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Hace una semana el Rojo se quedaba con su 16º corona internacional al vencer a Goiás por penales, en la final de la Copa Sudamericana. Nosotros todavía no podemos caer de la emoción, y queremos seguir de vuelta olímpica.

Qué alegría más grande nos dio Independiente cuando menos lo esperábamos. Qué momentos de emoción viviendo esos penales a los que no queríamos llegar, pero paradojas del destino, viendo cómo estábamos físicamente en el suplementario íntimamente ansiábamos llegar.

Qué generoso es el fútbol cuando logra que un plantel achacado y disminuido física, futbolística y anímicamente logre recuperar fuerzas y dar un plus para mostrar un temperamento que a nosotros nos gusta decirle mística y de pronto algo se ilumina y gritamos y nos abrazamos todos en la tribuna, sin importar si te conocés o no, cuando Tuzzio la clava en un ángulo...

Qué bien nos hizo a todos disfrutar hace una semana del 16º título internacional de la historia del Rojo, conseguido luego de ¡quince años! de no alzar una Copa. Qué lindo poder volver a gritar aquello de "El Rey de Copas" o "De Avellaneda salió el nuevo campeón".

Qué emocionante ver aquellas camisetas Rojas todas juntas, llevando la Copa en el césped, cantando desde las tribunas para que "15 años, 180 minutos, 1 alargue y 9 penales después", como titulamos en nuestra última Editorial, desahoguemos tantas ganas de festejar juntas, que no cabían en las miles de gargantas que pudieron acceder al inconcluso Libertadores de América, y los millones de hinchas que lo siguieron por TV, radio, internet o como pudieron, desde todo el mundo.

Qué lindo es decir, señoras y señores, acá está el campeón, soy hincha de Independiente. Gracias, Rojo querido, por esta nueva alegría.

Emiliano Penelas

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