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En una noche de lluvia, fría y destemplada, Independiente no le dio nada a sus hinchas y cayó por 2 a 0 ante Newell's dejando otra vez una imagen lamentable, esta vez jugando en casa. 

El Rojo se hunde cada vez más, cada partido es más de lo mismo, y si hasta ahora mostraba algo distinto en casa con su público, la noche de lluvia y frío de este martes dejó en claro que no todo es el aliento que llega desde afuera y que cuando todo va en picada no hay salvación posible. 

Independiente hizo las cosas bien durante quince minutos, eso fue lo que le duró el partido. Tres tiros al arco, uno al palo, dominio de la pelota, superioridad en las líneas. De golpe, en la primera llegada de Newell's el equipo de Zielinski muestra su mandíbula de cristal. La defensa totalmente desequilibrada, y Ferreira que remata desde afuera para ponerla junto al palo izquierdo de Rey.

Desde entonces fue todo desorden y nervios en el Rey de Copas, y dominio de la Lepra que rápidamente llegó al segundo pero fue anulado por el VAR, lo que motivó las quejas y expulsión de Heinze ante la supuesta falta de Barcia. El Ruso mandó de cuatro al uruguayo, de los más flojos de la noche, y sacó a Luciano Gómez para que ingrese Vallejo. Nada cambió demasiado e incluso Rey, sobre el final de la etapa, terminaría salvando al Rojo.

En la segunda mitad todo se volvió peor, porque pasaban los minutos y se hacía exasperante la falta de ideas, de compromiso, de amor propio. Y a los 26 minutos otra vez la inoperancia defensiva. Un centro desde la derecha, un jugador rival que cabecea solo por el segundo palo y Elizalde, sin concepto ni técnica, se arroja de palomita y la mete de pecho dentro del arco. 

Si la mínima ventaja ya era irremontable, el 2 a 0 parecía el Everest para un grupo de caminantes amateurs. Nada pasó más que el tiempo hasta el final del partido y la bronca de los hinchas empapados. 

Emiliano Penelas

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