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Reproducimos el artículo de Ezequiel Fernández Moores publicado por La Nación el domingo pasado.

"Doctorcito, doctorcito, la ley va a salir pero entienda, usted se va ahora de mi oficina y al segundo entra la gente de Clarín..." El entonces senador José Luis Gioja, hoy gobernador de San Juan, despedía de su despacho a César Francis. El abogado de Víctor Hugo Morales, preguntaba por el proyecto de ley que obligaba a televisar en abierto los partidos de la Selección nacional. Abogados de renombre y entidades de peso advertían a través de artículos y solicitadas sobre derechos adquiridos, inseguridad legal, libre iniciativa, libertades privadas y violación constitucional. Hasta que Víctor Hugo, en persona, fue autorizado a deponer ante la Comisión del Senado. "Los contratos de televisión -describió Víctor Hugo el negocio- fueron pasando de mano en mano, al estilo de una cuidadosa jugada de rugby, de la AFA a Torneos, de Torneos a Enequis SA, de Enequis SA a Dayco Holding Limited, empresa esta última norteamericana cuya dirección en el país del Norte es la de una casilla postal ubicada en Road Town Tortola, Islas Vírgenes Británicas". El Senado, finalmente, sancionó la ley que estableció que la Selección pertenecía a todos los argentinos, no a una firma de fantasía con sede en un paraíso fiscal.

Hoy, casi nueve años después, los legisladores reciben en estos días en sus despachos muy prolijos informes adversos al proyecto de la nueva Ley de Radiodifusión que postula el gobierno, con especial énfasis en el punto que obligaría a trasmitir por TV abierta (pública o no) el partido clásico de cada fecha. El gobierno difundió una carta que lleva la firma de Diego Maradona y cuyo texto expresa "apoyo y conformidad" a la Ley para que "todos los argentinos, por igual, vean los grandes eventos deportivos en forma gratuita". Maradona, rápidamente entrevistado por Radio Mitre, se manifestó molesto por el tratamiento que se le dio al tema y aclaró que su apoyo a la TV en abierto se refiere a los partidos de la selección. La carta, sin embargo, con la firma de Maradona, sigue abriendo la página oficial www.argentina.ar/hablemostodos. Unas semanas antes también habian apoyado la trasmisión del fútbol en abierto las barras bravas de Boca y de River. Ocurrió, paradójicamente, sólo días después de que el gobierno anunciara que asumiría el ejercicio del derecho de admisión en los estadios, a modo de combatir la violencia de esos mismos barras. "Aplaudimos y apoyamos la sanción de una nueva ley que termine con el monopolio" y con su "periodismo felpudo", pero "que los barras de Boca y River mostraran banderas contra el Grupo Clarín, auspiciadas y pagadas por el gobierno, muestran lo peor de la doble moral de los que nos gobiernan", denunció Juan Manuel Lugones, abogado de Familiares de las víctimas de la violencia en el fútbol (FAVIFA) y miembro de la organización Salvemos al fútbol.

El juego de las presiones y del vale todo había tenido su correlato unos días antes en la propia pantalla de "Fútbol de Primera", el programa símbolo del contrato monopólico que la AFA cedió a Torneos y Competencias y al Grupo Clarín. Enrique Macaya Márquez, voz histórica del programa, advirtió sobre quienes "piensan que sería bueno darle a la gente el fútbol televisado casi en forma gratuita a través de un canal de estado manejado por gente del gobierno de turno". Destacó de qué modo los clubes precisan el dinero de la TV. Y remató citando un conflicto del fútbol peruano, amenazado de sanciones por parte de la FIFA, para advertir que lo mismo podría ocurrir en Argentina. El caso peruano, es cierto, trata sobre un conflicto gobierno-Federación, aunque no tiene nada que ver con la TV. Manuel Burga, el presidente de la Federación, fue inhabilitado por cinco años por el gobierno por negarse a adecuar los estatutos de la entidad a una nueva ley nacional. La Conmebol reaccionó quitándole a Perú la sede del Sudamericano Sub 20 que finalmente fue a Venezuela. ¿Habrá más sanciones de la FIFA ahora que Burga fue denunciado penalmente por el gobierno por "peculado" y "asociación ilícita para delinquir contra la administración pública"? Son delitos que contemplan penas de hasta diez años de prisión y un juez ya prohibió la salida de Burga del país.

