En la noche en que el Estadio Libertadores de América añadió a su nombre el de Ricardo Enrique Bochini también hubo un partido de fútbol. La carroza se convirtió en calabaza y el Rojo volvió a ser el de cada fin de semana. Fue 1 a 1ante el Ciclón, con gol de Silvio Romero, que también malogró un penal.
Ese Independiente que vuelve a hacer figura a su arquero, que tiene en sus jugadores apatía y resignación, aún en una cita especial como la de este domingo. Con San Lorenzo penando en el fondo de la tabla, aunque ya sabemos cómo le fue a este Rojo con los colistas del torneo.
Ni siquiera un golpe de efecto como haber anotado un gol al minuto del segundo tiempo pudo hacer que el equipo se ordene y busque la tranquilidad, asegurar la victoria, intentar golpear nuevamente a un rival que no mostraba nada. Hasta que llegó un penal, dudoso por parte del árbitro, que recurrió al juez de línea para cobrarlo, y un Ortigoza que no falla nunca que lo empató.
No obstante, el Rojo se encontraría con otro premio de esos que no abundan: un penal a favor. También dudoso, porque Lucas González entró al área y pareció que le pegaron un tiro, y aunque lo agarraron de la camiseta, la sensación de que Trucco buscó compensar quedó en el aire. Fue Silvio Romero, se paró frente a la pelota (cuentan que se lo pidió a Velasco) y Torrico atajó su remate. Ni el tiro del final le sale a este equipo que se fue silbado por otra noche decepcionante.
Emiliano Penelas
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