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El Turco no le escapa al mandato histórico del Rojo y acepta el desafío de llegar lejos en la Copa. Mano a mano con Olé, dice que este equipo edificó "su propia mística" y, optimista, sube la apuesta. "Lo mejor está por venir".

- Tuviste en tus manos una Copa, pero estás en el Club más ganador de la Libertadores. ¿Te hiciste ya una imagen tuya levantándola?
- Es muy prematuro. Sí sé que la pelea del Club es la Libertadores, lo que no significa que vayamos a descuidar el campeonato local, al que no le vamos a apuntar todo pero tenemos que estar de mitad de tabla para arriba. Uno sueña, pero lo primero que tenemos en la cabeza es Deportivo Quito. Si me aventuro a pensar más lejos puede ser complicado.

- ¿Pero qué es una buena Libertadores para Independiente?
- Es llegar a la final y ganarla. Para mí es eso. Nosotros no podemos entrar como invitados, a ver qué pasa. Tenemos que ser protagonistas de la Copa Libertadores.

- Te ponés un listón alto.
- Sí, porque las metas las pongo yo y yo quiero ganar la Copa. En el Club no me dicen “tenés que ganar esto o lo otro”, aunque apenas asumí, medio en broma, me decían que tenía que ganar el clásico y la Copa. Y lo hicimos. Pero sabemos que futbolísticamente llegar a octavos, a cuartos y más aún a una semifinal, es una muy buena copa. Y una vez que llegás ahí la querés ganar.

- ¿Imaginás un equipo con muchos retoques?
- La idea es traer dos jugadores para el repechaje y, de pasar, tenemos diez días más para sumar otros que nos hagan falta. No queremos apurarnos y traer lo que queremos.

- ¿A este plantel lo ves preparado para tal desafío?
- Sí, está a la altura, pero el equipo necesita un salto de calidad más para afrontar la doble competencia y no sufrir problemas, sobre todo en la suma de puntos en el torneo local. A este plantel le voy a estar agradecido de por vida por lo que han hecho, aunque no voy a dejar de admitir que este grupo necesita reforzarse. El Club y la gente van a exigir que estemos en los primeros planos, es lógico.

- Dijiste que querés refuerzos y no relleno...
- Sí, porque si no son jugadores para marcar la diferencia, me quedo con lo que tengo. No vamos a traer jugadores para hacer bulto en el plantel.

- ¿Qué futbolistas son irreemplazables?
- Muchos: Hilario, Tuzzio, Matheu, Battión, Fredes, Silvera... En realidad los dos delanteros están en un gran nivel... Ellos son la columna que tenemos formada.

- No dijiste Mareque...
- Lucas es un gran jugador, claro, y una referencia en el grupo. Y sé que está negociando la renovación de contrato con el Club.

- ¿Pediste que se quede alguno o todos?
- Sabemos que hay jugadores que no se van a ir. Sí entendemos que algunos de los más jóvenes se pueden ir, como Galeano, Julián Velázquez, Patito Rodríguez.

- ¿Hubo algún jugador que te haya sorprendido?
- Uno fue Hilario. Adentro de la cancha es tremendo, pero también es muy importante en la intimidad del grupo: es muy alegre, pese a que ante la prensa se muestra muy tímido. En el juego todos levantaron el nivel y se fueron ayudando. Cuando no apareció uno, apareció otro, y el equipo siempre se vio solidario.

- Vos dijiste que el esquema lo negociabas. ¿Te imaginás un equipo con un dibujo distinto?
- Eso va a depender de lo que hagamos en la pretemporada. Por primera vez voy a trabajar como yo quiero tácticamente. Veremos los jugadores con los que voy a contar. Lo más importante es que nos hagamos un equipo compacto, duro y que juegue bien. Pero lo que más necesitamos hoy por hoy es hacer un equipo incómodo para los rivales.

- ¿Todavía no se vio lo mejor, entonces?
- Para nada. Lo mejor está por venir, lo pienso así y es la frase que les dije a los jugadores después de que ganamos la Copa. Que si seguimos apostando por la humildad y por el trabajo, no queda otra que mejorar.

- ¿Respetás tus vacaciones o ya estás viendo al Deportivo Quito?
- Algo ya vi, pero que cambió muchos jugadores y contrató un técnico nuevo ( NdeR: Fabián Bustos reemplazó a Carlos Sevilla). Igual, sé que mantiene la base. Hasta aquí ha sido un equipo que juega 4-4-2, que es agresivo, y que tiene a Saritama, un jugador peligroso que conozco de México y que juega en la selección de Ecuador.

- Y juega en la altura...
- Sí, pero no es la Liga.

