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La supremacía americana es un tema recurrente en este Mundial. Las explicaciones pueden ser muchas, aquí intentamos esbozar algunas.

El fútbol es un negocio, y aunque no es novedad lo que decimos, a veces las cosas de tan obvias de naturalizan y ya no se ven como tales. Parte de ese negocio es por ejemplo que la FIFA organice un Mundial con 32 selecciones, siendo que aún aceptando a más federaciones que países tiene la ONU, muchas de esas "finalistas" no presenten un nivel adecuado para jugar un torneo de estas características. De ahí a ver partidos o equipos soporíferos, sólo hay un paso.

Estamos convencidos de que por lo menos seis de los combinados que no pasarán de ronda en Sudáfrica (y algunos otros que sí lo harán) no dejarían mal parado a ningún equipo bien armadito del Nacional B local.

Muchos de esos "papeloneros" e impresentables son europeos. El Viejo Continente, comprador de talentos al por mayor en las tierras donde los jugadores "brotan de los árboles" como dijo el DT de Grecia sobre la Argentina, tiene cada vez menos talentos genuinos. Es así como aparecen expatriados o figuras que no serían bien vistas en las calles vistiendo sus camisetas nacionales. Nos referimos por ejemplo al recuerdo siempre presente de Francia campeón 1998, con un equipo lleno de hombres de las colonias o hijos de inmigrantes que serían blanco de todos los esfuerzos racistas de las derechas europeas.

También tenemos que el pentacampeón de Italia y actual de la Champions, el Inter, tiene su base de titulares entre 12 extranjeros, que el Chelsea inglés apenas suma tres "locales" en su once inicial, y así con el Bayern Munich, el Real Madrid y otros tantos de Europa a los que sólo escapa -por poco- el Barcelona.

No es extraño entonces que la UEFA presione cada vez más por jerarquizar un "mundial de clubes" en donde puedan exponer todo su poderío económico, y dejar de lado algunos malos tragos que sufren en los "mundiales de países" en donde los potreros (sud)americanos cada vez parecen pisar más fuerte y mostrar un sistema que compra lo que no puede generar.

Yendo a lo estrictamente deportivo, queda claro además que la Eliminatoria Sudamericana es un torneo fuerte, no sólo en su duración, sino en la jerarquía de sus equipos. En ese sentido, para el técnico español, Vicente Del Bosque, los americanos "están llevando la iniciativa en este Mundial, porque al jugar tantos partidos en la fase de clasificación, se han convertido en equipos como un club, auténticos equipos".

Esa idea cae por la borda si pensamos en el pésimo año y medio de la Argentina en el camino hacia Sudáfrica, y habrá que ver qué pensaría Del Bosque si sus jugadores debieran viajar más de 12 mil kilómetros cada mes y medio para jugar por su selección, cuando los combinados europeos tienen a la mayoría de los planteles dentro del mismo país, o a dos o tres horas de avión de distancia.

Por eso, ¿alguien piensa que Colombia o Ecuador, por nombrar a dos excluidos, serían menos que Eslovaquia, Serbia o Dinamarca, e incluso que no serían capaces de plantarse cara a cara con las pálidas versiones exhibidas por Francia, Inglaterra e Italia? Muchos europeos que sólo juegan eliminatorias contra combinados llenos de buena voluntad y nada más chocan con la realidad de que Paraguay, Chile o Uruguay son conjuntos fuertes lejos de Luxemburgo, San Marino o las Islas Feroe.

Para el ex DT del Real Madrid, Benito Floro, lo de Argentina y Brasil es comprensible, pero "la buena actuación de equipos como México, Uruguay, Paraguay o Chile se debe fundamentalmente al influjo de un hombre honesto que es un referente para muchos entrenadores: Marcelo Bielsa".

Quizás suene demasiado fuerte, y desconocedor del trabajo que llevan adelante el Tata Martino y el Maestro Tabárez, pero en tiempos en que Europa también importa técnicos, no deja de ser un dato menor.

Emiliano Penelas

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Anónimo dijo... 23 de junio de 2010, 11:48 p.m.

En Europa el nivel de vida al que pueden acceder hace que los jóvenes piensen en proyectos de vida menos azarosos que salvarse jugando al futbol, lo cuál es logrado por uno en un millón.
Es penoso que nos distingamos por esto.
Los estadios europeos son una réplica de los circos romanos que los poderosos llenan con malabaristas y gladiadores importados de las colonias para entretenerse.