Concurso de minicuentos sobre Brasil 2014

<i>Anticipándose a la final de la próxima Copa Mundial de la FIFA, el sitio <a href="http://www.cuentosymas.com.ar/">www.cuentosymas.com.ar</a> lanzó un Concurso Internacional de Minicuentos de Fútbol ideal para ansiosos. Los interesados en participar podrán enviar un microrrelato de hasta 600 caracteres que comience con la frase "El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014…”. Hay cuatro categorías: baby (hasta 12 años), sub 20 (de 13 a 20 años), adultos (de 21 a 50 años) y veteranos (de 51 años en adelante).</i><br /> <i><br /></i> <br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> <a href="http://www.cuentosymas.com.ar/blog/wp-content/uploads/2013/07/fifa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://www.cuentosymas.com.ar/blog/wp-content/uploads/2013/07/fifa.jpg" width="314" /></a></div> <br /> El certamen contará con un jurado internacional, compuesto por el periodista y escritor argentino Juan Sasturain, el periodista español Santiago Segurola, y la periodista y escritora argentina radicada en México, Mónica Maristain. Los ganadores (uno por cada categoría) recibirán ejemplares de <i>Deporte Nacional, dos siglos de historia</i>, de editorial Planeta, y de <i>Diccionario Fobal Club</i>, de editorial Colihue.<br /> <br /> Podrán participar del concurso personas de cualquier sexo y nacionalidad, con un número ilimitado de relatos, inéditos o previamente publicados, hasta el 15 de septiembre de 2013 inclusive. Los textos se deberán enviar por mail a <a href="http://us.mc554.mail.yahoo.com/mc/compose?to=contacto@cuentosymas.com.ar">contacto@cuentosymas.com.ar</a>, incluyendo nombre, apellido, edad y lugar de residencia de su autor.<br /> <br /> Cuentosymas es un espacio en Internet dedicado a la narrativa breve hispanoamericana. El sitio alberga más de 5.000 cuentos cortos, que se complementan con minibiografías y entrevistas a escritores, estudios teóricos sobre el microrrelato, y todas las novedades sobre este género literario.

Concurso de minicuentos sobre Brasil 2014

Anticipándose a la final de la próxima Copa Mundial de la FIFA, el sitio  www.cuentosymas.com.ar lanzó un Concurso Internacional de Minicue...

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Cuatro epitafios de cuartos

<em>Por Juan Sasturain - Enviado especial a su casa, publicado hoy en Página/12.</em><br /><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5490535580695414034" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw3QeMqoCyVISoznTCUHRnWxzqwJglfkr8Gb72mPpzyMmMVBwhcENBAzBigUEjaO8zaQWLMDkD6oDyp2zW3uRH8PGHJF_N8Des_3KEo7VclR3EQ-7DiQkLCYdGNSHz-otYy8p874Yc_d7c/s400/arg.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /> <strong><span style="font-size:130%;">Argentina</span></strong><br /><br />Aquí yace la Argentina<br />después de haberla peleado.<br />Cuatro partidos ganados<br />y una muerte repentina<br />por la táctica mezquina<br />que la llevó al cataclismo.<br />Al final, más de lo mismo:<br />le tocó una buena zona,<br />tuvo a Messi y Maradona<br />pero apostó al bilardismo. </p><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5490535593845708962" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPVZP2wTLkxo_tFqJaA5lDa91lO6ZQjzXE2miigtzhVT3f42zkqMReJbzwObYVs34CfRaZ-epQjgRtNrigNC2PltTiy2Znl3gUGGgskHdtuYDR7c5TZbG5s_V2zIF9Mw_O3et2AgtXoBrl/s400/par.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><strong><span style="font-size:130%;"></span></strong></p><p><strong><span style="font-size:130%;">Paraguay</span></strong><br /><br />Toro bravo, el Paraguay.<br />Le dio la estocada España<br />pero supo darse maña<br />y arreglarse con lo que hay.<br />Si no hubieran dado <em>offside</em><br />el gol de Haedo Valdez,<br />estaría vivo, tal vez.<br />Y si el penal del Tacuara...<br />La historia que se contara<br />podría haber sido al revés.<br /><br /></p><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5490535583974470674" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfkc4b88S5oj-Vf0cbdvq5nLOQs8-PyuZlXEhIgNdxXg8bkj2vDX2NbjpMmDujdDYSvzaRiQ4F6LPkO6KteLAdGSK7NLLzlNld4hKZvVD_PVzURW97MG0QlxCpEk14uM_Xdk2HpToHcqfs/s400/bra.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /></p><p><strong><span style="font-size:130%;">Brasil</span></strong><br /><br />Acá descansa Brasil,<br />porque salió mal su arquero.<br />Le cabeceó un compañero<br />con problemas de perfil<br />y el <em>toquecinho</em> sutil<br />fue gol... de los holandeses.<br />Después pagaron con creces<br />el descontrol, los errores.<br />Pese a haber sido mejores,<br />perdieron por boludeces.<br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5490535588629483538" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq_JWqRDs4QvtRlpcWjw_6HOWpkOvJzRlNX_5XFT2_IUGrUIyJq14AVAmZCJYrt3PjWRtoJIuBAAm19NVIoY4wCunDNfFUQywPq59EFQMLqKH32yp2hUnYqfKyuLTRjDUM5A4MjCbghoxA/s400/gha.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><br /><strong><span style="font-size:130%;">Ghana</span></strong><br /><br />Acá está enterrada Ghana<br />y con ella la doliente<br />hinchada de un continente,<br />toda la gente africana.<br />Vieron la gloria cercana<br />contra la garra oriental:<br />a un minuto del final,<br />le dieron al travesaño.<br />Tendrán que esperar cuatro años<br />por no embocar un penal.</p>

Cuatro epitafios de cuartos

Por Juan Sasturain - Enviado especial a su casa, publicado hoy en Página/12. Argentina Aquí yace la Argentina después de haberla peleado. C...

