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En una medida fuera de toda lógica, racing dispuso que sólo 3.500 hinchas del Rojo puedan estar en el Inodoro Municipal el domingo. Luego ampliaron la oferta a 5.500, que siguen siendo pocos lugares para la historia del clásico y el folklore futbolero.

La falta de concepto por lo que es el espectáculo en sí, a favor ya sea de una supuesta falsa idea de seguridad custodiada o de pretender lograr objetivos deportivos a costa de frenar la parcialidad visitante (recordemos el ejemplo de la Selección jugando en Rosario para darnos cuenta del absurdo) es realmente un despropósito que a lo único que conducirá es a convertir al fútbol en un híbrido edulcorado, sin pasión, sin ese condimento hermoso que son las hinchadas.

Ayer la dirigencia de racing, en otro despropósito similar a negarse a alquilarle el Inodoro Municipal a Independiente, y sin atender ni a la historia ni al prestigio del clásico de la ciudad, decidió que la gente del Rojo sólo cuente con 3.500 entradas, distribuidas en 2.500 populares y mil plateas. Pero no sólo es responsabilidad de los locatarios, sino que el COPROSEDE veía con buenos ojos la medida...

Sobre la marcha y tras el revuelo que la noticia generó, Rodolfo Molina, presidente de racing, aclaró que se decidieron a ampliar la oferta a 5.500 localidades, que de todas formas sigue siendo poca en relación no sólo a la capacidad de la tribuna visitante del cilindro, sino de la historia y el prestigio del clásico de la ciudad. ¿Cuáles son las razones que aduce la conducción académica? Que es la cantidad de entradas que recibirán cuando visiten el nuevo Libertadores de América.

En el último clásico jugado en Vélez pugnábamos porque a la gente de la academia le cedieran los espacios correspondientes. El clásico debe ser color, y qué mejor que ganarles con la tribuna llena. Si fuera por conveniencia deportiva, además del antecedente del encuentro Argentina-Brasil, está el del último clásico ganado por racing (en el Clausura 2005), cuando nos habían dado 10.600 localidades.

La baja comenzó luego de ese partido, reduciendo la cantidad de tickets para el Rojo a 10.000, luego 6.700, 6.500 y ahora 5.500. Coincidimos con Julio Comparada cuando dice que se trata de “una moda que ha comenzado hace algún tiempo. Muchos clubes quieren priorizar lugares para su gente", y añadimos que se trata de una mala moda que lo tuvo como pionero al Boca de Macri, que se jactaba de tener la Bombonera llena solo con sus socios, cuando luego el equipo empezó a ir mal y los claros en las tribunas eran inocultables.

Tampoco creemos que la reducción del público visitante sea una medida de seguridad. Por menos gente que vaya, sabemos quiénes van a estar siempre, así que el COPROSEDE bien podría poner la lupa en esos pocos cientos que en los miles que genuinamente desean concurrir a ver un partido de fútbol.

Los cráneos de la seguridad deportiva se jactan de haber "casi erradicado" la violencia del ascenso gracias a una medida dictatorial de prohibir "provisoriamente para siempre" la presencia de las hinchadas visitantes. Y en Primera, lo dicho, se va a una rápida e inexplicable reducción de los espacios, con pulmones que cada vez ocupan más sectores de tribuna, cabeceras ridículamente divididas (véase la hinchada del Rojo en el estadio de Quilmes, o la de Vélez apiñada en Lanús, contra el Rojo) y demás aberraciones que se dan, paradójicamente, en medio de operativos policiales cada vez más numerosos, a pesar de todas estas geniales medidas de prevención.

Mientras tanto, lo sabemos, esto lo termina pagando el hincha, pero también el espectáculo, que por más televisado que esté, sin el fuego de la pasión en las tribunas, sin el folklore y sin el goce que significa ver un encuentro en la cancha, se muere. Y habrá que hacerse oir, los 5.500 que vayan al Inodoro, y todos los hinchas del fútbol argentino que deseen otra cosa.

Emiliano Penelas

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