Dispone de buen manejo de pelota, de un toque aceptable, de una gambeta difícil de controlar cuando va lanzado en velocidad y de una pimienta significativa de cara a los palos. Su pegada no abunda en plaza. Pues entonces, ¿qué es de lo que carece como para exponerse tanto a cuestionamientos que no siempre son ligeros, despistados o malintencionados? Al muchacho le han hecho bastante daño dos hipótesis erróneas. Una, la principal, es la de proponerlo como conductor estratégico. La otra, prima hermana de la otra, es la de forzarlo a beberse los vientos en la primera línea de combate. Ni una cosa ni la otra constan en su ADN por más que de un modo eventual sus probadas destrezas lo aproximen un poco a esos perfiles. Pruebas al canto: la anarquía estructural de un Independiente que tanto con Santoro cuanto con Gallego juega a la que te criaste ha confirmado que Montenegro no está para primera guitarra, pero, al mismo tiempo, salta a la vista que liberado de ese lastre se mueve en zonas de mayor comodidad para sobresalir en su rol más adecuado: el de un media punta con gol.
Imaginar un gran Independiente futuro debe contemplar la inestimable presencia del Rolfi, pero también que el Tolo exprima la sesera para ofrecerle un funcionamiento que lo ponga a salvo del célebre tic de pedirle peras al olmo. Al Rolfi lo que es del Rolfi: socio en la elaboración y recaudador en el área rival.
Walter Vargas
Diario Olé, domingo 31 de junio de 2009
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