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El análisis de millones de datos permite conocer milimétricamente estrategias de juego, pero los estudiosos acercan también otras conclusiones: cuando hay partidos importantes, caen el consumo de pornografía y el delito.


¿Cuál es la mejor estrategia para salvarse económicamente sin tener que trabajar? ¿Ganar la lotería, hacer saltar la banca en el casino? Un trabajo reciente, realizado a partir de herramientas estadísticas aplicadas al big data (proliferación de datos en Internet), sugiere una opción menos convencional: tener un hijo en enero aumenta sensiblemente las chances de que llegue a jugar en primera división de fútbol, comparado con nacimientos en otros meses del año.

"La probabilidad no es levemente mayor: las diferencias son enormes, y en algunos puestos más todavía", explica Alan Daitch, especialista en big data, director de dos empresas de marketing digital y analítica (TicAds y Digodat) y miembro del Instituto Baikal. "Por ejemplo, un chico nacido en enero tiene un 500% más de chance de llegar a Primera que uno nacido en diciembre", precisa.

El trabajo que hizo Daitch fue detectivesco. Tomó los 929 jugadores de Primera División y analizó sus fechas de nacimiento: 35% salió del vientre materno en el primer trimestre del año, y sólo 16% en el cuarto. Lo primero que descartó fue que se tratara de un hecho aleatorio de 2015, y para eso revisó la misma variable para los diez años anteriores: los resultados no cambiaron. Los chicos "del verano" siguen corriendo con ventaja.

Daitch se preguntó entonces si en la población general hay una sobre-representación general de personas nacidas en el primer trimestre (lo que volvería lógico que una mayor cantidad de ellas terminaran en la Primera División). Consiguió los datos y la respuesta volvió a ser negativa: la distribución de nacimientos es pareja dentro de la población general en nacimientos durante los doce meses del año.

¿Qué hay detrás del misterio de los "cracks del verano"? La respuesta tentativa que más cierra es la que describe en su libro Outliers Malcolm Gladwell, al citar un estudio realizado por académicos canadienses con jugadores de hockey.

La lógica es la siguiente: hay determinados atributos de un jugador, como su talento, que pueden venir de nacimiento, pero todos los deportistas tienen un rendimiento que también se asocia a la cantidad de días de entrenamiento. En una escuela de fútbol o en las inferiores de un club se separa a "los de seis por un lado", "los de siete por otro", y así. Entre "los de seis", aquellos que hayan nacido en enero tendrán once meses más de juego acumulado que los que hayan nacido en diciembre. Once meses en la edad adulta pueden no hacer diferencia, pero en la infancia más temprana representan una distancia grande en desarrollo cognitivo y físico.

Luego actúa un "sesgo de selección" que refuerza el sendero: los "grandotes" (más probablemente los de enero que los de diciembre) y los más fuertes son fogoneados por los padres y técnicos de inferiores para que entrenen más y mejor, aprovechando sus condiciones. Por eso el desvío termina siendo más pronunciado para los arqueros (donde el tamaño físico importa más) que para los delanteros.

Como el personaje de la película Money Ball, un mago de las estadísticas que ayuda a Brad Pitt a sacar campeón a un equipo mediocre, Daitch recomienda a los clubes dividir sus inferiores por trimestres y no por año: "De esa forma, se podrían descubrir y promover talentos que hoy, por el sesgo del mes de nacimiento, terminan abandonando su carrera y no llegan a Primera".

La "lotería del día de nacimiento" ya fue utilizada en otros estudios económicos, con análisis de datos a gran escala de estos eventos azarosos, que pueden tomarse como un "experimento natural". El economista y profesor del MIT Joshua Angrist investigó años atrás el dilema de los "bebes de invierno". Al igual que ocurre en la Argentina con el 30 de junio, en los Estados Unidos hay una fecha de corte para empezar la escolaridad. Como por ley se puede abandonar el secundario al cumplir 18 años, en grandes números hay personas que terminan con más días de educación -que redundan en mayores ingresos futuros- que otras, por el simple y aleatorio hecho de haber nacido en otro día del año.

