El futuro es lo que cada vez vemos más cerca. No hay más chances de fallar, o al menos eso parece, porque nunca se sabe con este plantel. Lo cierto es que si hay, al menos son sólo dos, por suerte. Seguramente el Ducó sea un hervidero el próximo sábado. Los hinchas de San Lorenzo aportarán lo suyo, visitando la casa de su máximo rival tras haber perdido el clásico, pero sin dudas los del Rojo irán a reclamarle a este plantel, a este cuerpo técnico y a esta dirigencia, mayor actitud y responsabilidad con el Club y su historia.
Mientras, Gallego todavía se estará debatiendo sobre qué hacer y cómo enderezar un plantel que parece haber nacido torcido, que no tuviera arreglo y que penara por las canchas argentinas como si tal cosa fuese la actitud normal de un equipo que en vez de pelear al menos por ingresar a una Copa termina haciendo una campaña para el descenso.
Y olvidándonos del partido del sábado, como queremos olvidarnos pronto de este calvario con nombre de Clausura al que por suerte le queda poco, ya hace rato que se habla de idas y venidas. De colgados, borrados y otras yerbas. De jugadores que deberán buscarse club y de otros que el Club deberá conseguirles un destino, si es que no quiere dilapidar el dinero invertido en lo que alguna vez se vendió como liebre, y fuimos a comprobar que era gato.
Mantenemos la esperanza de que las próximas compras, préstamos o incorporaciones se hagan a conciencia, pensando en jugadores de calidad que vengan a jerarquizar a la Institución y con ganas de lograr torcer este presente, para llenarse de gloria ellos mismos y dejar algo en la historia Roja.
Para eso, como para el sacrificio de quien se ponga la camiseta o el directivo que se encuentre a punto de tomar una decisión, es necesario trabajar, esforzarse y cumplir con la grandeza de Independiente. ¿Será mucho pedir?
Emiliano Penelas
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