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Una síntesis del año que comenzó con los festejos de la Sudamericana, la ilusión de la Libertadores, el que sería luego el "semestre de la historia", y terminó en fracasos deportivos de todo tipo que derivaron en el estallido de la profunda crisis institucional y el cambio de conducción.

En el balance del año para Independiente quedan muchas cosas en el debe, casi tantas como los 200 millones que significan el pasivo aprobado por la última Asamblea. Sin embargo, en el último suspiro de 2011 apareció una brisa con el recambio de autoridades, y ahora, si bien habrá que hacer cuentas finas, es también tiempo de apoyar a la nueva Comisión.

“Durante nuestra campaña no prometí campeonatos sino achicar la deuda”, dijo Cantero anoche, y dejó en claro al asumir que se encontró con sólo 84.000 pesos en la caja y compromisos millonarios a corto plazo.

Pero 2011 comenzó para Independiente con la ilusión de la Libertadores, del equipo que venía ganador de la última Sudamericana, el repechaje ganado al Deportivo Quito, y la rápida desazón de irse en la primera ronda de la Copa que hizo grande a nuestro Club. Una pálida actuación en un grupo difícil pero no imposible, con un equipo que perdió su rumbo y sus chances jugando en Avellaneda.

Nada bueno trajo el Clausura que se llevó a River a la B, y por más que Independiente sumó en las últimas fechas, la campaña de Mohamed había sido realmente pobre. Quedaba para lo que venía, tras la frustrante Copa América a nivel Selección, el llamado "semestre de la historia".

Una mala decisión de realizar la Pretemporada en Estados Unidos y México, jugando partidos contra rivales intrascendentes, y bajo un calor intenso, sin siquiera obtener resultados, hizo que el equipo llegara con los mismos defectos físicos y cansado por las horas de viaje y el jet lag a Japón, para jugar la Suruga Bank ante el Jubilo Iwata. La derrota por penales en una Copa que parecía ganada de antemano fue el primer golpe.

A la semana el Rojo debía estar jugando nuevamente por la Recopa en Avellaneda. El Inter de Brasil, uno de los mejores equipos del continente, se iba del Libertadores de América con un resultado adverso pero revertible. Errores propios (una pésima noche de Hilario y Milito, fuera de estado) hicieron que el milagro que parecía alcanzar en Porto Alegre dejara sin nada al Rojo otra vez.

La tumultuosa partida de Mohamed con el escándalo de la barra incluida, comenzaba a caldear los ánimos de la tribuna. Quedaba al descubierto toda la interna entre los "socios" y los "mercenarios", y por momentos hacía vergonzosa la situación de tener dos bandos enfrentados cantando por los mismos colores cosas diferentes.

Tras el Turco, el brevísimo interinato de Cristian Díaz, y la llegada de su tocayo Ramón. El riojano, que no la tuvo fácil al comienzo, tuvo la última chance copera del año, intentando revalidar la Sudamericana. Pero la Liga de Quito fue demasiado para un Rojo que no podía ni en la altura ni en el llano con los del Patón Bauza.

Finalmente, sin chances de acceder a la Libertadores, el Rojo terminó acomodándose para la Sudamericana 2012, en un período en el que importaba más lo que pasaba afuera de la cancha que adentro. Comparada, que ya había anunciado su postulación para un tercer mandato, sorpresivamente dio un paso al costado y dejó en su lugar a Cacho Álvarez. El ex Intendente de Avellaneda, con las mediociones de la gestión en baja, quiso sacarse lastre evitando en el trinomio al entonces Presidente, pero ni así pudo con la avalancha de votos conseguida el 18 de diciembre por Javier Cantero e Independiente Místico.

Los primeros discursos del nuevo titular del Club hablaron de sobriedad y austeridad económica en busca de "un pasivo más manejable". “El club está fundido pero sabíamos que lo íbamos a recibir en ese estado”, comentó Cantero en Radio Cooperativa. Y así 2012, el año del fin del mundo, puede marcar un renacimiento para el Rojo. Ojalá que el reporte dentro de doce meses hable un poco de eso. Felicidades.

Emiliano Penelas

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