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El entrenador analiza el famoso paladar de los Rojos y se sumerge en su historia personal, de la superación a las miradas desconfiadas.


Desde el palco presidencial se tiene un panorama perfecto. La mirada cubre cada rincón del césped y abarca ambas cabeceras y el lateral que da a la calle Bochini. Leandro Stillitano, 39 años, se tienta, saca el celular del bolsillo y se guarda la foto de un luminoso mediodía de enero con el estadio vacío: “Ya había estado antes acá, pero no deja de sorprenderme la amplitud de esta vista”, dice como si tuviera necesidad de justificarse.

Aunque el impacto inicial ya haya pasado, en el hincha común y hasta en el propio protagonista perduran algunas dosis de sorpresa: ¿en serio Independiente le confió el equipo a un técnico cuyas únicas experiencias como entrenador principal fueron en San Martín de Burzaco y Juventud Unida hace más o menos una década? Asombroso o no, quien fuera ayudante de Ariel Holan en el exitoso ciclo de 2017-18 y más tarde asistente de Gustavo Quinteros en Xolos de Tijuana y Colo Colo estrenará su currículum como máximo responsable de un plantel de Primera División sentado en el banco del Rojo, ese club que en los últimos tiempos ha coleccionado más problemas que títulos, más allá de seguir luciendo su indiscutible pedigrí de Rey de Copas. “Esta es la oportunidad de mi vida profesional. En el futuro puede haber mejores en otros aspectos, pero deportivamente esta siempre será la mejor”, avisa.

– Hugo Ibarra, Martín Demichelis, Javier Gandolfi, Abel Balbo, vos: ¿a los dirigentes del fútbol argentino se les abrió la mente o se les cerraron las cuentas corrientes?
– A veces la excusa no es solo un tema de billetera sino de oportunidades, y los dirigentes las están viendo en algunos entrenadores. Hay muchos ejemplos, desde Ariel Holan a Lionel Scaloni. En Independiente empezó una nueva etapa de gestión y la comisión directiva tuvo la fortaleza de darle la posibilidad a alguien que todavía no tuvo experiencia en Primera, pero sí un recorrido como para apoyar un proyecto integral. En algún momento todos empezamos y ahora me está pasando a mí.

– Una especie de leyenda urbana dice que lo primero que los jugadores miran de sus técnicos es su currículum. Vos eras casi un desconocido, ¿el día de la presentación ante el plantel sentiste que te miraban preguntándose quién es este tipo?
– Los jugadores son lo más importante de este mundo. Si miden las cosas por ese lado me quedo tranquilo porque como asistente tuve la suerte de ganar cinco títulos y una Promoción. Pero mi mayor tranquilidad es sentirme preparado para este momento. Me inicié como técnico en San Martín de Burzaco y después fui yo quien decidió buscar otros conocimientos y herramientas para poder transmitir esos saberes el día de mañana, es decir, hoy.

– La nueva camada de técnicos también genera cambio de métodos de trabajo. ¿Llegó el final del empirismo de los viejos tiempos?
– Todos los entrenadores tienen sus métodos y todos son respetables. Soy de los que siguen creyendo que el ojo del entrenador termina siendo el mejor GPS, porque uno se va dando cuenta de lo que les pasa a sus jugadores. Pero cada vez se necesita una mayor preparación, de quien encabeza el grupo y de todo el cuerpo técnico.

– Hace seis años llegaron con Holan a Independiente y el mundillo del fútbol los miró con cierta sospecha por su utilización de drones, ¿cuando hablás de preparación, te referís al uso de la tecnología?
– La tecnología se veía anormal acá, pero en Europa se usaba desde hace años porque demostró que ayuda a achicar los márgenes de error. Todo es corregible viendo videos: perfiles, malas posturas de marca, de ataque, de recepciones y ejecuciones; y los datos de los GPS nos permiten controlar la carga física o prevenir lesiones. Después llega el domingo y definen los jugadores, pero en la semana todas esas herramientas resultan clave.

– El plantel de Independiente lleva unos años muy complejos, por resultados y por cuestiones económicas. Ahora hubo un recambio grande de jugadores, ¿qué vestuario encontraste?
– Encontré un grupo de jugadores con enormes ganas de crecer. Han venido futbolistas importantes desde el punto de vista humano y profesional que van a aportarles muchísimo a los más jóvenes dentro y fuera de la cancha. Independiente hoy tiene un plantel con un buen presente y un mejor futuro porque hay muchos chicos que pueden darle cosas valiosas al club.

– En lo futbolístico el pasado reciente no parece alentar el optimismo.
– En mi trayectoria como ayudante de campo aprendí que lo más importante de un jugador está en la mente. Incluso por encima de lo físico, lo conceptual y lo estratégico. En Independiente la presión es máxima. El primer partido en la etapa de Holan fue acá contra San Martín de San Juan y a los 11 minutos ya empezamos a escuchar el murmullo de una platea que, si no es la más exigente del país, pega en el palo. Por eso es clave que los jugadores estén bien de la cabeza. Nosotros tenemos que prepararlos de manera integral, eso también es hacerles saber que algo así les puede pasar y darles las herramientas para que superen el momento.

– ¿Por eso hace falta gente con experiencia? El promedio de edad del plantel ha disminuido, pero por ejemplo también llegaron Martín Cauteruccio o Damián Pérez, que rompen la norma.
– Es cierto, pero están Cauteruccio, Iván Marcone como líder principal, Rodrigo Rey y Sergio Barreto, que si bien todavía es joven ya lleva muchos partidos en Primera. Y Pérez o Joaquín Laso nos ayudarán a capitalizar a los más chicos de otra forma. Quizás, por una cuestión de edad, no tengan poder de reventa por ellos mismos, pero sí a través de los conocimientos invisibles que les transmiten a los Vallejo, Mastrolorenzo o Hidalgo, pibes que necesitan ese tipo de acompañamiento para explotar.

