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Daniel Borges vuelve a la infancia para recordar aquella mañana del 28 de noviembre de 1973, en la que Independiente derrotaría a la Juventus para ser Campeón del Mundo por primera vez en la historia.


A cualquiera no se le hubiera ocurrido en días anteriores, a mi tampoco. No puedo asegurar hoy si era miércoles o jueves pero si que era el segundo recreo, el de las 10:00 hs, en una mañana de noviembre en Florida, donde a esa hora todas las amas de casa estaban haciendo las últimas compras de lo que sería, un almuerzo en familia; típico de la década del '70, con pan mojado en salsa, abuelas de batones y manteles de hule a cuadrillé y ollas humeantes. 

Volvamos a la escuela, primer piso, aula de mitad de pasillo sobre la calle Remedios de Escalada de San Martín y un quinto grado de la Señorita Mercedes que al regresar del recreo no esta completo. Las chicas estaban todas, los varones de River, Boca, racing y San Lorenzo estaban todos. Sólo faltaba uno, Angelito que era hincha de Independiente y que 10 minutos antes había bajado los 40 escalones que lo llevaban al hall de la escuela, pero no los había vuelto a subir y tentado por el convite que era la puerta de calle abierta, midió a ojo que sólo debía esquivar la rigidez del busto de Don Julio Argentino Roca, quien le daba nombre al establecimiento; y con tan solo doce pasos cual penal que decide la suerte de uno; gano la vereda y se dirigió raudamente a la aventura de transitar las siete cuadras que lo separaban de su domicilio de la calle ITALIA 1940. 

De padres trabajadores y su hermana estudiando, la única cómplice a su llegada para ubicarse frente al televisor fue su tía-abuela Mercedes; quien además de haberle enseñado a comer las uvas sin hollejo y sin semillas, era espantosamente compinche al punto de ser su compañera de habitación por las noches.

Entonces Angelito tenía la certeza de poder disfrutar de su travesura sin moros en la costa y con la protección de su imaginario ejército de soldados, Solo faltaba encender el Ranser blanco y negro, poner creo que fue el canal que ahora tiene las pelotas y en aquel entonces era un leoncito y ver desde las 11 de la mañana INDEPENDIENTE - JUVENTUS, como hicieron aquellos tripulantes de la Fragata Libertad en el estadio Olímpico de Roma (no fueron mas de 500 argentinos). Él se creía uno mas pero desde el sillón del living de su casa. 

La alegría fue total y diría que hasta sublime al final del encuentro, con muchos nervios durante el transcurso del mismo, y también con la seguridad de que ninguno iba a alterar el trámite del encuentro en casa ya que no arribarían a almorzar antes de las 13, ni Don Ángel o Doña Isabel de sus trabajos, ni la destacada y ejemplar Isabelita de su bendita escuela secundaria. 

El resultado de 1 a 0 con el inolvidable gol del "Bocha" ya formaba parte de la rica historia de Independiente y había terminado la complicidad de Doña Mercedes. 

Almorzamos en silencio y a partir de las primeras horas de la tarde de ese 28 de noviembre comenzaba a tener un miedo que no me permitía darme cuenta desde donde aparecería el reto o la penitencia que tendría por cierto. Todas esas sensaciones de enojos y retos culminaron la mañana siguiente cuando Doña Isabel con permiso para llegar mas tarde a su trabajo no solo me acompañó a la escuela, sino que me hizo sentir su marca personal llevándome de una oreja las siete cuadras que igual de raudamente transité como la mañana anterior. 

Desde aquella mañana siguiente hasta el final de séptimo grado volví a ser el "Angelito" que fui toda la primaria a excepción de ese día 28 de noviembre de 1973 del aula de quinto grado de la señorita Mercedes de Vacarezza donde mi alma se transformo en Diablito. 

Les quiero contar que con el tiempo estas acciones confesadas en el relato fueron como una rúbrica para mi nombre completo ÁNGEL DANIEL; por entonces nos bautizaban con algún nombre anterior familiar y uno a la moda, de aquí que ÁNGEL era el nombre de mi padre Ángel Francisco y DANIEL era "El terrible", un dibujo animado éxito de la primera parte de los '60 lleno de diabluras en sus capítulos, y yo por entonces ya había colgado alguna pelota en casas vecinas, había robado algún chocolate que me hicieron devolver a algún encargado de seguridad en un supermercado, o tenía el corazón marcado por alguna amiga o compañera "de la que gustaba..." , pero esa acción, ese 28 de noviembre, fui por todo para recibirme de "DIABLITO".

Daniel Borges
Especial para La Caldera del Diablo

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