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En un nuevo relato de "Tinta Roja", el Ruso Verea lee el cuento "Tres Estrellas", de Claudio Gómez sobre la importancia del Rey de Copas en los títulos mundiales de la Selección Argentina , a un año del título conseguido en Qatar 2022. 



El mozo ve que el Gordo entra con el buzo del Dibu Martínez y se sorprende. Nunca lo había visto con camisetas de equipos, ni siquiera de Independiente. De la locura mundialista no se salva nadie, piensa el mozo. El Gordo, ajeno a comentarios y miradas, se sienta en la mesa de siempre.



–¿Cómo conseguiste tu talle? –lo recibe el Flaco Néstor.

El Gordo lo ignora. Lo mira a Mauro y con una seña le pide un cortado en vaso. La mesa que cada tarde se arma en ese bar de Valentín Alsina es muy particular: se pueden juntar cuatro, cinco, a veces alguno más, y todos son hinchas de equipos distintos. Por eso las tardes se gastan entre discusiones, chicanas y algunos gritos.

–¿De Messi no había para vos? –sigue el Chino.

–¿De Messi? Ni en pedo me hubiera comprado la de Messi. Elegí la del mejor jugador del Mundial. Y vos, mufa, callate que de pilchas sabés menos que de fútbol.

Todavía ni había probado el cortado, pero el Gordo ya empezaba a levantar la voz.

–A ver, díganme, ¿cuál fue el mejor jugador de Argentina?

Como si lo hubieran ensayado, el Flaco Néstor y el Chino responden en simultáneo:

–¡Messi!

–Ay, por Dios, ustedes se deben entrenar para ser tan obvios. Todo les tengo que explicar. ¡Qué querés con un mufa y un bostero!

El Gordo agarra el terrón de azúcar, lo abre con el mango de la cucharita, lo sumerge en el cortado y se dispone a explicar con tono pedagógico:

–Lo que pasa es que ustedes se quedan con los que salen en las tapas de los diarios, con la figurita que eligen esos periodistas que de fútbol saben menos que mi vieja, el Señor la tenga en la gloria. Seguro que en el '78 se deslumbraron con Kempes y en México con Maradona.

–¡Obvio! –vuelven a responder a dúo.

–¡Vieron! Yo me fijo en otra cosa, porque el jugador más importante no siempre es el mejor. Hay instancias, digamos, más esenciales, más determinantes, y es ahí cuando aparecen los distintos. Messi es el mejor del mundo, estamos de acuerdo, pero elegir hoy a Messi es dejarse llevar, a ver cómo se los explico, por razones emocionales. Ustedes me van a decir que era la copa que le faltaba, que los hijos, que tiene 35 años, que Antonella está buenísima, que el Diego desde el cielo no sé qué, todo bárbaro, pero paremos la pelota, pensemos un poco: ¿cuál fue la jugada que nos dio la Copa?

–El penal que pateó Montiel –aporta el Chino.

–¡Nooooo! ¡La tapada del Dibu, no jodas! ¿Se imaginan ustedes qué hubiera pasado si el franchute la embocaba? Chau Copa, chau Messi, chau los cinco millones de tipos en la calle, chau todo. Una final que ibas ganando dos a cero la perdés en el último segundo. Piensen en la depresión que habría ahora, toda una sociedad hundida nuevamente en la frustración. Hubiera sido intolerable. Este pibe evitó una ola de suicidios, posta.

–¿Para tanto?

–¡Pero claro! Por eso les digo que el héroe no siempre tiene el 10 en la espalda. Si no, fíjense lo que pasó en México. Lo mismo que ahora, vas ganando dos a cero y los alemanes te lo empatan. Se te viene la noche, no podés pensar, las piernas no te responden. Y ahí es cuando aparecen los ganadores. ¿Y quién apareció en México? El Burru, querido. Cuando arrancó esa corrida milagrosa yo ya sabía todo, porque lo conocía, ahí no fallaba nunca. ¡Lo que grité ese gol!

–Pero el Diego contra Inglaterra… –intenta intervenir el Chino.

–Si no, fíjense en Bertoni, por ejemplo, el gol que le hace a Holanda, y en la final, eh, nada de octavos, cuartos, esos partiditos que la mete cualquiera. Pero lo mejor fue el festejo, porque cuando Bertoni la metió se quedó adentro del área y lo gritó con los brazos en alto, paradito, nada de corridas, coreografías y esas pavadas, el tipo se quedó adentro del área y esperó que los compañeros lo fueran a abrazar, muy distinto a lo de Kempes, que antes había salido corriendo como si buscara al fotógrafo de El Gráfico, pero Bertoni no, Bertoni era otra cosa, les hizo el gol y con ese festejo les dijo ey, ustedes, los de camiseta naranja, ojo conmigo, miren que estoy acostumbrado a ganar finales, y a partir de ese momento los holandeses se entregaron.

–Vos no te sacás la camiseta del Rojo ni cuando hablás de los mundiales. Me tenés cansado –se enoja el Flaco Néstor.

–¡Ustedes son los que cansan! ¡Sigan escuchando al Pollo Vignolo!

El Gordo se para y encara para la puerta. Antes de salir, gira, mira para todas las mesas y anuncia con tono afectado:

–¡Tres estrellas tenemos!

Y cuando repara que había captado la atención de todos, los apunta con tres dedos de la mano izquierda y sentencia:

–Tres estrellas tenemos y son bien nuestras: el Dibu, Bertoni y Burruchaga.

Claudio Gómez 


Reviví Qatar 2022

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