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Américo Rubén Gallego supo en pocos días poner orden en el caos que era Independiente. Pidió profesionalismo, acaparó la atención de la prensa, entrenó fuerte con los jugadores, estuvo pendiente de casi todo lo que pasaba en el Club y hasta pidió entrenar en el Estadio.

La semana pasada decíamos que esperábamos confiados la decisión de Gallego de aceptar el cargo de entrenador que le proponía la dirigencia de Independiente. Pues bien, el Tolo finalmente aceptó y ya empezó a poner las reglas claras.

Siempre madrugador (dicen que se levanta a las 5 de la mañana), el técnico de Independiente empezó a hacer sentir los rasgos distintivos de su personalidad en el orden y la guía que el plantel del Rojo parece necesitar para comprometerse y pelear por cosas importantes.

Visitó, dos días antes de asumir, el predio Santo Domingo para ver las instalaciones y preparar todo. Charló con Magán, coordinador de inferiores, y aprovechó para internalizarse un poco de cómo va todo entre los pibes, que en esos momentos jugaban con All Boys.

Redujo el número de furtbolistas que van a trabajar diariamente bajo sus órdenes, y utilizó los primeros entrenamientos para hablarles uno por uno a los referentes, explicarles lo que precisaba de ellos y darles confianza.

Entrenó para la prensa, y luego a puertas cerradas. Paró los primeros equipos para hacer fútbol reducido y ya se pudo adivinar algo de lo que piensa hacer contra Lanús. Y no se quedó callado ante los micrófonos cuando dijo a la prensa, pero lógicamente también a los jugadores, que no deberían salir tanto de noche, que era necesario cuidarse más y ser estrictos con los entrenamientos y el profesionalismo.

Además, pidió pisar nuevamente el Estadio Libertadores de América. Para jugar cuanto antes, pero si eso todavía no llega, al menos para entrenar, y él mismo se dispuso a visitar los vestuarios y el terreno de juego para ir mentalizando a los jugadores de una mística especial.

Estas son algunas de las cosas que Gallego hizo en sólo una semana al frente del Rojo. Fue por suerte una semana sin novedades extrafutbolísticas, sin escándalos y sin estridencias. Si la llegada del Tolo servía para algo, además de su probada capacidad como entrenador, era para ordenar este "mundo Rojo" que se descarriaba y se escapaba de las manos cada día un poco más.

Como el 5 que era, Gallego vino para poner la pelota contra el piso, levantar la cabeza y pensar la próxima jugada. Como nos gusta a los hinchas de Independiente.

Emiliano Penelas

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