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Eduardo Bolaños recuerda el primer partido de Carlos Alejandro Alfaro Moreno en Independiente hace 30 años, en el que le convertiría un gol a Mandiyú de Corrientes. Mirá el video.



Entre la esperanza y el escepticismo. Por allí navegaban los sueños de los hinchas de Independiente al comenzar a disputarse las primeras fechas del torneo 1988/89. Esperanza por un plantel renovado (más la vigente magia de Bochini) y escepticismo porque no estaban del todo convencidos con el entrenador Jorge Solari.

No habían sido positivos los primeros seis meses del indio (los últimos de la temporada anterior, entre enero y junio), quedando fuera en primera fase del entonces novel Supercopa y no pudiendo clasificar para la Liguilla. Para arrancar el nuevo certamen se habían ido figuras emblemáticas como Marangoni, Reinoso, Enrique, Islas y Barberón y los que llegaron eran un gran signo de interrogación, que la realidad despejaría con creces: Insúa, Bianco, Ludueña y Reggiardo

Pero del que más se esperaba, era de un joven delantero, adquirido a Platense: Carlos Alejandro Alfaro Moreno, que había tenido una gran temporada 1987/88 y los ojos Rojos se posaron rápidamente en él. No pudo jugar en las tres primeras jornadas del certamen, porque se encontraba literalmente del otro lado del mundo: estaba en Seúl, participando de los Juegos Olímpicos, en una gris selección nacional, donde fue la figura indiscutible. Tras su primer entrenamiento en el estadio, el jueves 29 de septiembre, al ser consultado sobre cómo pensaba que sería su debut, dijo: “Me lo imagino con una buena actuación, un triunfo del equipo y un gol mío”.



Y pocas horas después empezó a cumplir, con su debut oficial en la provincia de Corrientes, frente a Deportivo Mandiyú, en la calurosa tarde del domingo 2 de octubre. Se movió por todo el frente de ataque, enloqueciendo a sus marcadores y aprovechando cada contra, tras el 1-0 marcado por Pedro Monzón a los 31 minutos. Fue letal con su velocidad y desde un primer momento pareció entenderse a la perfección con Insúa y Bochini, en una brillante sociedad que se extendería por un par de años.

Cuando el partido se moría, se hizo cargo del penal que le había cometido a Ubaldi y con gran precisión la colocó contra el poste izquierdo del arquero Medrán, sellando el 2-0. Su romance con el rojo no podía tener mejor punto de partida. Frente a los micrófonos declaró: “Todo salió como lo esperábamos. Me gustó Independiente, porque salió a buscar el partido, como a mí me gusta”. Y en forma premonitoria, subrayó: “Otra cosa importante y que advertí desde el primer día: aquí hay grandes jugadores. Puede que nos falte un poco de trabajo, pero estamos para hacer una gran campaña”.

Vaya si lo fue. Tras algunas turbulencias en el arranque, el equipo de Solari se fue haciendo sólido y se consagró campeón con 22 triunfos, 11 empates y apenas 5 derrotas. Alfaro Moreno fue el goleador del equipo con 14 tantos (13 de jugada y solo aquel ante Mandiyú de penal).

Para el cierre, vale volver a aquellos días del escepticismo. Apenas arribado tras la eliminación en cuartos de final de los Juegos Olímpicos, se apersonó en la sede de la Avenida Mitre. Los socios lo recibieron con aplausos y el Presidente Pedro Iso lo emocionó al decir que sabían lo que era como jugador y como persona. Alfarito respondió: “Espero no defraudarlos. Ni en ese sentido ni como jugador”. Cumplió en todo y 30 años después, sigue su recuerdo más rojo y vivo que nunca.

Eduardo Bolaños
Twitter: @Edu_sport
Especial para La Caldera del Diablo


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