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Por donde se lo mire, dentro y fuera de la cancha, la situación de Independiente parece irreversible. El equipo perdió sin demostrar nada ante un Boca que pudo golearlo sin hacer demasiado. La barra fue hasta el hall a insultar a jugadores y a Mohamed, pero "olvidó" reclamarles algo a los dirigentes.

Tristísima imagen final de Independiente, y no hablamos de lo poco que el equipo mostró en la cancha en un clásico, sino del desaire que se vivió en el hall del Libertadores de América, con una manifestación muy poco espontánea en contra del técnico y jugadores por parte de la barra, sin disimulos ni ocultamientos.

El Rojo jugó muy mal, pésimo por momentos. Eso no es nada nuevo, no mostró nada, no tuvo opciones de cambio, no encontró nunca el partido y casi no pateó al arco. Las dos más peligrosas que tuvo fueron por errores de un rival que ganó con lo justo por impericia propia y por otra buena labor de Fabián Assmann y Julián Velázquez, hasta que se lesionó.

Leandro Somoza en el primer tiempo envió un pelotazo desde 50 metros para Orión, que pifió y se la dejó servida a Marco Pérez, que la desperdició pateando al cuerpo del arquero. Esa fue la más clara del partido, surgida del azar. Las otras, un tiro de media distancia de Gino Clara, más entusiasta que peligroso, y un remate de Tuzzio, sobre el final del partido, yendo a buscar un corner de gladiador, como nos tiene acostumbrados.

Boca, por su parte, desperdició situaciones a granel. Tuvo a maltraer a Cabrera, Maxi Velázquez y Pellerano. Contó con el beneplácito de la desidia con la que jugaba Iván Pérez y lo poquito que arriba inquietaba Parra, que apenas le llegaba la pelota.

Assmann le tapó y cerró opciones a Viatri, Mouche y Cvitanich. Si no fue goleada fue porque el rival falló constantemente en la definición, y porque el uno del Rojo estaba bien plantado.

Tierra de nadie
Cuando se esperaba la salida del Turco Mohamed a la sala de conferencias de prensa, los bombos y cantos de la barra del Rojo se escucharon con claridad en el hall que da a los vestuarios y salida al campo de juego. Los insultos, dirigidos exclusivamente a los jugadores y al entrenador, sonaron muy poco espontáneos. Mientras, algunos insultos aislados a Comparada eran acallados.

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