Independiente cayó sin atenuantes en el norte, jugando mal y sin poder doblegar a San Martín, que lo liquidó en el segundo tiempo con tres goles del chileno Canío. Para colmo, Montenegro erró un penal y si la derrota no fue mayor fue porque Assmann nuevamente fue figura. El clima quedó caldeado de cara al clásico, en donde los técnicos se jugarán la cabeza.
Volviendo al encuentro jugado en el norte del país, Independiente mostró más de lo mismo: flojeza para crear juego, sorprender, peso en el área rival, etc. Por su parte, San Martín (que ya había sorprendido en Avellaneda (cuando sólo se le pudo ganar por un gol de Gandín sobre la hora) ahora está más necesitado de puntos y salió a llevarse el partido por delante ante un equipo que es débil a la hora de defenderse.
El Santo hacía las cosas sencillas, e Independiente no sabía cómo apoderarse de la pelota, pero cuando la tenía, tampoco tenía ideas para crear sorpresa. Sin embargo, el encuentro era monótono, aunque el chileno Cristian Canío, en definitiva quien sería la figura del partido, empezó a asomar y con un cabezazo que supo tapar Assmann, increíblemente figura del Rojo a pesar de los goles recibidos.
Es que todo vino en el segundo tiempo, y desde el inicio nomás, cuando al minuto Canío puso el primero con un violento remate desde lejos, inalcanzable para el uno Rojo. Luego, apenas pasado el cuarto de hora legó el segundo de Canío, imparable para los defensores de Independiente.
Casi a la media hora el Rojo tuvo la chance de descontar en los pies de Daniel Montenegro. Matías Villavicencio lo había bajdo en el área Ismael Sosa (a esa altura Santoro ya quemaba las naves con los cambios) pero el Rolfi malogró el penal.
De más está decir que desde ese momento no hubo ni atisbos de reacción por parte de los de Santoro, y Canío cerró su show con otro gol más, esta vez de emboquilada, para dejar las cosas bien calientes esperando el clásico.
Emiliano Penelas
Canío, figura, escapa Moreira
Volviendo al encuentro jugado en el norte del país, Independiente mostró más de lo mismo: flojeza para crear juego, sorprender, peso en el área rival, etc. Por su parte, San Martín (que ya había sorprendido en Avellaneda (cuando sólo se le pudo ganar por un gol de Gandín sobre la hora) ahora está más necesitado de puntos y salió a llevarse el partido por delante ante un equipo que es débil a la hora de defenderse.
El Santo hacía las cosas sencillas, e Independiente no sabía cómo apoderarse de la pelota, pero cuando la tenía, tampoco tenía ideas para crear sorpresa. Sin embargo, el encuentro era monótono, aunque el chileno Cristian Canío, en definitiva quien sería la figura del partido, empezó a asomar y con un cabezazo que supo tapar Assmann, increíblemente figura del Rojo a pesar de los goles recibidos.
Es que todo vino en el segundo tiempo, y desde el inicio nomás, cuando al minuto Canío puso el primero con un violento remate desde lejos, inalcanzable para el uno Rojo. Luego, apenas pasado el cuarto de hora legó el segundo de Canío, imparable para los defensores de Independiente.
Casi a la media hora el Rojo tuvo la chance de descontar en los pies de Daniel Montenegro. Matías Villavicencio lo había bajdo en el área Ismael Sosa (a esa altura Santoro ya quemaba las naves con los cambios) pero el Rolfi malogró el penal.
De más está decir que desde ese momento no hubo ni atisbos de reacción por parte de los de Santoro, y Canío cerró su show con otro gol más, esta vez de emboquilada, para dejar las cosas bien calientes esperando el clásico.
Emiliano Penelas
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