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Martín Palermo selló sobre la hora una trabajosa victoria de la Selección ante Grecia. Demichelis, el otro gol, a los 32'. El domingo a las 15:30 comienza el Mundial, con México en Johannesburgo.

Hay equipos que ni aún quedándose afuera del Mundial se salen de su libreto en busca del gol que les de la clasificación a la próxima ronda, como si fuera más digno perder por poco que ir por la gloria. Uno de esos casos, que sobran en este campeonato, es Grecia. Sin ideas más que romper juego, sin otro objetivo que evitar que el rival juegue, pero luego de recuperar el balón no tener ninguna noción de qué hacer con él, los helénicos parecían más preocupados por evitar un papelón que en buscar el gol que les daba el pase a octavos.

Mientras, la Argentina debía quebrar esa resistencia amarreta que proponía el rival y por momentos lo hizo, pero en otros pareció desesperarse ante un equipo que no quería jugar. Se notaba en la impotencia de Messi, sobremarcado pero metido en su propio barullo, de Verón, que no acertaba con los pases, con un Bolatti impreciso y un Milito que nunca tuvo una clara en todo el partido.
El primer tiempo fue para el Kun Agüero, el único vestido de azul que intentó desmarcarse, abrir la cancha, marcar el pase en profundidad y generarse los espacios. Sin embargo, el arco no se le abría a la Selección y el 0 a 0 fue el premio festejado por Grecia.

En la segunda mitad, Maradona les refrescó algunos conceptos a los jugadores que se veían claros desde afura: menos toque lateral y más profundidad por las bandas. Clemente Rodríguez creció muchísimo por su lateral, la Bruja encaró hacia adelante y Messi buscó asociarse con el Kun, que sin embargo no estuvo aceitado como en la primera parte.

Con Di María yendo por la izquierda y Pastore, que ingresó por el ex Independiente, se completó la idea teniendo la pelota y distribuyendo hacia las puntas. De un corner desde la derecha vino la apertura del marcador. Demichelis se elevó bien en el área y metió un potente cabezazo que rebotó en Milito. La devolución involuntaria del centrodelantero derivó nuevamente en el defensor, que le rompió el arco a Tzorvas, que hasta ahí había respondido con solvencia.

El gol tampoco incomodó a Grecia en su esquema conservador, y sólo las arremetidas solitarias de Samaras complicaban un poco el fondo albiceleste. Hasta que llegó lo que todos pedían: el ingreso de Palermo.

Es increíble el magnetismo de ese hombre, que le ha hecho goles a todos (al Rojo lo tiene de hijo, qué decirlo) y sin embargo todas las hinchadas lo aprecian porque parece buen tipo, porque tiene una historia de leyenda atrás, porque nos dio la clasificación al Mundial... y porque algo más de diez minutos le alcanzaron para tener tres chances dentro del área y definir cruzado con todo el interior del pie un remate de Messi que el arquero griego dio rebote. Y justo ante los padres de la mitología clásica el titán del fútbol argentino escribió su nombre entre los goleadores mundialistas. Lo único que le faltaba.

Con puntaje perfecto en esta primera fase, todos sabemos que el verdadero campeonato comienza el miércoles, con los octavos de final. México, segundo del Grupo B, será el rival, en el Soccer City de Johannesburgo.

Emiliano Penelas

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