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Esta noche Estudiantes y Cruzeiro definirán la Copa que más veces levantó Independiente. Nosotros, como desde hace mucho tiempo, la miraremos desde afuera.

Cuando dentro de unas horas, en el Estadio Morumbí de Belo Horizonte se juegue una nueva final de la Copa Libertadores de América, los hinchas de Independiente seguramente sentiremos que en esta, la 50º edición del trofeo que nadie ganó tantas veces como el Rojo, seguramente sentiremos algo especial, mezcla de envidia, rabia y desconsuelo.

De más está decir que en esta ocasión, como desde hace mucho tiempo, el Rojo no ha estado ni cerca de haber participado, y nuevamente seremos testigos ausentes del campeonato continental que nos tiene -milagrosamente, a esta altura- como máximos triunfadores a pesar de haberlo ganado por última vez hace un cuarto de siglo.

Cuando al juez chileno encargado de dirigir Cruzeiro vs. Estudiantes le consultaban hoy por algún partido de Copa memorable que le haya tocado arbitrar no se le cruzó por la cabeza ningún Independiente-Peñarol o algún duelo contra Flamengo, Gremio o el mismo Pincha. Todos los partidos del Rojo en la Copa están allá lejos, en el recuerdo, o quizás -peor aún- en el olvido.

Sinceramente no hay un incentivo real para sentarse a ver el encuentro de esta noche, más allá del afán por observar el partido de fútbol más importante que se juega en América en todo el año. Ese mismo partido que Independiente disputó en siete oportunidades, sin perder ninguna, logrando alzarse con la Copa de manera consecutiva a lo largo de cuatro años. Hoy parece increíble que otro equipo pudiera acercarse a esos logros y sin embargo fueron nuestros.

Qué triste es encontrarse con este presente en el cual esperar el triunfo o la caída ajenos es lo único que parece ponernos más o menos contentos, porque sabemos que los éxitos propios están difíciles de conseguir. Ni siquiera estuvimos cerca de pelear el ingreso a la Sudamericana que comenzará en unas semanas y, salvo salir campeones del Apertura, será prácticamente imposible pensar en jugar la Libertadores 2010.

Parafraseando a Don Ata, "las penas son de nosotros, las copitas son ajenas".

Emiliano Penelas

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