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Reproducimos un artículo de los que nos tiene acostumbrados Ezequiel Fernández Moores, en donde poder, dinero, política y fútbol son la misma cosa.


El deporte, se sabe, suele vivir en otra galaxia. Los cuatro clubes europeos que animan esta semana las semifinales de la Liga de Campeones tienen una deuda conjunta de más de 2200 millones de euros. Pero el único al que parece preocuparle esa situación es el presidente de la Unión Europea de Fútbol (UEFA), Michel Platini. Para él, el fútbol "corre riesgo de sufrir una implosión financiera". Y la solución, vaya paradoja, es mirar a Estados Unidos. Porque si Wall Street careció durante años de todo control, el deporte de Estados Unidos, afirma Platini, es hoy en cambio el modelo a seguir por su sistema planificado de topes salariales, controles presupuestarios, fichajes limitados e ingresos redistribuidos de modo equitativo.

Al exponer en febrero pasado ante el Parlamento Europeo en Bruselas, Platini pidió apoyo político para implementar una reglamentación que siga ese modelo. No sólo por la situación cada vez más delicada que, según dijo, atraviesan numerosos clubes. Sino también porque los más poderosos que generan grandes ingresos contraen a su vez deudas gigantescas para comprar jugadores y pagarles sueldos astronómicos. Y las diferencias económicas con el resto terminan desnaturalizando la competencia, según una protesta que lideran los clubes alemanes, que, igual que muchos otros, están obligados a tener un mayor control en sus números.

De los cuatro semifinalistas de la Liga de Campeones, Chelsea debe unos 792 millones de euros; Manchester United, 772; Arsenal, 343, y Barcelona, cerca de 300. La prensa deportiva moraliza en sus editoriales sobre deudas, salarios y fichajes obscenos. Pero, obligada a vender ejemplares, reclama en sus portadas incorporaciones resonantes. Pasa hoy con Real Madrid, tras la humillante paliza propinada por Barcelona. Los diarios deportivos madrileños, necesitados de fabricar una nueva ilusión, dedicaron sus tapas del último lunes a anunciar el desembarco inminente del poderoso empresario Florentino Pérez en Real Madrid, con 250 millones de euros para comprar a Cristiano Ronaldo, Kaká y a quien se anote. Ya nadie habla de la deuda de 500 millones de euros de Real Madrid. Para qué hacerlo, si Deloitte & Touche ubicó a Real Madrid por cuarto año consecutivo como el club con mejor facturación en el mundo, con 365 millones de euros. El club presentó beneficios de 50 millones de euros en su último balance. "Puro maquillaje, ésas son las pérdidas", dice el dirigente opositor Eugenio Martínez Bravo. Ya hace unos años Real Madrid parecía al borde de la bancarrota. Pero el gobierno español recalificó los terrenos de su Ciudad Deportiva y lo salvó de la quiebra. Negocios privados. Dineros públicos. "Nos decían que el mercado no necesitaba regulaciones, que se ajustaba solo. Pero ahora vimos que eso no es verdad", dice Platini al justificar su reclamo de controles en los clubes, porque el fútbol -advierte- es como la economía en general."

La Premier League inglesa directamente se ríe del proyecto de Platini. ¿Topes salariales? ¿Cómo explicárselo a los jeques árabes de Abu Dhabi que compraron Manchester City y ficharon a Robinho pagándole casi 150.000 euros por semana? ¿Límites en las transferencias? ¿Y la nueva oferta récord de 70 millones de euros de Manchester United por el francés Franck Ribery? ¿No ofrecieron estos mismos jeques cerca de 100 millones de euros por Kaká en enero pasado a Milan? El Milan de Silvio Berlusconi y la Juventus de Gianni Agnelli, igual que el Inter del petrolero Massimo Moratti, dilapidaron millones en los ´90, hasta que el fútbol italiano fue obligado a sanear sus cuentas y por eso perdió su liderazgo europeo. Ayer era el ruso Roman Abramovich en Chelsea. Lo sucedieron los jeques árabes. Y ahora es el turno otra vez de Florentino Pérez. ¿Acaso no ha tentado Pérez a Cristiano Ronaldo con mejorarle en Real Madrid su salario anual de casi 12 millones de euros? La Liga española consideró normal el endeudamiento de sus clubes y no respondió a la alarma reciente de un informe de la Universidad de Barcelona que dijo hace unos días que la deuda de los veinte clubes de primera subió a 3500 millones de euros. Dieciséis de esos veinte clubes perderán sus patrocinios el próximo año y muchos no tendrán publicidad en sus camisetas, advirtió Angel Torres, presidente del Getafe.