– ¿Cuál es tu balance del rendimiento del equipo hasta ahora?
Muy positivo, y esto va más allá de haber ganado el torneo de San Juan, que a estas alturas es casi una anécdota. Nosotros fuimos a buscar cosas que no se ven por televisión, como amalgamar el grupo, que empiecen a conocerse los nuevos con los que ya estaban, que nazca una comunión entre ellos. Y fue muy bueno ver que terminaban la cena y se quedaban una hora de sobremesa charlando. Después, en cuanto al juego hubo cosas buenas y otras para corregir. Hay que tener en cuenta el contexto. Boca es un equipo consolidado desde hace más de un año y nosotros estamos en formación. Aun así, los chicos entendieron lo que debíamos hacer y también la respuesta física cumplió con lo que queríamos. Con Everton buscamos equiparar carga de minutos y que a la vez que se vea una idea de juego. Se logró por momentos, ahora hay que conseguir que esos momentos duren más tiempo.

– Desde el primer día dijiste que tu objetivo es que el equipo respete el estilo histórico del club para que la gente se vea identificada con la propuesta, ¿hasta dónde se trata de una meta posible con un plantel sin un Bochini, un Marangoni o un Burruchaga?
– El club está en un momento de cambio y noto que la mirada de la gente hoy es positiva. Sabe que la situación es muy diferente a otros tiempos, que un equipo no se arma de un día para el otro, y percibo que hay una predisposición a tener paciencia. Es verdad, no están ninguno de los que nombraste, pero el hincha también puede sentirse identificado con “la pierna fuerte y templada” que se canta en la letra del himno y con ver que los jugadores dan todo lo que tienen durante los 90 minutos.

– ¿El 4-2-3-1 es inamovible?
– Me parece la alineación con mayor equilibrio. Puede variar porque los rivales y sus estrategias no son todas iguales, pero más allá del “número telefónico” pretendemos que no cambie el sistema, la manera en la que vamos a jugar, que es intentando ser agresivos e intensos también con la pelota.

– ¿En qué lugar de la cancha se va a parar el equipo para lograrlo?
– Me gustaría que fuese lo más lejos posible de nuestro arco, pero hay que saber dónde esperar y presionar según los momentos. Hoy el equipo que no tiene la pelota debe retrasarse y defender, y eso puede ocurrir en campo rival, media cancha o en nuestra área. El Mundial fue un claro ejemplo. Los que llegan a las fases finales de los grandes torneos son los que juegan como equipo, acá o en Europa. Ya casi nadie gana un partido por su cuenta.

– ¿Y en el ataque cuál va a ser la fórmula?
– Para defender bien hay que atacar mejor. Tenemos que estar preparados para contrarrestar todo lo que los rivales nos pongan por delante y ser inteligentes en la prevención de contragolpes. Para eso tenemos que encontrar espacios moviendo muy rápido la pelota. Habrá que tener mucha intensidad y movilidad, también para la recuperación rápida tras pérdida.

– Ahí volvemos a la calidad individual de los jugadores, ¿Independiente tiene la materia prima necesaria para darle velocidad a la circulación y crear esos espacios?
– Jugar con jerarquía es lo que por ejemplo hace Messi, que recibe un pase a la perfección y lo devuelve mejor, para aprovechar la carrera del compañero, para que la pelota le llegue al pie de adelante o al más alejado del rival. Nosotros tenemos jugadores con muy buen pase y recepción y estamos trabajando para achicar los márgenes de error. Es la parte más difícil. Para dar saltos importantes hay que ajustar estos detalles que parecen mínimos, pero no lo son.

– ¿Cómo lo va a pasar la gente que vaya al Bochini este año?
– Estoy esperanzado de que van a ser felices viendo al equipo y se van a sentir identificados más allá del resultado. A eso apuntamos. Solo les pedimos que tengan paciencia.

Giménez y López, los dos apellidos que encienden la ilusión

Los únicos dos amistosos disputados por Independiente en la pretemporada que pudieron verse por televisión (empate con Boca y triunfo ante el Everton chileno) dejaron en el aire un par de nombres propios que alimentan las ilusiones del hincha. Uno es Matías Giménez, de 23 años, centrodelantero llegado de San Martín de San Juan; el otro es Kevin López, de 21 años, volante procedente de Quilmes. Leandro Stillitano lo sabe: “Ellos dos, y también Baltasar Barcia, resumen la idea que hoy tiene la institución: traer jugadores que se integren al club y que a futuro puedan tener un cierto poder de reventa”.

Giménez jugó contra Boca y enseguida llamó la atención. El técnico de los Rojos se entusiasma con sus virtudes: “Es dúctil con la pelota, tira muy buenas diagonales, puede salir a apoyar, tocar y asociarse generando espacios; y defensivamente será muy útil a nuestra estrategia de presión porque corre a los defensores y los va a entregar cansados”. Aunque sobre todo resalta un aspecto: “Me demostró que quería estar acá. Sabía a qué club venía, también en lo extradeportivo, e hizo esfuerzos por estar en Independiente pese a tener otras opciones”.

El turno de López fue contra Everton y también lo aprovechó. “Tiene un pie ‘educado’, que da el perfil justo para ser jugador de Independiente. Puede ser doble cinco, enganche o interior, toca muy bien para adelante y tiene una interesante visión de juego”, lo define Stillitano, que conoce muy bien lo que significan estos primeros elogios, y por eso pide un favor: “Por ahora, a estos chicos hay que dejarlos tranquilos para que solo hagan lo que saben”.

Rodolfo Chisleanschi
Diario La Nación, 17 de enero de 2023

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