Citar antecedentes, sin contextualizar, es riesgoso, como el informe publicado a toda página la semana pasada por Clarín bajo el título: "Cambio en España: el fútbol por TV ya no será gratis". En rigor, sólo este año, sobre los últimos diez, el fútbol en España tuvo muchos partidos gratis. Pero eso se debió a que Mediapro, que tiene un guiño del gobierno, ofreció partidos gratis por su canal (La Sexta, cuyo director es el ex payaso Milikito) para afectar a su ex socio Sogecable (Grupo Prisa, diario El País). La sociedad televisaba siempre sólo un partido en abierto, el que los obligaba la ley. Pero Mediapro rompió el acuerdo al adueñarse de los derechos de 39 de los 42 clubes de Primera y Segunda. Lo hizo a golpe de chequera: casi 170 millones de euros por año para Barcelona, lo mismo para Real Madrid, unos 45 millones a Valencia, otros 15 a Mallorca. Las diferentes realidades son obvias, pero, igualmente, se trata de cifras abismales respecto del total de cerca de 40 millones de euros (unos 200 millones de pesos) que recibe anualmente todo el fútbol argentino. El fútbol siempre fue la punta de lanza del gran negocio de seis millones de abonados de la TV de cable en Argentina. Pero esos 200 millones de pesos significan menos del dos por ciento de los más de 9.000 millones de pesos que, según estimaciones oficiales, recauda el cable, una cifra que crecerá a partir de la digitalización, como en el resto del mundo.

En España, ahora con Mediapro, todo volverá a la TV de pago, excepto el partido obligatorio que fija la ley en abierto. Inglaterra, la que más dinero mueve, era un monopolio de la cadena Sky de Rupert Murdoch, hasta que la Unión Europea (UE) obligó a repartir el paquete, aunque siempre dentro de la TV de pago. El próximo contrato de 2010, eso sí, durará sólo tres años, no los casi treinta que lleva la AFA con Torneos. La Bundesliga alemana, pese a las protestas del poderoso Bayern Munich, tiene tal vez el reparto más solidario entre las potencias europeas: 1.650 millones de euros de 2009 a 2012 para 36 clubes pagados por cuatro cadenas (las públicas ARD y ZDF y las privadas Premiere y DSF). Globo tiene los derechos del Campeonato Brasileño de 2009 a 2011 por casi 200 millones de euros anuales (550 millones de reales), en un paquete que incluye a la TV abierta y disimula el monopolio cediendo algunos partidos a otras cadenas. Televisa domina en México con trasmisiones en abierto. Pero no es un espejo agradable, pues esa misma cadena es dueña de tres equipos, lo que viola los reglamentos de la FIFA, aunque nadie diga nada. Más curioso podría ser el caso italiano, porque el premier Silvio Berlusconi participa de la puja como jefe de estado a cargo de la TV pública (RAI), pero también como dueño de la TV privada (Mediaset), en un negocio que ahora domina la Sky de Murdoch y que también incluye en la puja al hijo de Joseph Blatter, presidente de la FIFA. Cada modelo tiene sus pro y sus contras. Y no es serio citar unas y omitir otras. Lo que sí parece claro es que ninguno de estos modelos se parece al de Argentina, que tiene contratos eternos y monopólicos y con un socio que cuidó primero su propio negocio en el cable y sólo después los intereses de los clubes.

El proyecto oficial contempla un problema si pretende televisar en abierto al clásico de cada fecha. El artículo 66 puntualiza que los acontecimientos deportivos que deberían ir en abierto deben haber sido trasmitidos "tradicionalmente" por esa vía. No es el caso de los clásicos. El proyecto oficial debería compatibilizarse con otro anterior sobre derechos televisivos presentado en su momento por la diputada Delia Bisutti. ¿Afectaría una nueva ley derechos adquiridos, como se decía en 2000 con el contrato de la Selección? ¿Perjudicaría los ingresos de los clubes, a los que luego se critica porque no pagan impuestos y tienen que vender de inmediato a sus pichones de crack? ¿O, por lo contrario, los mejora, porque establece que los clubes deben recibir dinero por cada programa que usa las imágenes de los partidos, excepto los noticieros, que ya no tendrían que esperar hasta la medianoche del domingo para poder trasmitir los goles del viernes? El fútbol, parte de la cultura popular de los argentinos, es además botín económico y político. Ahora, según el proyecto, también es asunto de "interés general". Igual que deberían serlo la salud, la educación y la justicia social.

Ezequiel Fernández Moores
Diario La Nación, domingo 24 de mayo de 2009

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