¡El escorpión!

<i>Martín Campaña entrena con la Selección uruguaya en Rusia, y esta tarde fue noticia por hacer "El escorpión" ante Luis Suárez.</i><br /> <br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5R7izweshS_RbCUs-Mjd2AsKRtC4EjScavl913ffbeyAsI_AReZhyphenhyphenl5oSWn19yrvBncCloH4OQFmosCVTkkmK_lzlcPmN6n60xseKTvDTX3prjUGM8AF3BvRbJTyaG7P2LVxg0TixsaE/s1600/Campa%25C3%25B1a+Silva.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="941" data-original-width="1200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5R7izweshS_RbCUs-Mjd2AsKRtC4EjScavl913ffbeyAsI_AReZhyphenhyphenl5oSWn19yrvBncCloH4OQFmosCVTkkmK_lzlcPmN6n60xseKTvDTX3prjUGM8AF3BvRbJTyaG7P2LVxg0TixsaE/s1600/Campa%25C3%25B1a+Silva.jpg" /></a></div> <br /> "El escorpión", inmortalizado por el colombiano René Higuita, sigue vigente entre los arqueros más osados, y esta vez fue el turno de demostrarlo para Martín Campaña, nada más ni nada menos que ante Luis Suárez.<br /> <br /> El golero de Independiente trabaja con la Selección uruguaya en el Sports Centre Borsky de Nizhny Novgorod, la sede elegida por el Maestro Tabárez para prepararse en Rusia. Junto a él, Gastón Silva, el otro representante <a href="http://www.lacalderadeldiablo.net/2018/06/rojos-y-celestes.html">Rojo en la Celeste</a>, además del ex Diablo Cebolla Rodríguez.<br /> <br /> <blockquote class="twitter-tweet" data-lang="es"> <div dir="ltr" lang="es"> Te falto subir este <a href="https://twitter.com/LuisSuarez9?ref_src=twsrc%5Etfw">@LuisSuarez9</a> 😂 <a href="https://t.co/e9KxYbERRn">pic.twitter.com/e9KxYbERRn</a></div> — Martín Campaña (@mcampi25) <a href="https://twitter.com/mcampi25/status/1006610746963357696?ref_src=twsrc%5Etfw">12 de junio de 2018</a></blockquote> <script async="" charset="utf-8" src="https://platform.twitter.com/widgets.js"></script>

¡El escorpión!

Martín Campaña entrena con la Selección uruguaya en Rusia, y esta tarde fue noticia por hacer "El escorpión" ante Luis Suárez. ...

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El robo del escorpión (Llanto por el fútbol)

