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"Los partidos -dijo una vez Dante Panzeri- se juegan de lunes a sábado. Lo de los domingos es para la gilada." ¿Fue acaso para la "gilada" el 1-0 de racing a Huracán, como lo afirman furiosos hinchas del Globo en la Web, que aún hoy acusan a su propio equipo de haber ido a menos, pese a la categórica desmentida del DT Claudio Úbeda? ¿Y habrá sido también para la "gilada" el empate sin goles de racing con Independiente, como lo denunciaron hinchas de los Rojos, algunos en un panfleto anónimo que calificó de "mercenarios" a los jugadores y que provocó el enojo del DT Claudio Borghi? ¿Y fue para la "gilada" la acusación inicial -luego rectificada- del DT de Colón, Antonio Mohamed, contra Héctor Baldassi por el grosero penal que no sancionó el árbitro contra Estudiantes? ¿Y será entonces también para la "gilada" el decisivo partido racing-Colón de la última fecha del Clausura?

Pintadas en la sede de Huracán, luego del partido con racing

Los finales de torneo en el fútbol argentino estuvieron siempre cargados de suspicacia. Y los vínculos kirchneristas que se les atribuyen a los nuevos dineros desembarcados en racing no han hecho más que agregarle fuego a esa habitual hoguera que suele ser la lucha por evitar el descenso. Un libro reciente del periodista Alejandro Fabbri ("Historias negras del fútbol argentino") recuerda que los arreglos de partidos, en realidad, datan de los tiempos del fútbol amateur. La entonces muy inglesa Argentine Asociation Football evitándole un descenso a Quilmes, en 1911. Newell's acusado de intentar sobornar a un jugador de Rosario Central en un clásico de 1910 "¡Cómo ayudaban (los árbitros) a Boca y a River! A mí me daba lástima por los muchachos de los otros equipos", dice, en otro pasaje, el ex goleador Francisco Varallo.

El libro de Fabbri trata sobre partidos arreglados, arbitrajes escandalosos, sobornos e incentivaciones hasta los inicios de los '70. Un libro previo ("Disparate e inmoralidad en el fútbol", de Pablo Ramírez) recordaba el discurso de Ernesto Malbec al asumir como presidente de la AFA en 1934: "Es necesario, señores consejeros, que agotemos nuestras energías, que utilicemos todos los medios a nuestro alcance para que desaparezca para siempre esa sospecha terrible, bien o mal fundada, del soborno a los árbitros y a los jugadores".

El libro de Alejandro Fabbri, excelente

Que el arreglo de partidos no es patrimonio argentino ni de los tiempos modernos lo demuestra otro libro fabuloso: "Free the Manchester United One", que trata sobre un caso comprobado de arreglo en un clásico ante Liverpool de 1915. El libro es de 2003 y su autor, Graham Sharpe, intenta demostrar que la corrupción en el fútbol nació mucho antes de que aparecieran las casas de apuestas.

Un informe reciente del diario The New York Times afirma que las apuestas deportivas online movilizarán este año 20.000 millones de dólares. Y que esa cifra subirá a 150.000 millones de dólares en el mercado de las apuestas ilegales, esto último, sólo dentro de los Estados Unidos. Las apuestas, es cierto, no son las culpables de la corrupción. Pero sus notables dineros, hay que decirlo, ofrecieron nuevas y múltiples oportunidades. Paradójico o no, las garantes de la limpieza son hoy las propias casas de apuestas. La UEFA tiene un acuerdo de vigilancia sobre la Eurocopa que se disputa estos días en Austria y Suiza. La FIFA inauguró un acuerdo similar en el último Mundial de Alemania y el Comité Olímpico Internacional (COI) lo hará para los inminentes Juegos de Pekín. Las organizaciones deportivas precisan por un lado de ese control. Pero, por otro, establecen esos acuerdos para vender exclusividades, cobrar porcentajes y no quedarse afuera del gran negocio de las apuestas.