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La Copa Plastibol

<em>La polémica por la pelota del Mundial ya está instalada, y mientras Adidas mira para otro lado, al igual que los arqueros y jugadores cuando sale disparada la Jabulani, Juan Sasturain recuerda a la Plastibol, en este artículo publicado en Página/12.</em><br /><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5482734724539350994" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv_S6jshyphenhyphenxCt_o8UNffTl0nx3PrPuA7CkNWIQ5CEseCxNscuPD6_U29IzpiLf3A9GSL86E7lfByG_pFmoMYTK9S_rcTsKwn93dJPFYyrLiGLBnkrV2r0vKK1hGm647EEfbEwq7vsOO1LZ6/s400/img.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 280px; CURSOR: hand; HEIGHT: 280px; TEXT-ALIGN: center" /></p><p>El plástico empezó a utilizarse para hacer juguetes en la década del cincuenta. Segunda mitad, me animo. Recuerdo perfectamente cuando llegaron las primeras pelotas –azules, rojas, amarillas– chicas, de plástico duro, para ocupar el lugar de las de goma, las gloriosas Pulpo y otras de menor fama y memoria. Picaban con ruido de cáscara de huevo y los coches las reventaban con el mismo sonido espantoso que a las de goma. Pero, sobre todo, volaban. Eran muy baratas, livianísimas e ingobernables.</p><p>Con los años llegaron otras, ya más grandes y de un plástico no rígido sino más blando, grueso y elástico, que botaban con ruido opaco y reventaban también clásicamente bajo los colectivos. Siempre, cosa de chicos.</p><p>Después –finalmente– llegaron las Plastibol, modelo acabado de la pelota de plástico blando en su máxima expresión popular, con válvula y el engrupido dibujo de los falsos gajos, tamaño <em>standard</em> cercano al de la de cuero. Primer balón infantil y soberana en los cumpleaños de la primaria, la Plastibol era el instrumento infaltable del picado playero por dos motivos, entre otros: se mojaba y no importaba (flotaba cómoda entre las olas), era liviana y su impacto –darle a una vieja que tomaba sol, por ejemplo– no era drama y por eso mismo era más fácil de remontar a patadas en la arena seca. Eso sí: en el aire, iba para cualquier lado, pesadilla de arqueros y juguete del viento. Imposible pegarle de lejos con cierta pretensión de darle destino fijo. </p><p>Todo esto vuelve a la memoria y a las sensaciones cuando vemos la perversa pelota inventada por Adidas y bendecida por la FIFA para este Mundial de Sudáfrica. Es un asco. Sólo la necesidad de hacer negocios con todo y de todas maneras justifica que desde hace varios mundiales se fabriquen pelotas especiales para cada competencia y que la tendencia sea hacerlas cada vez más ingobernables e imprevisibles. ¿Sabrán jugar o les gustará el fútbol a los sin duda sabios ingenieros que las diseñan? Porque el resultado –para el juego– es deplorable.</p><p>Hay imbéciles con chapa que incluso han justificado esta tonta pelota obligatoria, la Jabulani –hasta las bautizan, los chorros– con la idea de que al hacer más difícil prever su trayectoria habrá más dificultades para los arqueros y –entonces– más goles... Hay que ser nabos o mentirosos para argumentar así: la dificultad la tienen todos los que la usan (todos) y en estos pocos partidos iniciales –desde el viernes a ayer domingo inclusive–, hemos visto cómo fue prácticamente imposible que alguien pudiera embocar un tiro libre en el arco si intentaba superar la barrera por encima –Messi y la Bruja fueron nuestros ejemplos–, cómo los cambios de frente o los pelotazos en profundidad, si la pelota picaba, terminaban en el lateral o la línea de fondo, cómo notables cabeceadores no podían darle con precisión, siempre sobrados por una pelota que no termina de caer, o cómo los arqueros –pobre Green, el inglés del papelón– cuando viene al cuerpo, dudan entre retenerla o devolverla con un golpe de voley. Claro, donde menos se nota la diferencia es en el toque corto y preciso, sutil, a ras de piso, aunque corriendo con ella suele irse larga al menor estímulo excesivo... </p><p>Lo curioso (o no) es que, hasta ahora, los que mejor la usaron en todos los sentidos han sido los alemanes, que por algo la fabricaron (o la hicieron fabricar en el Sudeste Asiático). Seamos malos: hace dos años largos (digo yo) que seguro entrenan con ésta... Porque, ayer ante Australia, tocaron, cambiaron de frente, metieron centros con precisión, hicieron (Klose) un golazo de cabeza y dieron la mejor demostración de fútbol del fin de semana. </p><p>Si como suele decirse –cito a Valdano que citaba no sé a quién–, “el fútbol es un deporte que se juega once contra once y suelen ganar los alemanes”, esta vez y una vez más, los dueños de la pelota están muy bien preparados y colocados para ganar esta Copa Plastibol, Sudáfrica 2010.</p>Juan Sasturain<br />Diario <a href="http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-147560-2010-06-14.html">Página/12</a>, lunes 14 de junio de 2010

La Copa Plastibol

La polémica por la pelota del Mundial ya está instalada, y mientras Adidas mira para otro lado, al igual que los arqueros y jugadores cuando...

