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Eduardo Bolaños recuerda el último partido de Trossero en Avellaneda junto a una defensa mítica, el fin de la primera etapa de Burruchaga antes de emigrar a Francia y una trágica muerte en la tribuna de Boca que empañó a todo el fútbol argentino.


Desde su creación, el de 1985 fue un Nacional 1985 especial y atípico. Era el último de su historia, que había comenzado en 1967, con la intención de darle una pátina más federal a nuestro fútbol.

Estuvo a punto de no comenzar en la fecha establecida, por una huelga decretada por Futbolistas Argentinos Agremiados, porque los clubes no le otorgaban la libertad de acción a aquellos que les correspondía por su no renovación de contrato.

El sistema que se aplicó también era novel para las competencias locales: tras la fase de grupos, nadie quedaba eliminado, ya que los equipos se agruparían en rueda de ganadores y perdedores.

En Independiente aún resonaban los ecos de la inolvidable consagración Intercontinental frente a Liverpool en Tokio, que tuvo su continuidad en la obtención de la Copa de Oro de Mar del Plata. En el banco ya no estaba el pato Pastoriza y su lugar lo ocupaba otro hombre de la casa: Roberto Pipo Ferreiro.

Comenzó el certamen dando una cátedra de buen juego al golear 3-0 a Talleres en Córdoba. Pero la irregularidad que se iba a instalar en el equipo durante esos meses, dijo presente por primera vez en la segunda presentación con una sorpresiva derrota ante Guaraní Antonio Franco en Posadas por 1-0.

Igualó el primer puesto de la zona C con Talleres y Guaraní, pero quedó primero por diferencia de gol, por lo que pasó a la rueda de ganadores, donde eliminó al modesto Ramón Santamarina de Tandil. En los cuartos de final se encendieron las alarmas al ser goleado por Ferro en cancha de Vélez por 3-0, resultado que lo envió a la rueda de perdedores, con el agregado de una dura declaración de Marangoni: “No es posible que en un partido corran tres y los restantes miren”. El posible conflicto se solucionó a la manera de Independiente: Con un asado y el compromiso de todos.


El domingo 7 de abril recibió a Boca (era un solo encuentro en cancha del que provenía de la rueda superior). Desde el arranque se dio un choque más trabado de lo que podía imaginarse, porque la visita maquillaba sus falencias futbolísticas con mucho despliegue, cortando el famoso circuito de juego de Burruchaga – Marangoni y Bochini.

La confusión dentro del campo se trasladaba a las tribunas y en la disconformidad de los hinchas locales volvió a aparecer en forma de canto el apellido Pastoriza y el pedido de poner más ganas para los jugadores. Pero como en tantas otras ocasiones, apareció Bochini para calmar las aguas: con un toque preciso de primera convirtió una pelota intrascendente en una perfecta habilitación para Merlini abierto sobre la derecha, quien envió un centro rasante que superó a todos para la aparición de Barberón solo por el segundo palo que puse el 1-0.

Boca no se entregó y por intermedio de Graciani complicó al tándem Trossero – Enrique, pero tanto Goyén como los postes, mantuvieron el resultado que le permitió a Independiente seguir en el torneo. Cuando faltaban solo cinco minutos el partido fue suspendido por violentos incidentes entre hinchas visitantes y la policía. Quedará para el triste y doloroso recuerdo, la imagen del joven Adrián Scasserara, de 14 años, herido de bala en brazos de desconocidos, en sus últimos instantes de vida, mientras su padre corría desesperado en busca de una ayuda que nunca llegó.

Como también había habido problemas en cancha de Huracán, donde ni siquiera comenzó Vélez vs River, la AFA suspendió el torneo. Como estaban cerca las eliminatorias, se dispuso que el mismo continuaría al concluir éstas, con la agónica clasificación ante Perú en cancha de River.

El paréntesis sin competencia doméstica se estiró por tres meses. Para Independiente fue un certamen olvidable, ya que avanzó una rueda más al superar por penales a Ferro (pequeña revancha) y luego fue eliminado por Newell's.

Pero aquel enfrentamiento con Boca dejó un par de recuerdos: el cierre de la primera etapa en el club de Jorge Burruchaga al ser transferido al Nantes. También fue la última ocasión en que jugó junta la defensa que salía de memoria: Clausen – Villaverde – Trossero – Enrique (la primera había sido el 8 de diciembre de 1982), ya que Enzo solo disputó un encuentro oficial más (ante Instituto en Córdoba), pero ese día no actuó el negro.

Una tarde teñida con sangre, con una actuación apenas discreta del equipo, que fue la antesala de los problemas que devinieron en el alejamiento en agosto de Pipo Ferreiro. Su lugar fue ocupado por el Pato, en un nuevo ciclo, que dejaría buenos rendimientos, pero apenas la obtención de una liguilla, en el baúl de los títulos.

Eduardo Bolaños
Twitter: @Edu_sport
Especial para La Caldera del Diablo


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