El fútbol siempre negó todo. Se refugió en lo difícil, "por no decir imposible", que resulta arreglar un resultado en un deporte que, además de árbitro y jueces de línea, tiene a once jugadores por lado y sus partidos suelen ser vistos por millones. ¿Cómo hacer para evitar que, entre tantos, no salte uno denunciando todo? Sin embargo, el propio país sede del último Mundial, Alemania, debió sancionar meses antes del torneo a uno de sus árbitros más conocidos, Robert Hoyzer, acusado de recibir 70.000 dólares por partido para favorecer a una red de apostadores croatas radicada en Berlín. También saltó el escándalo en el país que por entonces era campeón mundial, Brasil. Sólo que allí el árbitro Edilson Pereira de Carvalho cobraba diez veces menos que su colega alemán, a razón de 7000 dólares por partido. La Conmebol perdió silenciosamente a uno de sus árbitros favoritos, Gustavo Méndez, acusado de corrupción en Uruguay. E Italia tuvo que bajar a Massimo de Santis del Mundial alemán.

Luciano Moggi

De Santis era el favorito de Luciano Moggi, "monje negro" del calcio . Cuando estaba en Torino, Moggi intentó explicar que unas señoritas que él había presentado a árbitros en partidos previos de copas europeas sólo eran "traductoras". En Juventus, Moggi controló árbitros a los que regaló celulares suizos creyendo que así no podrían grabar sus conversaciones. Pero controló además a clubes, jugadores y entrenadores rivales. Y también a periodistas. El analista del programa más famoso de la TV le decía que el telebeam mostraba que un gol de la Juve había sido anotado cincuenta centímetros en offside. "¡Qué car..., dejalo en veinte!", ordenaba "Lucky Luciano". El colmo fue una victoria que Juventus precisaba ante Siena para ganar el scudetto 2005-06, que tiempo después le fue revocado. Tres-cero a los ocho minutos. "Payasos", gritaban los hinchas de Siena a sus jugadores, muchos de los cuales habían jugado en Juventus o pertenecían a GEA, la firma de futbolistas que manejaba el hijo de Moggi.

El fútbol, canal de emociones y pasiones populares, se niega a reconocerse en el espejo de los Moggi. Sancionó sólo después de que la justicia ordinaria denunció la corrupción. Así ocurrió en Italia. Y sucedió también en Portugal con el campeón Porto, de Lucho González y Lisandro López, cuya corrupción de 2004 derivó ahora en que la UEFA lo expulse de la próxima Liga de Campeones. ¿Y Polonia, dónde el escándalo que implica a 29 de los 34 equipos de primera y segunda obligó a anuncios de renuncia de las máximas autoridades que protegía la FIFA? No todos los casos son tan groseros como el del equipo finlandés Alliansi que, en 2005, un mes después de ser adquirido por un empresario chino, cambió al DT y nueve jugadores y se dejó perder 8-0 para pagar 8787 veces más en las apuestas. El periodista canadiense Declan Hill se apresta a publicar un libro que estudia a 137 partidos arreglados de Europa, Asia y Brasil. Los arreglos no son tan groseros. No hay 8-0 ni penales sobre la hora. Se trata, simplemente, de volantes que tiran pelotazos sin destino, delanteros que caen en off-side y defensores que cruzan a destiempo.

La Selección que venció 6-0 a Perú

La mirada suele ser exhaustiva si se trata de casos extranjeros. No es igual si golpea en nuestra puerta. El periodista Ricardo Gotta lanzó esta semana en las librerías el libro "Fuimos Campeones", a treinta años del Mundial '78. "Ellos supieron a quién tocar", dice a Gotta un futbolista peruano que participó del 6-0, la goleada más escandalosa en la historia de las Copas de la FIFA. "Ellos" es la dictadura argentina que, según dice ese jugador, sobornó a compañeros suyos. El rol de "Paquito" Morales Bermúdez, hijo del general que mandaba entonces en Perú, la llamada telefónica del propio presidente peruano al capitán Héctor Chumpitaz, el ingreso del general Jorge Videla con Henry Kissinger en el vestuario peruano, la oferta al zaguero Rodulfo Manzo, los cambios en la defensa, el relato minucioso de los seis goles e incluso del tiro inicial en un poste que estrelló Juan José Muñante (el único que no jugaba en Perú). Todo aparece allí. Como también la furia del futbolista peruano que dice a sus compañeros luego del 6 a 0: "Manga de m... espero que al menos repartan bien el dinero".

Ezequiel Fernández Moores
Diario La Nación, miércoles 11 de junio de 2008

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