericana de Fútbol que enfrentaba al campeón de la Copa Libertadores de América con el campeón de la Supercopa Sudamericana.


La competición fue disputada por Grêmio de Brasil, vencedor de la Copa Libertadores 1995, e Independiente de Argentina, ganador de la Supercopa Sudamericana 1995. Los equipos se enfrentaron el 7 de abril de 1996, en un solo partido llevado a cabo en el Estadio Conmemorativo de la Universidad de la ciudad de Kōbe, Japón. El campeón fue Grêmio, que ganó el encuentro por 4-1.

Gremio formó con: Darlei; Arce, Rivarola, Batista, Machado; Joao Antonio, Goiano, Ailton, Carlos Miguel; Paulo Nunes y Mario Jardel. El técnico era Luis Felipe Scolari.

Independiente alineó a; Mondragon; Clausen, Rotchen, Serrizuela, Ramírez; Cagna, Acuña, Domizzi, Burruchaga, Molina; y Mazzoni, bajo la conducción de Gregorio Pérez. Los goles los marcaron a los 19' Mário Jardel, 45+6' Carlos Miguel, 68' Adílson Batista, 80' Paulo Nunes y Burruchaga, había igualado a los 22' para Independiente.


Teniendo los datos necesarios para saber de qué partido se trata, da para hacer un pequeño inciso respecto a “la Cultura de los trapos de alambrado”, porque fue todo un hito que esas banderas hayan estado en Japón. Fue la primera vez que trapos de este estilo estuvieran presentes en el Lejano Oriente, y fue Independiente quien lo hizo.

A fines de los '80 y principios de los '90 se desarrolla en Argentina una nueva cultura que a tribuna se refiere. La misma consistía en completar los alambrados de las canchas de banderas con inscripciones, mensajes o lugar de procedencia. Quizás en estos tiempos se lo puede ver como algo normal y habitual, pero en aquella época no lo era. Y es por eso que se empezaron a ver en las hinchadas banderas seguidoras que iban a todos lados y que detrás de esas banderas surgían grupos de pibes que se comunicaban con el equipo de esa manera.

Además consistía en todo un ritual, porque para tener una bandera había que comprar la tela, pintarla generalmente entre amigos, entrar temprano al estadio, cuidarla de que no la robaran otras hinchadas, etcétera.

Este fenómeno, va de la mano de la generación de bandas autónomas que funcionaban por afuera de la Barra (Centro de poder en las tribunas populares), y eran grupos que no participaban generalmente de los combates entre las barras pero sí de la fiesta de la tribuna (recibimientos y canciones de cancha). Bandas que en el caso de Independiente eran coordinadas por los "Narigones". Y ahora si, sentado ello, podemos volver a lo más importante, la charla concreta, donde Gonzalo nos contará con lujos de detalles aquel viaje a Kobe Japón.

