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En medio de la crisis global más importante de medio siglo a esta parte, el mundo del deporte no queda ajeno, y ya sus cimbronazos se empiezan a notar en todos los niveles. Dentro del tsunami, Independiente.


El mundo ha entrado en una de las crisis económicas más fuertes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Europa decrecerá en 2009 en una cifra no conocida en los últimos sesenta años. Estados Unidos, con presidente nuevo, intentará salir del crack más grave que se conozca en sus mercados desde la gran depresión que dio inicio a la década de 1930.

Y dentro de todo este panorama, la Argentina, que por ahora viene zafando de caer pesadamente, porque los países exportadores de materias primas tienden a sentir los coletazos de las depresiones más tarde que quienes producen con ellas. Es decir, por ahora tienen, después no se sabe.

El deporte en general, al ritmo del debacle bursátil y financiero, siente en el mundo los coletazos, con la pérdida de patrocinantes poderosos que nutren los bolsillos de las instituciones de aquí y de allá, además de grandes marcas retirándose de las carreras automovilísticas o los grandes eventos, como pasa con el Comité Olímpico Internacional y las previsiones para Londres 2012.

El periodista Ezequiel Fernández Moores hacía la siguiente reflexión en el diario La Nación, el 17 de diciembre del año pasado: "Y si nos imaginamos qué sería del actual deporte-espectáculo sin el dinero de sus patrocinadores? Por lo pronto, las competencias recuperarían su nombre original. Es decir, Torneo Apertura, no CableVisión Apertura, lo mismo que Liga española, no Liga BBVA. Sin sponsors, razón central de muchos suplementos especiales, algunos deportes pasarían a ocupar apenas unas líneas en la prensa. Los deportistas estrella, sin presiones de su patrocinador, se habrían animado a decir libremente si, por ejemplo, querían o no competir en los Juegos de Pekín, bajo un régimen que reprime cualquier oposición. El ídolo chino, el vallista Liu Xiang, no habría sido obligado a anotarse en la línea de partida lesionado, la gran estafa de los Juegos, provocada para satisfacer la demanda de su sponsor. Y el ex campeón olímpico Carl Lewis habría respondido sin problemas al periodista que le pidió una opinión sobre Usain Bolt, el velocista tricampeón en Pekín. '¿Él es de Puma y yo de Nike?', argumentó Lewis para no responder. Sin patrocinadores, tal vez tampoco habría dinero para las novedosas mallas enterizas de los nadadores, razón principal, según muchos, para que este año se hayan derribado nada menos que 102 récords mundiales, trivializando lo que antes era una hazaña."

Interesante reflexión la de Moores, como nos tiene acostumbrados, quien también arremete contra la FIFA y su presidente, Joseph Blatter, quien anunció que la crisis no llega al fútbol y que no hay nada más saludable que los balances de la entidad que dirige. No opina lo mismo la organización británica One World Trust, que sostiene que los balances de la FIFA "son los más inexplicables" en el mundo de las ONG.

"Además -analiza Fernández Moores-, en el fútbol más lucrativo del mundo, Inglaterra, el dinero de la TV ya marcó barreras insalvables: antes era repartido un 50 por ciento para la primera división (Premier League) y un 50 para las tres divisiones siguientes. Del último contrato récord de 5400 millones de dólares, la Premier League recibe el 97 por ciento. Entrega el tres por ciento restante a las tres categorías de ascenso. El arribo de millonarios rusos, árabes o de donde fuere infló todos los números, y 40 de los 72 clubes que integran esas categorías tuvieron que declararse en estado de insolvencia. 'Billonarios que no trabajaron para serlo compran éxitos a clubes que no trabajaron para tenerlos', ironizó un aficionado. Ya hay once clubes, aunque en ligas regionales, que funcionan controlados por sus propios hinchas, hartos de la chequera patronal."

En el medio de todo este panorama apocalíptico, un pequeño planeta se dirime dentro del universo: el Club Atlético Independiente, que no puede escapar a la coyuntura. Todos sabemos que la construcción del Estadio está frenada y que se necesita plata fresca para mover el monstruo, además de los refuerzos que no llegan si no es con ayuda de "grupos empresarios", aunque a veces da para llamarlos "empresarios de grupo". Ni hablar si a toda esa imagen se le agrega otra desazón, la futbolística, aunque esa parece que se puede resolver. O al menos uno tiende a creer eso, porque en el fondo siempre hay una pelotita que rueda y, caprichosa como la pensaba Panzeri, puede que se meta más veces en el arco rival y nos olvidemos de todo lo demás.
Emiliano Penelas

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Madrojo dijo... 29 de enero de 2009, 2:25 p.m.

Muy bueno che!!! ya te agregue a los links amigos...!!!

y me voy a leer un rato mas tu blog...

Abrazo rojo!

La Caldera del Diablo dijo... 30 de enero de 2009, 12:21 a.m.

Gracias, ya te agrego a vos también. Abrazo

Emiliano