
En la segunda mitad, Maradona les refrescó algunos conceptos a los jugadores que se veían claros desde afura: menos toque lateral y más profundidad por las bandas. Clemente Rodríguez creció muchísimo por su lateral, la Bruja encaró hacia adelante y Messi buscó asociarse con el Kun, que sin embargo no estuvo aceitado como en la primera parte.
Con Di María yendo por la izquierda y Pastore, que ingresó por el ex Independiente, se completó la idea teniendo la pelota y distribuyendo hacia las puntas. De un corner desde la derecha vino la apertura del marcador. Demichelis se elevó bien en el área y metió un potente cabezazo que rebotó en Milito. La devolución involuntaria del centrodelantero derivó nuevamente en el defensor, que le rompió el arco a Tzorvas, que hasta ahí había respondido con solvencia.
El gol tampoco incomodó a Grecia en su esquema conservador, y sólo las arremetidas solitarias de Samaras complicaban un poco el fondo albiceleste. Hasta que llegó lo que todos pedían: el ingreso de Palermo.
Es increíble el magnetismo de ese hombre, que le ha hecho goles a todos (al Rojo lo tiene de hijo, qué decirlo) y sin embargo todas las hinchadas lo aprecian porque parece buen tipo, porque tiene una historia de leyenda atrás, porque nos dio la clasificación al Mundial... y porque algo más de diez minutos le alcanzaron para tener tres chances dentro del área y definir cruzado con todo el interior del pie un remate de Messi que el arquero griego dio rebote. Y justo ante los padres de la mitología clásica el titán del fútbol argentino escribió su nombre entre los goleadores mundialistas. Lo único que le faltaba.
Con puntaje perfecto en esta primera fase, todos sabemos que el verdadero campeonato comienza el miércoles, con los octavos de final. México, segundo del Grupo B, será el rival, en el Soccer City de Johannesburgo.
Emiliano Penelas
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