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Cuentos y más

<p><em>Como para mitigar la abstinencia de fútbol local, la página "Cuentos y más", presenta un centenar de cuentos, relatos, anécdotas y crónicas de diversos autores, que giran en torno de la bendita pelota. Nosotros tomamos prestado uno de Alejandro Dolina.</em></p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367444476676862946" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikchVQxzi4WUidM838pZ05hi3aEE-KQu8xQc6z_HZeUwMzInK9AXEhKMOd4caeCiPTzwPw5G5dhSKZqkbQfhdw-jkuOVNuZOyBQFgCA1H1kC-PMQNuelC0zLqtc2yG2VUIDE0-bFm9-eU6/s400/Depardon,+Raymond+-+Corinne+Piccoli.jpg" style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 269px; CURSOR: hand" /><br />Dirigida por Juan José Panno, la página "<a href="http://www.blogger.com/www.cuentosymas.com.ar">Cuentos y más</a>", se metió de lleno en la literatura futbolera con cien cuentos y relatos cortos de Eduardo Galeano, Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Borocotó, Rodolfo Braceli, Juan Sasturain, Alejandro Dolina, Juan Pablo Sorín y Eduardo Sacheri, entre muchos otros.<br /><br />A continuación, un lindo relato de Dolina incluido en la selección de Panno.<br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367444479584927938" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVphQRSa1dEw0H3dd9wJCXd_uN0GTCvdIr7BqZjm4aoFHOGyTHk6nRvFJkdliunmMlk1Vt1VgWtxUqvkvH_fa-fqyK2RJWHmw2PJM_wHaz7JiZ4QP1eaZGP2r8Y_ItB1dKZGtTtXoLzfPq/s400/Franck,+Martine+-+Newcastle.jpg" style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 266px; CURSOR: hand" /><br /><strong><span style="font-size:130%;">Instrucciones para elegir en un picado</span></strong><br />Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se disponen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quienes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternativamente a sus futuros compañeros.<br /><p>Se supone que los más diestros son elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. </p><p>El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada. </p><p>Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector observó que las decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades. </p><p>Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.</p><p>El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.</p><p>Alejandro Dolina</p>

Cuentos y más

Como para mitigar la abstinencia de fútbol local, la página "Cuentos y más", presenta un centenar de cuentos, relatos, anécdotas y...

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I Concurso nacional de cuentos de fútbol

<em>Ediciones al Arco, con el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación y la adhesión de la Secretaría de Deportes de la Nación, lanzó el I Concurso nacional de Cuentos de Fútbol “Roberto J. Santoro”. El plazo de presentación de obras se extendió hasta el 30 de abril. </em><br /><br /><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314718584506418850" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwCigfiATjrz4C-84PeeUc9-pf5raGFvlvmQ586oVUwsMliYEWnEiYVDKqkIe0gVOJUvsqOJMiOw08xgtgEA5S1gu07AqEcSU_U5AEG6WgieIWscBxkC_ZZCm4ItzrM3ExfzIHrGfo67qN/s400/logo.gif" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 180px; CURSOR: hand; HEIGHT: 58px; TEXT-ALIGN: center" /><br />Ediciones Al Arco, sello argentino dedicado a la literatura deportiva, extendió el plazo para la recepción de obras literarias sobre fútbol, hasta el jueves 30 de abril. Los diez cuentos seleccionados serán publicados en una antología. El jurado está compuesto por Juan Sasturain, Ezequiel Fernández Moores, Ariel Scher y Walter Saavedra. </p><p>La idea del concurso es la manifestación de una necesidad que Al Arco se planteó hace un lustro: el de crear un espacio para la literatura deportiva y, al mismo tiempo, para generar un lugar en el que pudieran expresarse los autores jóvenes. En estos cinco años, así, el sello ha permitido la publicación de más de treinta libros, muchos de ellos de escritores inéditos, entre ellos el prestigioso periodista Horacio Pagani; y también de otras firmas reconocidas, como la del propio Juan Sasturain.