
Ese "hacer algo" podían ser muchas cosas: volver a reclamar para poder jugar, dejar de hacerlo o rebuscárselas cada uno por su cuenta, asociarse a otra escuadra o formar la suya, todos juntos. De pronto alguien gritó eso de ser "Independientes", dejar de depender de otros y la idea gustó. Durante ese período, en el que cobraron cuotas y funcionaron a medias, fijaron que el 1º de enero del próximo año pondrían como fecha oficial de fundación al Independiente Football Club.
No se equivocaron aquellos mozos, que hace más de un siglo supieron poner su cuota de rebeldía para dar un portazo y empezar, por las suyas, otra historia. Una que los llevó a que ya convertido en Club Atlético Independiente tenga el máximo goleador del fútbol amateur en la Argentina, Manuel Seoane, y también al del período profesional, Arsenio Pastor Erico. A ser el Club que gozó del primer Estadio de cemento de Sudamérica, inaugurado en 1928. A ser el máximo campeón de la Copa Libertadores de América, con siete conquistas, y el equipo más ganador a nivel internacional de la Tierra durante varios años.
El mismo Club que supo trascender las fronteras del país y poner bien alto la bandera nacional, y la Roja, por supuesto. El mismo que también llegó a la Luna, con tres tipitos que se lanzaron al espacio llevando el banderín con el carnet de socios en su equipaje al cosmos.
No se equivocaron aquellos muchachos que eligieron un camino distinto, que probablemente tuvieron sueños más grandes de lo que podrían imaginar, pero supieron ver lo que quizás otros no. Grande es Independiente porque grandes fueron ellos, los que lo hicieron, los que levantaron copas y también los que supieron administrarlo, levantar paredes, estadios, ciudades.
A ellos, gracias. El mejor homenaje es seguir su rumbo.
Emiliano Penelas
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