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Que venía, que no venía, que asumía al final del Clausura, que el 30 de abril, que lo presentaban el viernes pero al final asumía el lunes, que Santoro había dirigido su último partido, que ahora parece que no... todo acerca de la llegada de Claudio Borghi se hizo demasiado desprolijo.


Primero fue un ida y vuelta sobre la fecha de la asunción, luego un tironeo por ponerse la camiseta, venir de viaje relámpago a Avellaneda, firmar y volver a Chile. Las justas demandas de Pepé por irse a la Selección y a los Juegos Olímpicos debían apurar su asunción, pero Claudio Borghi, del otro lado de la Cordillera, reforzaba aquello que le había prometido a los dirigentes de Colo Colo: no asumir ningún compromiso "demasiado pronto", tiempo indefinido que no es ni "ahora mismo" pero tampoco es "dentro de mucho".

Finalmente se lo convenció de que lo mejor era arreglar antes, tomarse sólo un mes sabático y ponerse al frente del plantel lo antes posible para ir conociendo a los muchachos. Santoro ponía fecha final a su quinto interinato luego del partido contra Gimnasia en Jujuy, y todo parecía cerrar.

El triunfo, la despedida, el asado del plantel, la emoción del ex arquero y formador de unos con destino celeste y blanco, todo redondeaba un ciclo exitoso de quien siempre dio todo por el Club. Sin embargo, todo empezó a fallar cuando el ayudante de campo no llegó cuando se lo esperaba, cuando se supo que finalmente llegaría junto al Bichi, que la fecha no sería el 30 de abril, ni el trabajador día que le seguía, sino el viernes 2. Y sin embargo, que no sería para sentarse en el banco el sábado ante Newell's sino para decir hola a jugadores y prensa, y solamente pensar a partir del lunes en el Nuevo Gasómetro y el San Lorenzo de Ramón Díaz.

Y Pepé, que tenía el bolso armado, tuvo que sacar las ojotas de nuevo, pedirle la campera blanca a Carmen (el frío que está haciendo ahora en Buenos Aires justificará la cábala) y salir de nuevo en la noche de Avellaneda para jugársela contra la Lepra.

Pero eso no es todo, porque Borghi, fóbico de los aviones, eligió venirse en camioneta y una demora en las rutas ni siquiera lo depositaron en "la ciudad del más grande" a la hora señalada, así que ni presentación ni nada. Todo demasiado desprolijo.

Emiliano Penelas

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