<br /><br /></p><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314718582508666034" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn2wyaTiXcumaB5vuCEphBw9Y0hxw1Vjo5_8f8e2RgiWLsMHZPda0jMiqe0eczYqnYGt29RYixsDjp0khtU4PJT6Ihyphenhyphenq9gQ8DPHYcR3xuRzEfNo38s08z0PfLjGEkJpzNoYvEB0IRc34SI/s400/futbolista.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 119px; CURSOR: hand; HEIGHT: 200px; TEXT-ALIGN: center" /><br />La cantidad de originales que recibe la editorial también impulsó el proyecto: aún sin estructura suficiente para la publicación “masiva” de escritores nuevos, el concurso permitirá al menos la difusión del material de al menos diez autores. La exigencia del jurado, en este sentido, garantizará la calidad de las obras seleccionadas. Y el apoyo del Ministerio representa no sólo un aval para la iniciativa, sino también que catapulta lo que será su difusión y su relevancia a nivel nacional.<br /><br />Las bases están disponibles haciendo <a href="http://www.librosalarco.com.ar/concurso.htm">click acá</a>.<br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314718582164037698" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpBAs8ZWYF7Rznq6LybzmNrYopYaDXXFzDIniTDNxgmWy-Jaqlxwrgc7HTHY06zMVS6U6Zj_h9J9wus9oBXXgZe4Iri4IcVdH8NotGXHtR6-hFHFP5fLMyHolM3O3j4hlJ-jhwmYyc8_mW/s400/literatura+de+la+pelota.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 348px; CURSOR: hand; HEIGHT: 274px; TEXT-ALIGN: center" /><br /><strong><span style="font-size:130%;">Sobre Roberto Jorge Santoro</span></strong><br /><a name="Roberto_Santoro_nació_en_Buenos_Aires">Roberto Jorge Santoro nació en Buenos Aires</a> el 17 de abril de 1939. Fundador de la revista literaria "El Barrilete" y de publicaciones como "Gente de Buenos Aires" y "Papeles de Buenos Aires", tiene en su haber, entre otros, los siguientes títulos: <em>Oficio desesperado</em> (Ediciones Cuadernos del Alfarero, 1962); <em>Nacimiento en la tierra</em> (Ediciones Cuadernos Australes, 1963); <em>De tango y lo demás</em> (Editorial Barrilete, 1964); <em>Literatura de la pelota, recopilación sobre el tema del fútbol</em> (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971); <em>A ras del suelo</em> (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1971); <em>Desafío</em> (Editorial Gente de Buenos Aires, 1972); <em>Uno más uno humanidad</em> (Ediciones Dead Weight, 1970); <em>En esta tierra lo que mata es la humedad</em> (tragedia musical representada en Buenos Aires, 1972); <em>Poesía en general</em> (Editorial Papeles de Buenos Aires, 1973); <em>Las cosas claras</em> (anti-libros "La trenza loca", 1973); Lo que no veo no lo creo (canciones; música y canto Jorge Cutello, 1974). Su libro <em>Literatura de la pelota</em> fue reeditado en mayo de 2007 por Ediciones Lea.<br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314718579979484802" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5W6cPB7E_OIEBGCIOggEV6ZkWPCX60FH8FkSNly2zPTNvodAu0gmu-WXpEr7SJ9sznsgkWSlAr73zznbZ0px8GnC0ddnDpYiI19fybc5rEfGiyPNqQPiSrJlbRNq8CMb6-03JcUb03h1K/s400/santoro.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 262px; TEXT-ALIGN: center" /><br />Roberto Jorge Santoro fue secuestrado por elementos del terrorismo de Estado el 1° de junio de 1977, quienes se lo llevaron ilegalmente de su lugar de trabajo: la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 25 Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán, en la calle Saavedra del barrio de Once, donde el poeta prestaba servicio de preceptor con el cargo de subjefe. Hasta hoy se encuentra desaparecido. Una plaza de Buenos Aires, en Avenida Forest y Teodoro García, lleva su nombre.</p>