La Premier League tiene una deuda global de más de 4000 millones de euros, un "doping financiero", según lo definió hace dos semanas una comisión parlamentaria. Y tampoco está dispuesta a frenar la extranjerización que tanto alarma a Platini. El propio Arsenal incrementó en estos días la participación de su accionista estadounidense, Stan Kroenke. Se suma, entre otros, a sus compatriotas Malcolm Glazer y Tom Hicks, dueños de Manchester United y Liverpool, respectivamente. Ellos tienen franquicias deportivas en Estados Unidos. Kroenke es dueño de los Saint Louis Rams (football americano) y tiene acciones en cuatro franquicias más. Glazer es dueño de los Bucaneros de Tampa Bay y Hicks de los Texas Rangers (béisbol). Pero parecen sentirse más a gusto en el fútbol europeo. Las Ligas profesionales del deporte de Estados Unidos carecen de descensos y ello le da estabilidad al negocio. Pero tienen regulaciones económicas impensables en el fútbol europeo.

No hay liga de fútbol en el mundo más "socialista" que la MLS, la Liga de Estados Unidos. La MLS controla los topes presupuestarios de 2,3 millones de dólares, de salarios y de fichajes de todos sus clubes. Contempla excepciones para un salario estrella (como David Beckham cuando ganó 6,5 millones de dólares en Los Angeles Galaxy). El mexicano Cuauhtémoc Blanco lidera ahora con 2,9 millones. Poco se habla de la legión de jugadores que cobran los mínimos de 20.000 y 34.000 dólares anuales. Es una reglamentación de topes salariales que sólo fue eliminada por el béisbol, pero que tiene su punto más alto en la NBA. La liga del básquetbol que tiene a Manu Ginóbili lo explica en una información resumida de ¡31 páginas! El acuerdo entre dueños de clubes y jugadores está tan regulado que consta en realidad de 425 páginas, incluyendo las penalidades impuestas a quien sobrepasa el límite. Ni qué decir del "draft" que ubica a los mejores juveniles en los peores equipos para equilibrar la competencia. De los contratos que deben ser respetados por las partes hasta su último día, sin amenazas de rescisiones caprichosas o extorsivas. O de los derechos de TV, que deben ser repartidos en partes casi iguales, del primero al último. Se trata, hay que decirlo, de un sistema que efectuó otras concesiones al show y que, además, se ve facilitado porque se trata de ligas nacionales, sin rivalidad con otros países, como sería el caso del fútbol europeo.

Una encuesta periodística de dos semanas atrás estableció, sin embargo, que el 40 por ciento de los hinchas británicos quieren topes en la Premier League, cuya media salarial es de 1,6 millones de dólares anuales. En general, por mucho que ganen, las estrellas del fútbol cobran menos que los astros de otros deportes y mucho menos también que los ejecutivos de Wall Street endiosados por la prensa económica hasta que la crisis destapó las miserias. Pero las cifras del deporte igual son obscenas, diría Dante Panzeri, que consideraba "injusto que la profesión de divertir produzca mayores rentas que la profesión de educar, producir o curar".

En las últimas semanas, también apoyaron los topes salariales solicitados por la UEFA clubes italianos y españoles. Son conscientes de una crisis que también impactará en nuestros clubes, especialmente en grandes como Boca y River, que siempre equilibraron su fuerte nivel de endeudamiento con ventas a Europa. Como sugirió en un informe reciente el diario La Gazzetta dello Sport , el fútbol anuncia tiempos de "pan, amor y fantasía".

Ezequiel Fernández Moores
Publicado por La Nación, miércoles 6 de mayo de 2009.

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