La gran cantidad de información que surge de los eventos deportivos -y las nuevas herramientas tecnológicas que aparecen para medirla- hacen que los especialistas en big data se den una panzada con este campo temático. El sitio FiveThirtyEight, que dirige el mago de las estadísticas Nate Silver, viene publicando trabajos que analizan a nivel milimétrico el rendimiento de jugadores y equipos enteros. En los últimos meses, un colega de Silver, Benjamín Morris, se puso a analizar -literalmente- millones de decisiones de la estrella de la selección y del Barcelona, Lionel Messi. Tras el gol magistral al Athletic Bilbao, con el cual su club ganó la Copa del Rey, Morris publicó un ensayo con un título que postula con respaldo estadístico lo que uno siente cuando ve a "La Pulga" en una cancha: "Messi es imposible".

"No es posible patear desde afuera del área mejor que la mayoría desde dentro del área. No es posible liderar el ranking mundial de goles desde lejos y desde cerca del arco. No es posible ser tan bueno a la vez marcando goles en forma asistida como no asistida. No es posible ser el mejor eludiendo defensores y al mismo tiempo asistiendo a compañeros. Y, sobre todas las cosas, no es posible lograr todas estas cosas a la vez por un margen tan demencial sobre el resto", dice Morris, que analizó la "micro" de los pases, goles, asistencias, corridas y demás decisiones de Messi dentro de la cancha.

Con esta técnica de poner la lupa sobre millones de datos agregados, FiveThirtyEight también estudió en detalle cuál fue la mejor racha histórica de alto nivel para equipos de la NBA. Con un ranking propio que aproxima lo mejor posible lo que es un "juego de excelencia" -y que va más allá de los anillos conseguidos- San Antonio Spurs de Ginóbili, Duncan y Parker de la última década superaron a los Celtics de los 60 y a los Lakers de los 80.

Otros científicos de datos vincularon los eventos deportivos con otra actividad popular en Internet, que se lleva un tercio del tráfico global de la Red: el consumo de pornografía online. PornHub, uno de los mayores sitios de esta categoría, contrató científicos de datos y viene divulgando reportes al respecto. Durante los partidos en los que jugó la selección nacional en el Mundial de Brasil, el consumo de pornografía en la Argentina cayó 60%, a tono con otros países donde la hinchada, según PornHub, muestra "gran compromiso con su selección". En el otro extremo, el tráfico de películas para adultos en los Estados Unidos bajó sólo 15% cuando jugaba la selección del país.

Uno de los descubrimientos más poderosos de estas investigaciones es el aumento enorme que se da de consumo de pornografía en un lugar cuando el equipo de casa pierde, en la siguiente hora. "La hinchada va a ahogar sus penas viendo a sus porno-estrellas favoritas", concluyen en el sitio.

Una fuente de datos muy rica e inusual ayudó a los economistas Martín Rossi (argentino, profesor de Udesa) e Ignacio Munyo (uruguayo) a establecer una relación entre los eventos futbolísticos y el delito: hallaron que en Uruguay los crímenes disminuyen en forma muy notoria cuando juegan Peñarol o Nacional (los equipos más populares: se estima que 80% de la población es de alguno de esos dos clubes) o cuando juega la selección nacional. Para determinarlo, accedieron a una base de 815.000 delitos cometidos en Montevideo entre 2002 y 2010, que contenía una particularidad: cada crimen tenía reportada la hora exacta en la que se cometió, lo que permitió arribar a la conclusión de su relación con el fútbol.

El trabajo de Rossi y Munyo encontró otra particularidad: los robos subían fuerte en las horas posteriores a los partidos. Tal vez, siguiendo las conclusiones de PornHub, los dueños o dueñas de casa estuvieran ocupados con otra cosa en la computadora como para percatarse de la presencia de ladrones, pero esa conclusión deberá ser corroborada por otro científico de datos.
Sebastián Campanario
Diario La Nación

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