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El descenso de River debería significar una voz de alarma para todo el mundo de Independiente.

Si bien Independiente hizo los puntos en el momento en que los necesitaba, no podemos dejar de pensar que estuvo muy cerca este año de caer en zona de Promoción, comprometido con los resultados y penando, calculadora en mano, con sacar los puntos que finalmente se lograron.

Desde hace años el Rojo suma malas campañas a nivel local, y sólo la temporada del Tolo Gallego, sostén con 68 puntos, es la que le dio aire al Diablo, que descontó una pésima campaña de 39 unidades, pero cosechó el año que se va apenas cuatro más, recordando que en el Apertura 2010 finalizó último con apenas 14 puntos.

Por eso, para no pecar de soberbia (la misma que sigue mostrando Passarella en sus declaraciones aún después de descendido) en Independiente se deberían tomar notas de los conflictos que llevaron al Millonario a su situación actual.

River no se fue a la B de la nada, sino por un sinfín de situaciones demasiado comunes en el fútbol argentino: pésimas decisiones dirigenciales; malas (y excecivas) contrataciones de futbolistas que no revestían jerarquía para vestir la camiseta del club; técnicos sin experiencia, o alejados de la historia de grandeza de la institución; amén de hinchas complacientes y periodistas que miran para otro lado.

Ojalá que todo esto sirva de experiencia para no andar el mismo camino de frustraciones que vivirán los hinchas riverplatenses los próximos doce meses, y pensar definitivamente en la grandeza institucional y deportiva del Rojo.

Emiliano Penelas

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