- ¿En qué sentido?
-La Liga juega mejor y también tiene otro tipo de roce a nivel internacional. Por eso te digo que son diferentes, Liga tiene otra jerarquía.

- Goiás tampoco tenía roce y llegó a la final.
- Sí. Llegó, pero si jugaban la Liga y Goiás antes, los brasileños no llegaban a la final.

- ¿Entonces te sentiste campeón después de ganarle a la Liga?
- Noooo, no dije eso. Cada serie tuvo su grado de dificultad, y muy grande. Lo que quise decir es que Deportivo Quito no es tan gran equipo como lo es Liga.

- ¿El campeón de la Sudamericana se ganó un respeto para hacerse fuerte en la Libertadores?
- Sí, totalmente. Es una experiencia que vivimos nosotros y no te la puede quitar nadie. Nuestros rivales seguramente tendrán historia, pero no cuentan con la experiencia viviente que tenemos nosotros con chicos de 20 años que han logrado hazañas que nadie les contó, levantando resultados de tres goles en contra. Con esa experiencia instalada en su cuerpo, tienen su propia mística. Lo de Ibagué, afrontar por primera vez la altura de Quito... Todo eso nos fue curtiendo. Pero insisto: lo más importante que debemos tener es humildad y trabajo, que una copa no nos maree. Eso es lo que yo quiero. Ya está, ya festejamos y ahora tenemos que replantear los objetivos.

- Te elogió Bochini, quien dijo que con vos el equipo recuperó un poco de la mística. ¿Qué te genera?
- Siempre que vengan elogios de la gente del fútbol es importante, pero estando en Independiente y que venga de Bochini, te ayuda a tener un poquito más de espalda, ¿no? Yo lo enfrenté en la etapa final de su carrera, y me crié viéndolo jugar: fue uno de los cinco mejores jugadores que vi en el fútbol. Y si vos hablás con los jugadores de hoy, al Bocha tal vez lo vieron en videos, si es que lo vieron...

- Entonces existe la mística copera.
- Algunos dicen que es verso, pero yo no creo que sea así. Te vuelvo a poner el ejemplo del partido con Defensor Sporting: lo ganamos porque somos Independiente, otro equipo no lo gana. Fue mágico, y la historia no miente, porque han pasado muchos de esos milagros. Así que hay que seguir insistiendo con eso.

- ¿Y que hayan salido campeones fue un milagro?
- No, fue el resultado de nuestras convicciones y el resurgimiento de los jugadores. Al llegar nos encontramos el escenario que imaginábamos: un equipo golpeado. Pero después del clásico con Racing, el equipo fue generando más confianza. Y el gran quiebre se dio con Defensor Sporting. Desde ahí, el grupo es una esponja, absorbe todo.

- Pero también trabajo: hicieron muchos goles de pelota parada. ¿De dónde te surgió esa obsesión?
- Sin ser un enamorado de las estadísticas, siempre les estoy encima: casi siempre son campeones los que hicieron más goles y los que recibieron menos... Y la pelota parada da cerca de un 40% de los goles en un torneo y por eso el tenés que prestar mucha atención. Lo veía como jugador y como técnico mucho más. Y el plantel lo entendió así.

- Y contaste que también sacás conceptos en la NBA. ¿Cuáles?
- Sobre todo la defensa en zona. Porque en el básquet se defiende el aro y en el fútbol se defiende el arco. Entonces no tenés por qué seguir al tipo. Después hay que trabajar el concepto de cómo atacar a la pelota. Pero los grandes equipos marcan en zona, y por algo debe ser, ¿no?

- ¿Qué pensás ahora sobre las dudas que había respecto de tus espaldas para dirigir a Independiente?
- La respuesta está en los hechos. Para mí fue un desafío muy importante, demostré que estoy capacitado para dirigir un grande como Independiente y, además, sacarlo campeón. Pero también sé que debo seguir demostrando. Esa es la realidad. Era sabido que si iba a un club grande iban a tener dudas porque nunca había dirigido a uno y porque además soy un técnico joven, pero ya tengo demostrado con hechos que podemos.

- Confianza te tenías. ¿Es cierto que en tu contrato hay un premio por ganar la Suruga Bank?
- (Risas). Pusimos de todas las copas. Por entrar a la Libertadores, por cada fase de la Sudamericana, por salir campeón de la Copa. Con los directivos hicimos un contrato con buenos premios por los objetivos internacionales. Es que sabíamos a qué Club llegábamos, que tiene una fuerte tradición copera, y por eso apostamos fuerte ahí.

- ¿Y en el torneo?
- Habíamos puesto un premio por si lográbamos el 50 por ciento de los puntos, a lo que finalmente no llegamos, pero era un premio normal, nada que ver con el que teníamos por ganar la Copa. Siempre soy muy optimista para todo.

