En un partido durísimo, Independiente no pudo con Riestra e igualó sin goles en Avellaneda. El árbitro y el juego del rival fueron eje de las polémicas de una noche que dejó al Rojo con varias bajas.
Independiente perdió más que dos puntos frente a Riestra, pero hay varios condicionantes para el resultado de esta noche en el Libertadores de América Ricardo Enrique Bochini. Primero, enfrentar a un equipo astuto, que sabe jugar el partido que le conviene, que raspa y está siempre al límite. Sabe, además, que arbitrajes permisivos como el de Echavarría le dejan ir más allá de la cuenta y especula con eso.
Luego, una seguidilla de cuatro partidos en nueve días que deja al límite los físicos de un plantel corto, en donde los suplentes están en rendimientos muy por debajo de los titulares y por lo tanto no hay demasiada rotación. Y finalmente, lo que se viene padeciendo desde hace mucho, la falta de variantes a la hora de llegar con peligro al arco rival y poder concretar las situaciones generadas.
Así, a Independiente se le hizo cuesta arriba desde el inicio, cuando en solo 10 segundos un codazo dejó casi KO a Tarzia, o se encontró con un juez permitió pegar de más y no concurrió a ver ninguna de las muchas polémicas que se dieron en el área del Malevo.
Sin embargo, Rey también intervino y salvó en un par de ocasiones, y Cabral solo no puede. Genera juego, busca y are la cancha con visión del fútbol, pero le costó encontrar en quien apoyarse. Lomónaco desde el fondo se erigía en figura y Marcone cambió los silbidos del arranque por aplausos gracias a la entrega.
La salida de Galdames, lesionado, y luego la de Ávalos, aparentemente ambos con problemas musculares que hacen pensar que se perderán varios partidos, no fue un buen síntoma. El 9 se lesionó al ir a buscar el rebote al palo de un finísimo remate del 10, por sobre el arquero rival. La más clara del Rojo lo dejaba sin la chance de la victoria y sin su goleador.
Sobre el final, la expulsión de Cabral dejó nuevamente la bronca contra el arbitraje y la sensación de que habrá que tener la guardia demasiado alta para lo que viene.
Emiliano Penelas
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