I Concurso nacional de cuentos de fútbol

Ediciones al Arco, con el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación y la adhesión de la Secretaría de Deportes de la Nación, lanzó e...

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El picado playero

<em>Verano, tiempo de descanso, de calor, de disfrutar del agua, el mar, las playas. Y también de un libro, una lectura que acompañe el paso de las horas. Es por eso que, como de costumbre, publicamos un relato futbolero para matizar el calor estival. Se trata de "El picado playero", de Juan Sasturain.</em><br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289737739874482178" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiG2t3jZz5-IuYLYtRK-29dUqBmxVTKLkwNl__GZf0PzLA-IFIri6_HTEIBrEmOOuh5rjbusPvvHBP8JDX0yY_2NLw6AzkU6bFeOxXL_tIih9ViHgeqfPzwpZwcw07zkzOlC5OsvDB14zgM/s400/Erwitt,+Elliott+-+Rio+de+Janeiro.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 266px; TEXT-ALIGN: center" /> <p>Según Borges, la devaluada canción de gesta que mantiene vivos a los héroes y a las turbias hazañas del suburbio es el sospechoso tango; del mismo modo es posible demostrar que el espíritu y la mística del picado original sólo se conservan en los improvisados enfrentamientos playeras de cada atardecer. </p><p>En principio, sólo en la playa es posible la heterogeneidad absoluta de los participantes, precisamente porque no están allí por eso. Padre e hijo -que sólo comparten el fútbol por televisión- en la arena suelen inaugu­rar competencia, descubrirse mutuamente de cortos, encontrar nuevos motivos para la sorpresa o el escarnio mutuos. </p><p>Pudientes y marginales, tostados parejos o con la musculosa dibujada se tutean liviano y se tocan apenas con apodos ocasionales: flaco, gorra, rulo, morocho, bermuda, azul, jefe, pelado, don ... Son infinitos: nadie se presenta en la playa y uno es lo que es o lo que parece, o lo que tiene pues­to. En eso, como en todo, el picado es esencialmente democrático. La diferencia entre vestidos y descamisados suele ser sólo funcional, y apenas sirve para contraponer los bandos en pugna. </p><p>En el fútbol de playa se dan fenómenos extraños, resultado de la salu­dable falta de reglas y de la diversidad de los participantes. El terreno y la pelota, por ejemplo, tan cambiantes, determinan -o indeterminan, mejor- las opciones de calzado. Porque de la zapatilla con tres pisos a los pies desnudos hay un continuum de opciones defendibles hasta llegar a la apoteosis arbitraria de un wing en ojotas. </p><p>El picado playero es el lugar del exceso y la improvisación. El que nunca juega decide hacerla (en realidad no decide: se encuentra hacién­dolo) en el lugar más difícil y complicado. Porque este campo de arena, si cabe el contrasentido, suma y concentra hasta lá exacerbación las precariedades del potrera y la calle -vaguedad de límites, inseguridad de cir· culación- y las asume por definición. Zona en litigio parcialmente libe­rada por prepotencia de peloteo previo, la playa tomada es ese incómodc plano inclinado entre el mar y el desierto que no tiene ni siquiera consis tencia o extensión fijas. La cancha se ablanda siempre y se ensancha o s­angosta según el humor o los ciclos del mar. </p><p>Claro que no es lo mismo el picado extensivo de cancha grande a dos arenas -mojada y seca- con arquero en playa vacía, que el denso picado de tiro corto y arco chiquito en la orilla. Son disciplinas diferentes, dos modos futboleros tan distantes como el pato y el billar. </p><p>La naturaleza misma y el tono del picado playero los impone, más que en ningún otro caso, la pelota. El cuero o las variables sintéticas acepta­bles dentro del tamaño y peso del reglamento determinan un cierto grado de previsibilidad en el desarrollo: hay quienes juegan bien, quienes no saben, quienes chapalean con autoridad en la arena seca, quienes sutili­zan el toque sobre tenues películas de agua salada. </p><p>Sin embargo, el uso de otro tipo de pelota -cualquiera sea y son muchos- introduce variantes locas e impredecibles. Tomemos dos casos ejemplares y contrapuestos: la liviana de plástico infantil, que tiende a globo, y la tradicional de goma, más chica, pesada y dura -la mítica Pulpo, digamos- hoy en franca decadencia o riesgo de extinción.</p><p>Intentar jugar al fútbol con una pelota plástica y liviana en la ventosa playa es una de las empresas más descorazonadoras, estúpidas, amargantes y des­esperadas en las que puede llegar a embarcarse un futbolero adicto. Y sólo en estado de necesidad extrema. La afirmación se basa en dos datos irrefuta­bles. El primero, que como la pelota está concebida para el juego infantil y es, por lo tanto, sensible al leve impacto y dócil en el corto recorrido, el tra­tamiento brusco yel golpe violento la tornan incontrolable: cambia de direc­ción, frena en el aire, etc. El segundo dato es que la competencia con pelo­ta plástica provoca situaciones de juego y posibilita destrezas o genera actitu­des en las que predominan la entrega puramente física -agilidad, resistencia al cansancio- no exrrapolables fuera de ese contexto particular. </p><p>Así, la aparatosa chilena o el forcejeo confuso que incluye arrojarse con asiduidad y vigor a los pies del rival no son avatares frecuentes ni reco­mendables en la competencia sobre terreno regular y con pelota normal. Además, la conjunción de piso de arena y pelota plástica es culpable de un fenómeno singular: el arquero de playa. Se trata de uno de los espejis­mos veraniegos más comunes entre los varones: creer que -con dos o tres voladas y manotazos providenciales- uno puede ser arquero. </p><p>No es así, claro. Devuelto al potrero, a la cancha de fútbol 5 habitua­les, al pelado césped, a la dura alfombra plástica y a la contundente pelo­ta de cuero, el arquero de playa arruga. Es que acaso el mal mayor de la liviana pelota plástica sea uniformar confusamente para abajo: todo es igual, cualquiera puede. Y no es así. </p><p>La pelota plástica y liviana suele ser, por supuesto, el instrumento uti­lizado en deplorables picados extensivos, abiertos, familiares, laxos, con chicos que enmin y salen y gordos que quedan tendidos para no levantarse más. </p><p>A la inversa, la dura, pesada y más pequeña pelotita de goma es excluyente, asignatura de rigurosa disciplina y protagonista del picadito corto entre especialistas. Maniobrar con ella -descalzo, claro, pues exige sensi­bilidad y tacto sutil- incluye la utilización de un lance de juego casi des­terrado en la competencia en terrenos más amplios y con pelota normal: la pisada. El pisador de playa mojada, con túneles y rabonas incluidas, es un espectáculo raro y deslumbrante cuyo número estrella es el gol de caño al defensor parado mezquinamente en la raya. </p><p>Ese malabarista rastrero y dribleador vertiginoso suele ser, como el arquero de playa, difícil de extrapolar. La Pulpo picante -por saltarina, por irritante al impacto- es su navaja de lidia corta. Cuando los espacios yel instrumento de juego se agrandan, el pisador playera se diluye: su habilidad para enhebrar agujas no luce en la trama gruesa de un partido formal. </p><p>Si soberbios rugbiers se han jactado siempre de su caballeroso tercer tiempo, el picado playero puede ostentar con orgullo su postrer chapu­zón igualitario. Los mismos hombres dispersos que convocó el hipnótico botar de la pelota se despiden y agradecen mutuamente tras el último gol, para entregarse al sabio mar, testigo mudo de la hazaña y el oprobio. </p><p>Después, no queda nada; sólo el temblor de las emociones. </p><p><strong>Juan Sasturain</strong></p><p>Foto: Elliott Erwitt, "Rio de Janeiro" (Magnum fútbol)</p>