- Sos optimista, pero si pierden con Tigre serán últimos en el Apertura. Eso es una mancha.
- Obvio que sí, es la realidad. Igual hubo varios partidos en los que merecíamos más puntos, y no los logramos. La energía estaba puesta en la Copa. En la preparación de los juegos y en las charlas técnicas, inconscientemente se va volcando toda la energía hacia un lugar y sin querer se va descuidando lo otro. Y el equipo no tuvo fortuna porque con todos juveniles jugó buenos partidos, pero no pudo ganar.

- Que hoy estés acá después de haber dicho que querías descansar, ¿es locura o cordura?
- Es una cuestión de intuición y de algo que yo solamente sé. Obvio que con el resultado puesto uno dice que acertó, todas las decisiones que tomo las consensuo pero me dejo llevar por la intuición, trato de buscar cómplices, pero siempre me dejo llevar por la intuición. Sabía que algo bueno podía pasar, pero no pensaba que iba a ser tan bueno. Como cuerpo técnico necesitábamos un título. Teníamos más para ganar que para perder porque el equipo estaba muy abajo, muy golpeado, los jugadores estaban con la autoestima caída. En el momento de analizarlo decíamos: “Con que hagamos un poquito más de puntos, acomodamos las cosas y después hacemos lo que queremos”. Pero a medida que fueron pasando los días fuimos encontrando respuestas muy buenas de los jugadores, el rendimiento fue creciendo y la autoestima también.

- Pero querías cambiar el chip. ¿Qué pasó?
- Insisto: es una cuestión de intuición, igual que me pasó en Colón o en Huracán cuando volví, en tiempos en los que no me hablaba con Babington. O lo mismo que me pasó en Colón de quedarme ahí pese al riesgo del descenso. Y ahora también.

- ¿Pero dudaste en agarrar este desafío?
- Puede ser.

- ¿Por qué?
- No estaba seguro de si mi cabeza estaba preparada para Independiente. Porque recién había terminado con Colón.

- Te gusta ser amigo de los jugadores y de Colón te fuiste porque te habías hecho muy amigo. ¿No tenés miedo a reincidir?
- Yo creo que el ser humano aprende de todas las experiencias. Si no aprendo, seguramente no voy a crecer como técnico. Luego el tiempo dirá si lo hice o no, pero sé que incorporé bastante de los partidos de ida y vuelta que tuve en México y en Colón, y también en la convivencia con los grupos. Lo que creo es que en un plantel estás dos años y medio y si no hay renovación de jugadores, todo se hace mucho más complicado. Si hay recambio, no hay problemas. Los grandes equipos, en los que tienen técnicos por mucho tiempo, siempre tienen una renovación en sus planteles, al menos en los que forman la base. Y en Colón los titulares eran siempre los mismos. Es un poco desgastante la relación... Pero el principal problema era que ya no tenía nada que enseñar. Había llegado a un techo. Habíamos pasado tanto juntos que el haber quedado afuera de la Copa nos golpeó a todos anímicamente y todos necesitábamos un cambio.

- También dijiste que sólo te atribuís el 20 por ciento del cambio. ¿Es falsa modestia o lo creés así?
- Yo no puedo hablar sobre mí. Sí de los cambios tácticos que hubo, de cómo se trabaja en la pelota parada a favor y en contra ahora. Pero yo puedo hablar mucho con vos, pero para que las recibas tiene que haber un convencimiento, algo que hicimos con el cuerpo técnico: hemos logrado llegarles a lo más íntimo.

- Y en tu fuero íntimo, ¿qué es la gloria?
- Coronar el trabajo con el éxito, lo más lindo que hay y lo que todos buscamos.

- ¿Y qué momentos recordás como jugador vinculados con la gloria?
- En México me tocó jugar finales, o el ascenso con Huracán, o jugar la Copa América con la Selección. Pero no tuve tantos momentos así en mi carrera. Por lo general estuve en equipos que debían pelearla en otros sitios: con Huracán en la B, con Colón al borde del descenso. Pero por suerte las cosas se nos dieron y en cada uno de esos lugares pudimos revertir las historias. Hasta acá, mi carrera como técnico y como jugador la hice estando de paso en equipos grandes, como Boca, Independiente o América. Y después tuve mi vida en Huracán, en Colón, en Monterrey, siempre en equipos que les ha costado históricamente estar en estas instancias.

- ¿Como entrenador ya alcanzaste la gloria?
- Puedo decir que sí.

María Laura Balonga - Facundo De Palma
Diario Olé, domingo 26 de diciembre de 2010

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