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Independiente tuvo una tarde para el olvido en Paraná, donde comenzó perdiendo desde antes del minuto y pese a jugar con un hombre más durante 75 minutos, cayó por 3 a 1 ante Patronato. Lucas Romero, el descuento Rojo. Mirá el resumen.

Cargado de errores defensivos, de distracciones, de inoperancia, torpezas varias y sin una idea de juego aún jugando más de 75 minutos con un hombre de más, Independiente presentó una versión vergonzosa de sí mismo en Paraná. 

Antes del minuto el local se puso en ventaja cuando un pelotazo al área encontró cabeceando sólo a Axel Rodríguez. Barreto no marcó, Sosa no pudo llegar y el Patrón ganaba desde el vestuario, y hasta pudo aumentar porque en los siguientes cinco minutos tuvo chances clarísimas para estirar la ventaja.

Hasta que a los 15' un planchazo de Valdéz Chamorro terminó el expulsión, VAR mediante. El local quedaba con uno menos y las cosas parecían favorables a un Independiente que necesitaba despertarse. Pero ni así porque Sosa recibió solo una pelota y ante la presión de Acevedo intentó eludirlo, falló en el intento y el delantero anotó el segundo. 

El equipo no aparecía, pero Leandro Fernández aportó algo de amor propio, fue, peleó, buscó y consiguió el descuento. Sin embargo, otra vez el VAR definió la nulidad de esta jugada y todo quedó en nada. Unos minutos después el mismo Fernández tuvo un remate que un defensor sacó en la línea con ayuda del brazo, pero esta vez no hubo llamado para el árbitro. Benegas definió mal un mano a mano y sobre el tiempo de descuento fue Lucas Romero quien encontró el descuento para irse al vestuario con otra ilusión. 

Sin embargo, la tarde del lunes deparaba más sorpresas negativas para los de Domínguez, que ya parece no encontrarle la vuelta al funcionamiento de su equipo. A los 11' la pierde Rodrigo Márquez, que estaba en la cancha hacía un minuto por Poblete, Insaurralde se cae en el área, solo, inexplicablemente, y llegó el tercero de los entrerrianos. Lo que siguió fue un sufrimiento extendido a un equipo que ya no daba nada de sí, ni un poquito de amor propio para dar vuelta la pobrísima imagen que dejaba un lunes laborable por la tarde.

Emiliano Penelas

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