El picado playero

Verano, tiempo de descanso, de calor, de disfrutar del agua, el mar, las playas. Y también de un libro, una lectura que acompañe el paso de ...

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La larga carrera de Burruchaga contra la muerte

Siempre intentamos publicar algo relacionado con la literatura y el fútbol. Coincidiendo con la Feria del Libro de Buenos Aires, que cierra sus puertas el próximo lunes, creemos que un muy bonito relato de Juan Sasturain sobre el momento cúlmine de Jorge Luis Burruchaga en el mundial de México era una buena excusa para juntar las dos pasiones.<br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198454830077349314" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY4Ex69YWnwa39XCzDx1WgTGNlATd_YVAz3oAH-6dRrYNauztfjIL2_qrRE9IPP9JrBclWclh3X4GnVEia7bRmMcVeGGWG43KDh8IN9wK1VJsGe2-Apy6r9H_C-uwOT8ggk9Qm_mbR1mQS/s400/Burruchaga_Alemania.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><br /><strong><span style="font-size:130%;">La larga carrera de Burruchaga contra la muerte </span></strong><br /><strong><span style="font-size:130%;"><br /></span></strong></span><p>El miedo es, siempre, el único enemigo a vencer. Así en el área como en la cama, en la vida en general. No es diferente lo que pasa porque uno se saque o ponga pantalones cortos o largos, entre a escena, salga por el túnel y enfrente a un arquero o a un señor de traje oscuro del otro lado del escritorio, a una dama de perfume oscuro entre las sába­nas. Se trata, simplemente, de qué hacer con el miedo, ese inquilino in­deseable. Está en juego la devaluada, acosada, asustada libertad. </p><p>Al respecto, siempre pienso que me gustaría haber visto -intérprete mediante o ni siquiera eso- las dos finales mundiales contra Alemania junto a Peter Handke. Por televisión, claro. La del '86, en un departa­mento aireado de Los Angeles, con la ventana abierta al mismo sol del Azteca; la del '90, sentados frente al alto aparato del bar de Linares, el pueblo de Andalucía donde el taciturno austríaco había ido a perderse por entonces. Porque al intratable Peter le complacen no sólo la sole­dad, las reflexiones sobre temas tan agotadores como el cansancio y la escritura breve y desolada sino el populoso fútbol. y -contra todos los pronósticos y los prejuicios- debe jugar o haber jugado sorprendente­mente bien. </p>Los azares de la circulación libresca nos han permitido leer su <em>Der Angst des Tormanns heim Elfmeter</em> bajo el para nosotros casi críptico tí­tulo de <em>El miedo del portero al penalty</em>, impune traducción de Pilar Fer­nández Galiana. Para nosotros sería algo así como <em>El miedo del arquero ante el penal</em>, supongo. Pero como décadas atrás nos sucedió con el ma­ravilloso <em>The Loneliness of the Long Distance Runner</em>, de Alan Sillitoe, traducido literalmente en Seix Barral como <em>La soledad del corredor de fondo</em>, las resonancias-equívocas entre nosotros-de ciertas palabras usua­les en España producen efectos de connotación devastadores: de qué nos estáis hablando, voto a bríos...<br /><br />Claro que Handke habla del miedo. Y tan bien. El arquero, sabemos, es un personaje aparte, trágico, otra cosa dentro de la cancha; no juega al fútbol sino que juega de arquero. En el equipo son todos iguales me­nos él. Todo dicho. Cómo no va a tener miedo, el diferente.<br /><br />Pero hay en el fútbol otros miedos, terrores y temblores más simples, con sus subespecies. El original, descalificador en la primera infancia, es el que descubre un tío agorero: "Este pibe le tiene miedo a la pelo­ta". De este diagnóstico difícilmente se vuelve. El miedo copa la para­da y ni siquiera se llega al fútbol.<br /><br />Ya metidos en el juego, y al volea, cabe mencionar el proverbial mie­do del delantero a la patada, tan usual como variable descriptiva en épo­cas de árbitros sin tarjeta e impunidad golpeadora: había delanteros guapos y delanteros cagones, se decía. Cuestión de agallas, juego de hombres, ese tipo de variantes.<br /><br />Por otro carril -físicamente contiguo al del jugador- va el miedo del árbitro al linchamiento, dellinesman al botellazo y del director técni­co a la barra brava de su club. En todos los casos se trata, como en el ejemplo del delantero, del miedo en estado puro, que aflora ante la in­minencia de la agresión física. De él surge la necesidad imperiosa de sa­car el cuerpo, de preservado. Si el miedo se impone, sobreviene la ruti­naria torpeza de la mediocridad.<br /><br />Porque el delantero que huye del área, el árbitro que no da el penal contra los locales y el técnico que concede un cambio apretado por las amenazas partidarias son modulaciones pobres, variantes sin vuelo de la cobardía, el error, el módico bochorno humano. Es decir: no hay grandeza ni siquiera en la claudicación.<br /><br />Por eso, sin desdeñar las razones nacidas de los meniscos y el sueldo amenazado o de una nuca demasiado expuesta, creo que hay otro tipo de miedos más sutiles y poderosos generadores de la 'gloria o culpables de la tragedia. Son los que hacen que un hombre, ante determinadas circunstancias, no se juegue el cuerpo sino el alma -o lo que sea que lo anime- y se anime o no se anime o se anime mal. Vamos a hablar de hombres de cara al destino o al sentido, que por algo es anagrama.<br /><br />No es casual el recuerdo del Mundial de México, situación límite. Y ahí son ejemplares algunas modulaciones del miedo. Lo que va de su im­perio absoluto -"Si perdía la final no podía volver a la Argentina", dijo Bilardo- al desprecio mayor en los goles de Maradona a los ingleses, dos saltos al vacío, transgresión pura, morisqueta al miedo: tocada de culo (con la mano) a la Ley, y gambeta, evasión, esquive, a la Táctica.<br /><br />Pero Bilardo y Diego, ejemplares, contrapuestos, complementarios, tienen una relación extrema, excesiva, con el miedo. El técnico lo res­peta, lo reconoce dentro de sí, le hace un lugar en su alma y en la can­cha, lo domestica en la convivencia de años: es lo que es porque sab tener miedo. El Diez, a la inversa, lo niega con su sola presencia: es lo que es -precisamente- porque no lo conoce.<br />Claro que no sirven para uno. Por eso me gustaría quedarme con otro protagonista no anunciado, ése al que le tocó estar ahí ocasional, úni­co, en la intersección definitiva y sin libreto ni certeza para su alma: es­tando 2-2 sobre el final y apretados, Diego la pone al vacío en contra­golpe -una vez más la cosa es por derecha- y allá va Burruchaga (va­mos con él) a buscar la gloria o la tragedia.<br /><br />Nunca he contado los segundos interminables de la larga carrera con la pelota al pie, pero todo cabe en esa agonía. Necesito a Handke a mi lado para que acompañe la vacilación alemana de Schumacher entre sa­lir o no, porque yo y otros millones nos concentramos en Burruchaga que va (vamos) corriendo con el último defensor, ese Briegle, muy atrás, pero con la marca del miedo en los talones. Y corre con la pelota al pie.<br /><br />Toda una vida está jugada ahí: tiene (demasiado) tiempo para pen­sar; sabe, siente que le ha tocado a él, que no habrá otra, que todo ten­drá sentido o dejará de tenerlo en unos pasos más. Es jugarse la vida a un toque contra el miedo.<br /><br />Y Burruchaga sigue, demora hasta el final, sale Schumacher y -leve, definitivamente-la toca por debajo de la panza de la muerte. Es gol.<br /><br /><strong>Juan Sasturain</strong>

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Puro cuento: fútbol y literatura

