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Tras la marcha en la Sede la barra fue hasta la casa de Cantero y amagó con acampar hasta que presente su renuncia. La situación se torna insostenible, por todos lados.

Duele por todos lados lo que pasa en Independiente, y no hay respiro para tanta noticia negativa. En sólo 24 horas Independiente vivió un nuevo amague de recomposición del acuerdo caído entre oposición y oficialismo, comunicados de prensa cruzados, anuncio de adelantamiento de elecciones, denuncias de falta de comida en la pensión de Inferiores, la renuncia del anteúltimo revisor de cuentas, el paro docente en su escuela, socios encadenados en sus escaleras y una marcha exigiendo -nuevamente- la renuncia del Presidente Javier Cantero, incluyendo el ingreso de manera impune del jefe de la barra, Pablo Álvarez, pese al vallado de rejas y policías que custodiaban el edificio.

Pero como si todo eso fuera poco, tras la manifestación la barra amenazó con ir hasta la casa de Cantero y cumplió. Allí, en un country de Hudson, se estacionaron varios micros y comenzaron a armar una carpa para pasar la noche esperando la renuncia del Presidente. La policía esta vez los disuadió, pero prometieron volver. Hoy volvió a resonar la frase de Omar De Felippe: "Es un quilombo" ¿Hasta cuándo?

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