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El Rojo le ganó a racing 2 a 1 y mantiene la enorme paternidad en el clásico de Avellaneda. El equipo de Gallego tuvo un muy buen arranque, pero le perdonó la vida a la academia y terminó padeciendo los últimos minutos. Igual, la alegría no tiene fin.

Final del partido: otra vez será, academia...

Primero hay que saber sufrir, y de eso sabemos... ¡y cómo! Pero después el goce es incomparable.

Independiente fue mucho más que racing, un equipo sin ideas ni fútbol que puso tesón en la segunda parte y hasta pudo haber conseguido un inmerecido empate, pero que debió haber caído por un resultado mucho más holgado. El Rojo sigue perdonando a sus rivales, como a Vélez la semana pasada, como a la academia en un primer tiempo que debió haber finalizado, por lo menos, con tres goles de ventaja arriba.

El equipo de Gallego se puso en ventaja casi desde el vestuario. Una buena corrida de Busse por la derecha del ataque, centro atrás y la aparición de Gandín, endiablado y en racha con el arco, abría el marcador. Con una muy buena labor de Piatti y Acevedo, más la colaboración desde el fondo de Matheu y Mareque, en uno de sus mejores partidos en el Rojo, racing no hacía pie y se veía sobrepasado en todas sus líneas.

Es que aquel gol tempranero demolió las primeras expectativas de los muchachos de Caruso, que salieron a esperar el partido y tuvieron que replantear el esquema. Obligado a salir, racing dejó muchos espacios en el fondo y el Rojo aprovechó el contragolpe.

Una gran escapada de Mareque, en posición de 10, entrando al área luego de un rebote y una pared, terminó en el penal que le cometió Aveldaño, casi a la media hora de juego. El Chipi tomó la pelota y no perdonó. El 2 a 0 era un resultado justo para un Rojo que era claro dominador. Lo pudo empatar racing con un cabezazo que dio en el travesaño, pero pudo aumentar también Independiente si no hubiera malogrado tantos contragolpes.

Darío Gandín y el penal que sería el 2 a 0 para el Rojo

En el segundo tiempo racing salió empujado por los 5 minutos en que su hinchada se dedicó a cantar. Y el polifunciomal Ledesma, que vino a cumplir la "ley del ex", justo se encontró con un gol a los 3 minutos de comenzada la etapa. La academia se fue al ataque, el Rojo perdió terreno y ya no mostraba tantas piernas para el contragolpe. Gallego se desesperaba en el banco pidiendo contención y ayuda para Acevedo, que sólo no podía en el medio, y allí apareció gigante la figura de Matheu, bien apoyado por Galeano, y creció aún más Mareque.

Si bien racing pudo haber alcanzado la igualdad, el Rojo volvió a contar con el empuje de Gandín y un par de llegadas que pudieron haber liquidado la historia, y que fueron mal resueltas en los últimos metros. Sin embargo, aún en la confusión de esos últimos minutos, Independiente intentó poner la pelota al piso y jugarla con tranquilidad.

Claro que el final del partido fue un desahogo grande y casi la certeza de que no nos ganan nunca más.

Emiliano Penelas

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