<p>Reproducimos un informe especial de Pablo Hacker publicado hoy por el diario La Nación:<br /><br /><strong><span style="font-size:130%;">La pelota literaria</span></strong><br /><em>Cada vez hay más cuentos y novelas sobre la actividad, y las editoriales ven un mercado redituable; la sensación es que el deporte más popular del país, tantas veces criticado por los sectores ilustrados, logró liberarse de los prejuicios y ahora también está de moda en el mundo de los intelectuales.</em> </p><p align="center"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152393739693644386" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2UCJd3MCBPbHkgtlYuHtpZQc1V5bzHDB3t2BkUehDr-8kxuWaA10aDCRggJ0-93LbMUmdLVjyDupbdptKV4EJOO4fOUpA9ysVrjWVj1-cmaKNjMYU9fWipNoblJbGIb4UJSXISJLjUrU/s400/fontanarrosa.bmp" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><em><span style="font-size:85%;">Roberto Fontanarrosa: sinónimo de fútbol y literatura</span></em></p><p>Como fenómeno, el fútbol ha sido objeto de crítica por parte de distintos sectores intelectuales. "Desprecio este deporte y a las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan", dijo alguna vez el escritor británico Rudyard Kipling, en 1880, y, de alguna manera, inauguró los comentarios negativos. Más cerca en el tiempo y en una versión más nacional, Jorge Luis Borges también se despachó: "Es feo estéticamente. Once jugadores contra once, corriendo atrás de un balón no son especialmente hermosos", expresó. Estaba claro que entre las letras y la pelota no había amor. </p><p>Transcurrió el tiempo y el fútbol empezó a ser aceptado como parte de la cultura popular. En la Argentina, a mediados de los setenta, un grupo de hombres encabezados por Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa, quizá las dos mejores plumas futboleras de la Argentina, más Juan Sasturain y Alejandro Dolina, se decidió a escribir sobre el deporte que tanto amaban y así la ficción también se adueñó de la pelota, ya que por entonces lo más común era leer crónicas deportivas. </p><p align="center"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152393739693644370" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipp_AgrE3QT7o204ajiXv4kL-KFw7DOBL6lE2acTw9ZqE4cMWbm9j_eyhkRDAPYSQhR9MFyg-nZkt4vvU1SGpYHhHYU3zSK86Hpk2MCItN_DfPnLwoj9lo68gfMo1D2SefyRjAoSLfp3E/s400/soriano.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><em><span style="font-size:85%;">Osvaldo Soriano y la pelota</span></em></p><p>Hoy, el fenómeno ha crecido y son cada vez más las editoriales que apuestan por el fútbol. Hay cuentos, novelas, libros históricos e investigaciones periodísticas, todas con la N° 5 como referencia, y hasta una editorial especializada en estos temas como ediciones Al Arco (ver más <a href="http://www.lanacion.com.ar/deportiva/nota.asp?nota_id=976641&origen=relacionadas&origen=relacionadas">acá</a>). Incluso, algunas obras ya fueron <em>best sellers</em>, como <em>Y el fútbol contó un cuento</em> , de Alejandro Apo, y <em>Hablemos de fútbol</em> , de Víctor Hugo Morales y Roberto Perfumo, entre otras.<br />Según la Agencia Argentina de ISBN (International Standard Book Number), en 1996 se publicaron 21 títulos con la temática fútbol; mientras que, en 2005, fueron 65 los ejemplares, y, en 2006, 59. Dentro de la categoría narrativa argentina, hay 48 libros que contienen en su título la palabra fútbol, pero, desde la Cámara Argentina del Libro, aseguran que la cantidad sería mayor, porque hay muchos que escriben sobre este deporte, aunque al registrarlo no hacen ninguna mención temática. </p><p>"En la Argentina, hasta la década del sesenta, los sectores ilustrados separaban de la cultura a todas las manifestaciones que estuvieran fuera de las bellas artes y la literatura. El fútbol era un fenómeno desdeñable, que se asociaba a la irracionalidad de las masas", dice Sasturain, que a mediados de los ochenta publicó <em>El arco más grande del mundo</em> . Luego, sigue: "Con la cultura de masas, se amplió el concepto. A partir de los setenta, se empezó a mirar de otra forma algunas actividades y se visualizó a los escritores futboleros. Lo nuevo es que, a partir de los ochenta, el fútbol entra como elemento de ficción en forma regular". </p><p align="center"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152392369599076898" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcRVD7K7wsS8t77nqTu8fQvo8gGEtMSnvRXFIdPFVSOU9N5G9O0lBLYFcA7az497FyxMAo1jooWvdcqcDSQMYmckkSJMNdqHSmo9xTLzgAo7WsXXTDMAlFppLKZUOmnfeTkTh7CoQNn6s/s400/Literaturapelota_tapa.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /> <span style="font-size:85%;">Literatura de la pelota<em>: reedición del desaparecido Roberto Santoro</em></span></p><p>Hasta mediados del siglo pasado, prácticamente no había títulos futboleros. Apenas se pueden nombrar al cuento <em>Puntero izquierdo</em>, de Mario Benedetti ("Para mí, fue la obra fundacional de la literatura futbolera", destaca el periodista Alejandro Apo) o <em>Suicidio en la cancha</em>, de Horacio Quiroga. Con los textos de Fontanarrosa, cuya muerte el año último ha enaltecido a este tipo de literatura, y la aparición de la antología del poeta Roberto Santoro, <em>Literatura de la pelota</em>, que hace muy poco se reeditó, el fenómeno empezó a crecer, y hoy al recorrer alguna librería de la Argentina uno puede encontrar escritos sobre el tema del uruguayo Eduardo Galeano o del mexicano Juan Villoro, y también hay lugar para el libro de cuentos sobre la pelota de Larry de Clay, uno de los humoristas del programa de televisión <em>Showmatch</em>. En el medio, aparecen textos de periodistas deportivos, cuentistas contemporáneos como Eduardo Sacheri y biografías de deportes. Desde Diego Maradona hasta Marcos Di Palma. </p><p>"Abrimos un espacio necesario, porque estos libros eran rechazados por otras editoriales, que ahora ven lo que hacemos y están interesadas", piensa Julio Boccalatte, uno de los fundadores de Ediciones Al Arco, que en cuatro años editó por lo menos 25 títulos sobre deporte. En otros sellos, cada vez miran más hacia el sector, aunque descartan que sea un <em>boom</em>. "Había un preconcepto de que el fútbol no vendía, predominante en los ochenta y en los noventa. Cuando Planeta editó el libro <em>Yo soy el Diego</em> , con la historia de Maradona, se descubrió que era un buen nicho comercial. Ese libro vendió más de 300.000 ejemplares", explica Ignacio Iraola, director editorial de Planeta. </p><p>"El fútbol es un tema de interés masivo y ya se transformó en mucho más que un deporte. No avizoramos un agotamiento del tema", cuenta Julia Saltzmann, subdirectora editorial de Alfaguara, que vendió más de 25.000 ejemplares con una antología de cuentos futboleros y que, el año último, editó un nuevo libro (<em>Y el fútbol contó un cuento</em>). "El auge de esta literatura existió siempre. Ahora, desapareció el desprestigio sobre estas historias", se suma Sergio Divinsky, de Ediciones De La Flor, el sello que se encargó de la mayoría de las obras de Fontanarrosa (ver más <a href="http://www.lanacion.com.ar/deportiva/nota.asp?nota_id=976640&origen=relacionadas">acá</a>). </p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152395646659123826" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWIx71acr6iBhcA6XyRwqCriuYz-dvNvVDZ8SH4e6jcKMLoBnyDl8fTEkerUiajM2MdA9kBl8d5wt9naw8aidXGuQdWpHu7fdFIG9OoooPss5k2noe-6DEKOcma8A75SUOmfIJzOWWUI0/s400/Apo.