“...Mirá dos días antes de viajar, tuvimos un problema que nos queríamos matar. Porque nosotros habíamos contratado el viaje con una agencia que estaba en Córdoba y Esmeralda o Maipú, por ahí. Y el pibe que nos vendía los pasajes siempre nos dice que había un problema en el sistema, que se había caído la reserva y que se cancelaba el viaje. Que nos devolvían la plata. Pero ni en pedo, nosotros queríamos viajar como sea, nos tuvimos que plantar. Le dijimos, ocupate faltaban dos días y tenemos que viajar. Al día siguiente, por la noche no llama y nos dice que había conseguido algo, que nos presentemos con los pasajes en el check in, que estaba solucionado. 
Uno de los pibes nos llevó a Liniers en el coche, y tomamos el 86 para ir a Ezeiza. Imaginate, a las 5 de la mañana, viajamos prácticamente solos con todos los bolsos, con todas las banderas. Llegamos como 4 horas antes de embarcar. Y resulta que terminamos sacando ventaja, porque nuestros pasajes era para clase turista y terminamos viajando en Primera. Los de la agencia se hicieron cargo de la diferencia y viajamos con todos los lujos, por Japan Airlines. 
Fueron 32 horas de viaje, pero en Primera. No te imaginas lo que era, todos de traje, muchos japoneses, empresarios y nosotros unos reos. Tomando alcohol del bueno, la mejor comida, bombones a toda hora, una fiesta. Eso sí, los bolsos de las banderas dentro de la cabina, no los quisimos embarcar. Tuvimos problemas con eso, pero no queríamos saber nada de dejar los trapos tirados en la bodega del avión y estar pensando todo el tiempo que podía pasar. Imaginate, perdíamos las banderas en alguna conexión y era para matarse.
De Buenos Aires a Sao Paulo fuimos en Varig y de ahí en Japan Airlines. La siguiente escala fue en Los Ángeles, que hubo una parada prolongada pero no bajamos, teníamos los trapos de las banderas encima, era un bardo. De Los Ángeles fuimos directo a Tokio (aeropuerto de Narita). Acá se complicó la historia para hacer el ingreso en Migraciones de Japón porque nos miraron el pasaporte y había entradas a Brasil, Chile, Colombia, etcétera y no nos creían que íbamos por un día y medio a Japón. No entendían nada, que fuéramos por un partido de fútbol. No les entraba en la cabeza.
Total que estuvimos discutiendo como una hora y media en nuestro inglés básico, y nos dejaron entrar. Eso si nos revisaron hasta las bolas. Es más, el vuelo de Tokio a Osaka se demoró por nosotros. El viaje a Osaka fue en otro avión, en un vuelo que duro una hora y media. Llegamos a una aero-isla construida artificialmente en el mar. De ahí tomamos un ferry a Kobe (estación Sannomiya) y de ese lugar tomamos un micro a la ciudad, donde conseguimos un taxi para ir al hotel de los jugadores, el Okura Kobe.
El partido se jugaba un sábado a las 12 del mediodía y nosotros llegamos a la 1 de la madrugada del mismo sábado con todos los bártulos. Justo estaba en el lobby Jorge Bottaro charlando con otros dirigentes. Entre ellos estaba el historiador Jorge Iwanczuk. Hablamos con ellos y le pedimos si se podía pedir a la gente del hotel dejar los bolsos con las banderas. Y eso hicimos, dejamos todo en una sala bajo llave y nos fuimos de gira para conocer la noche de Japón. Volvimos como a las 8 de la mañana al hotel, los jugadores ya estaban desayunando. Hasta que se hizo la hora y la delegación partió rumbo al estadio. Nosotros fuimos en una combi que nos consiguió el Dr. Bottaro. De Argentina fuimos José y yo (Gonzalo) en representación de la Popular digamos, mas 11 plateístas que viajaron en un tour de una semana para recorrer Japón. Más jugadores, cuerpo técnico y dirigentes.
Ya en el estadio fue un quilombo, porque colgábamos las banderas y venían los de seguridad a querer sacarlas. Nos pasamos casi todo el partido discutiendo. Poníamos las banderas y ellos las sacaban. Saltábamos a la pista de atletismo para colgarlas de nuevo. Así un rato largo. Una cosa de locos. Otra historieta fue cuando salió el equipo a la cancha, porque tiramos papelitos, y cuando caían al suelo venían japoneses a querer limpiar todo. Increíble...
El partido lo perdimos 4 a 1, nosotros recalientes. En el hotel los fuimos a putear a los jugadores. Salvo Burruchaga y Clausen, el resto se comió nuestros insultos. El partido terminó a las 14 horas y pasamos todo el día dando vueltas por ahí. Los bolsos los dejamos en el hotel de Cacho de Sodas Román que también había viajado.
Recorriendo Japón íbamos siempre con ropa de Independiente, y la gente se pensaba que éramos jugadores. Hasta nos paraban para pedirnos autógrafos y nosotros de caraduras decíamos que si, y le escribíamos cualquier cosa. Recién a las 6 de la mañana salía el vuelo para volver. Y toda la misma secuencia, micro hasta la estación de Sannomiya y ferry para llegar a Osaka y tomar el avión. Fue una odisea, prácticamente dormimos todo el viaje de vuelta. Hacía como dos días que no dormíamos. La vuelta duró 38 horas, y ya no era primera, ahora tocaba bancarse la clase turista.
Hicimos Osaka, Tokio, Los Ángeles, Santiago de Chile, Río de Janeiro, Sao Pablo, Montevideo hasta llegar a Ezeiza. Ahí nos estaba esperando Diego el Narigón en un 504, creo que era del Cebolla de Gerli. Nos trajo a casa y se llevó las banderas. Llegamos un martes a Buenos Aires y el domingo siguiente jugamos con River en el Monumental, que ganamos 4-1 (Clausura 96, domingo 14/04/1996), una noche de lluvia torrencial que se pudrió todo con los Gallinas a la salida. Pero esa es otra historia".
Antonio G. Santos (Tony)Twitter: @abogado666
Especial para La Caldera del Diablo



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