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Hace rato que Independiente está en recesión futbolística, ofrece cada vez menos en los intereses y su juego va en caída libre. Como la situación mundial, este equipo tiene su "riesgo país" del color de la camiseta. El domingo, ante un River último, se juega un clásico devaluado.


No existe la autocrítica dentro del plantel de Independiente, y las declaraciones, irritantes muchas veces, sólo le asignan a la diosa fortuna la clave de por qué el Rojo no puede ganar los partidos. Como si se jugara bien, se sometiera al rival a una lluvia de ataques, sorpresa y calidad, de los protagonistas no salen otra cosa que ambigüedades dialécticas. No reconocer la crisis, como en el gobierno nacional, puede traer problemas.

Ni siquiera Miguel Ángel Santoro, que poco tiene que ver en esta historia de catástrofe que se vive, parece encontrar ya las motivaciones como para este equipo rescate algo de identidad y fútbol. No pareció servir el tirón de orejas de la semana pasada, cuando se les advirtió a los jugadores que los partidos que venían iban a ser un examen a futuro. Si fuera así, comenzaron todos con aplazo.

La pésima imagen que Independiente mostró en La Plata, comparable sólo quizás con lo exhibido ante Huracán, en el último partido de la era Borghi, no hizo más que demostrar que nada ha cambiado demasiado y que Santoro se equivoca al seguir bancando nombres que no han demostrado nada en el Club.

Además, claro, suren muchos interrogantes. Si Ángel Puertas en marcador central, y hace rato que viene completando 90 minutos en Reserva, ¿acaso no es alternativa para no seguir "inventando" puestos? Si Guillermo Rodríguez no está rindiendo, Ledesma no se siente cómodo reemplazando a Gioda, ¿Puertas no está para jugar? Inexplicable.

Lo mismo sucede con Depetris, quien tampoco ha tenido ni un minuto de acción desde que llegó al Rojo, excepto en los preliminares. Igual situación para algunos jóvenes surgidos de inferiores, como Matías Di Gregorio, un marcador lateral que pide otra chance; Diego Churín, nueve de área que ya tuvo un par de minutos en Primera; o el mismo Patricio Rodríguez, quien debería haber jugado más, y recién el sábado tuvo su primera chance en el campeonato, aunque se lo limitó demasiado.

Independiente enfrentará el próximo domingo a River en uno de los clásicos más devaluados del año. Del Rojo ya sabemos cómo es la cuestión, mientras que los Millonarios, últimos en la tabla, en la peor campaña de su historia, con 12 partidos sin victorias y eliminados de la Copa Sudamericana, vienen de despedir a su entrenador Diego Simeone.

Claro, los hinchas del Rojo sabemos también que hace una década que no se le gana a las Gallinas, y mal que nos pese, es un equipo que aunque venga mal pareciera que con tirarnos la camiseta en la cancha es suficiente para ganarnos.

Pepé Santoro deberá dar señales de cambio, de que así no se puede seguir, aplicar premios y castigos, mover un poco el carro, a ver si andando los melones se acomodan. Y si verdaderamente hay algo de fuego en el equipo, si realmente estos jugadores, este plantel quiere lograr algo en Independiente, o al menos quedarse para pelear su lugar de trabajo pensando en el año que viene, en su futuro, deberían comprender que ante River sólo servirá ganar, jugar bien, demostrar que la historia del Rojo se merece otro presente.

Emiliano Penelas

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Artalexis dijo... 13 de noviembre de 2008, 12:20 p.m.

Gracias Emiliano por interpretar con tanta claridad el sentir actual del hincha del rojo….
Me hago exactamente las mismas preguntas que vos Puerta, Depetris y otros…..
Reiterados rendimientos flojos tienen que pasar al banco un rato para ver si mejoran Mareque, Rodríguez, Nuñez, Ledesma, Calello, Centurión….