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /> <p align="center"><em><span style="font-size:85%;">Alejandro Apo, contador de historias</span></em></p><p>¿Cuál es la explicación de este fenómeno? "Hay una moda. Escribir sobre fútbol está más legitimado que antes, pero todo tiene que ver con el éxito editorial, aunque la gente de la literatura ahora lo respeta más", responde Sacheri, cuyos cuentos más conocidos son los futboleros, y su historia es bastante particular, porque sus escritos se oyeron primero en el programa de radio <em>Todo con Afecto</em>, de Apo, y luego se convirtieron en libro. </p><p>"El problema era que se criticaba al fútbol; no a la literatura. Ahora, este deporte ocupa un lugar de privilegio en los medios y está mucho más aceptado. Lo importante no son los temas, sino que los textos sean buenos", sostiene Sasturain. "Antes, una parte de los intelectuales consideraba al fútbol como el opio de los pueblos, porque distraía al público y había una condena muy fuerte", entra en juego Martín Caparrós, autor del libro <em>Boquita</em>. </p><p>El público parece que se acerca a este tipo de literatura. "A partir de los noventa, en el fútbol hubo un desequilibrio en favor del espectáculo televisivo, que dejó de lado la esencia misma del deporte. Paralelamente, se produjo una eclosión de relatos futboleros, que recuperan ciertos aspectos. Es como que se pudo ir a buscar a otro lado el placer perdido del potrero, de las tribunas", explica Sacheri. </p><p align="center"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152392373894044210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_1JCIf64BpizvwA4_l3oDO6TRLQc9DjARvN1Rko5e9TtHhD4zfeDWFIyJz0P7XvrOr59pSTFnp5fdmg_N1GdMm1UqEeDnAWOyWjHErzkGXV3lg73IjL_J-Y3iaooX9aLyIrZPCeTtY0U/s400/sacheri.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /><em><span style="font-size:85%;">Eduardo Sacheri</span></em></p><p>"El fútbol tiene mucha carga afectiva, pega en terrenos subjetivos, que son la fuente de la literatura y se conecta con muchos conflictos humanos: la hombría, la relación con el padre, los vínculos colectivos, el sabor de la cotidianidad", afirma Saltzmann. </p><p>En esta nueva relación entre las letras y la pelota, el periodismo deportivo no ocupa un lugar menor. "En los ochenta, algunos hemos escrito de fútbol en medios en los que la pelota no tenía lugar. Cruzamos la práctica con el soporte", acota Sasturain. </p><p>Sin embargo, hay dudas sobre si este tipo de literatura está influyendo en la forma de escritura de los medios deportivos. "Depende de las libertades que brindan los editores para volar. Pero veo en las revistas cada vez más recursos", explica Sacheri. "En el periodismo, no hay una actitud de formarse desde la lectura", considera Boccalatte. </p><p>El interrogante es si este tipo de práctica corre el riesgo de agotarse. "Lo importante es ir más allá. Siempre dudo de quienes sólo pueden escribir sobre fútbol. Quizá puede pasar de moda", señala Saccheri. "Es un territorio a seguir explorando; hay que buscar aquellos lugares paralelos que todavía no se descubrieron", se opone Boccalatte. Caparrós lanza una advertencia y otra mirada: "No sé qué alcances puede tener. Me cuesta pensar al fútbol dentro de la literatura, porque un partido ya de por sí es un relato extraordinario. Cuando vemos un partido, somos chicos oyendo un cuento, ansiosos porque llegue ese final que nos encandile". </p><p>La relación entre la pelota y los libros avanza, y no hay peleas conyugales. Por ahora, no hay noticias de un acta de divorcio.<br /><br /><strong>Críticas de todas las ideologías, según Sasturain</strong> </p><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152392373894044226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrN1eMCp86K-WN8vAwefI_YuWlx1iEq7yZK6fdpjcFtl4uZvptQvpzcD-Dv-H-jtTDDjCZpU3pFew422slEl0s7xlFNNoKzEdyNemHcouVkENUduxVAVCEgsOKDFGh_M-s2qe4aEN1UqY/s400/sasturain2.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" />"En la Argentina, el fútbol fue criticado por los puristas desde su profesionalización, en la década del 30. En los sectores de derecha, había un desdén hacia la pelota por considerar a este deporte como una práctica popular. Desde la izquierda, el progresismo consideraba a todo lo que fuera entretenimiento como alienación y pan y circo. Recién a fines de los sesenta se lo empezó a mirar de otra manera", contextualiza Juan Sasturain.<br /><br /><strong>Camus no duda y le da las gracias al fútbol</strong> </p><p><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5152392365304109586" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgylSJ-5SZ0hPEtrmNbjN5UTBKVjVfjZp20lAxUyD0HC6DGu49f4lYu9VtPk24XmYzKvjO0uphKGSrd1LBzP6w-939nyJnheHyVPsvqGMy2uYUEOYGPTuB0UvflPv7XD1luJw1hWyDKY3Q/s400/camus.jpg" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" /></p><p>"Tras muchos años en los que el mundo me ha brindado innumerables espectáculos, lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol", escribió Albert Camus, nacido en Argelia y una de las mejores plumas en lengua francesa, que fue Premio Nobel de Literatura, en 1957. Camus, que murió en 1960 en un accidente de tránsito, era arquero o delantero, pero su carrera como futbolista se interrumpió a los 17 años por una tuberculosis.</p>

Puro cuento: fútbol y literatura

Reproducimos un informe especial de Pablo Hacker publicado hoy por el diario La Nación: La pelota literaria Cada vez hay más cuentos y novel...

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