<i><img src="file:///C:/DOCUME~1/ADMINI~1/CONFIG~1/Temp/msohtml1/01/clip_image001.png" />12 de Agosto de 1934. Tarde de fútbol para romper la medianía del cielo gris y la melancolía traicionera de las tardecitas domingueras. Viejo estadio de Independiente, ganaba 1-0 el poderoso Boca de Cherro (¡que a la postre saldría campeón con 101 goles!)</i><br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> <a href="http://www.elgrafico.com.ar/advf/imagenes/4b8814bee0a41.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.elgrafico.com.ar/advf/imagenes/4b8814bee0a41.jpg" /></a></div> <br /> En el minuto ´68, Antonio Sastre desborda por la derecha, llega hasta el corner y lanza un violento centro a media altura hacia el área de Boca. Un esmirriado delantero llegado ese año de Paraguay se lanza en palomita para conectar el balón pero se pasa de largo, entonces levanta sus tacos al aire e impactando de lleno la pelota, la deposita en el fondo del arco xeneize ante una atribulada tribuna visitante que no puede creer ese malabarismo circense que les ha empatado el partido.<br /> <br /> Un oportuno reportero gráfico titula a la ignota destreza, “el balancín”. Muchos años después será rebautizada, “El Escorpión” en manos, perdón, en pies del inefable René Higuita, arquero colombiano.<br /> <br /> Pasaron los años. Demasiados para mi almanaque personal.<br /> <br /> Estos días nos hemos vistos envueltos en un desencanto generalizado. Estamos todos los amantes del fútbol nocauts de pie. Ha muerto un joven jujeño al chocar una pared dentro de una cancha y han desarticulado el clásico más grande del mundo. En realidad ya viene de hace años; manejos financieros turbios, las barras bravas se adueñaron de las instituciones (y del barrio aledaño), los clubes endeudados, los dirigentes enriquecidos, las tribunas visitantes vacías, la violencia por doquier, los viejos códigos extraviados, las botineras, los shows mediáticos, el individualismo y para frutilla de un postre amargo; los jugadores rivales se han transformado en enemigos a destruir. Una finta, un caño, un pisar la pelota puede ser la invitación para perder una pierna. ¡Maldición!<br /> <br /> Lo ví triste a mi nieto volver de la cancha y me nubló el corazón. A falta de otra cosa he pensado mucho en estos días. ¿Por qué nos enloquecían las gambetas del loco Bernao en el rojo del ´60, o los goles a la carrera del Chirola Yazalde, o los despejes endiablados del chivo Pavoni? ¿Por qué?<br /> <br /> Porque adelante estaba uno de los mejores 3 de la historia, Marzolini. Para hacerle un gol a racing había que superar a Perfumo, o vencer a Roma, a Carrizo, a Buttice. ¿Por qué queríamos tanto a Santoro? Y bien, no era fácil atajarle un balinazo al Gringo Scotta, y así hasta el infinito.<br /> <br /> Adoraba a Independiente por la calidad de sus rivales. ¿Quién no quería ver jugar a Ermindo Onega? O ganarle al equipo de José? O ver surcar la línea como lo hacía el loco Houseman? EL fútbol no es sólo un deporte en equipo, lo es en plural, de equipos. Sólo alcanzamos la gloria si superamos a oponentes de la misma talla.<br /> <br /> Y obtener el reconocimiento masivo era el logro máximo de cualquier futbolista.<br /> <br /> Bochini siempre contó que su hazaña más grande fue el 2-2 contra Talleres, en Córdoba. Y lo que más lo marcó fue que dieron la vuelta olímpica aplaudidos por todo el estadio.<br /> <br /> Pero hace rato andamos mal. Me dí cuenta un día cuando en Avellaneda en vez de deleitarnos con las gambetas de Gustavito Lopez la tribuna se dedicaba a recordarles el origen paraguayo de muchos simpatizantes de Boca. Lo miré a mi hijo y le dije;<br /> <br /> NO, es una canallada, no hay que cantar esto. Si el jugador más grande de la historia de Independiente es paraguayo, precisamente. Por nuestras gramillas han pasado de todos los países. Jugadorazos.<br /> <br /> El racismo estupidiza. Trastoca las ideas y anochece el alma.<br /> <br /> 1957, han pasado 23 años de aquella tarde en Avellaneda. En Madrid, un argentino, Alfredo Di Stéfano, cumplía uno de sus sueños más preciados, convertir un gol haciendo el escorpión. Cuando le preguntaron cómo había inventado la destreza, La Saeta Rubia aclaró que la suya era una copia, que el original había sido guaraní.<br /> <br /> Un paraguayo hecho de mimbre, el saltarín, el hombre de goma, el genial Arsenio Erico había sido el creador del gesto mágico. Pero lo que siempre asombró a Erico fue el sostenido y espontáneo aplauso de la hinchada boquense. Y el admirador que lo imitó en España era de River.<br /> <br /> Se dan cuenta ahora. ¿Entienden para dónde voy? No pueden robarnos el escorpión, ni la chilena, ni el caño, ni el gol olímpico, ni al Piraña Sarlanga de Boca, ni al Charro Moreno de River, ni a Vicente de la Mata, ni a Fillol, ni al Chango Cárdenas, ni a… no alcanzarían mil páginas. Felizmente.<br /> <br /> Ya sé. Hay otras prioridades, en el país. Hay otras prioridades.<br /> <br /> Pero hoy déjenme soltar una lágrima por el fútbol. El verdadero.<br /> <br /> El de nuestros padres, el de mi adolescencia y el de mis nietos.<br /> <br /> No van a poder. No lo van a poder robar.<br /> <br /> El escorpión los va a picar a estos ladrones de ilusiones, ya van a ver.<br /> <br /> Y va a ser un golazo.<br /> <br /> De emboquillada.<br /> <br /> Seguro.<br /> <br /> Por Oscar Dinova<br /> Escritor (odinova@speedy.com.ar)

El robo del escorpión (Llanto por el fútbol)

12 de Agosto de 1934. Tarde de fútbol para romper la medianía del cielo gris y la melancolía traicionera de las tardecitas domingueras. Viej...

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Gracias, Camerún

<em>Eduardo Saccheri es otro de los <a href="http://lacalderadeldiablo.blogspot.com/2010/06/cerrado-por-futbol-o-la-pasion-por-el.html">escritores ligados a la pelota</a>. Hincha de Independiente, el autor de la novela que dio origen a El secreto de sus ojos y una gran cantidad de cuentos que tienen al fútbol como tema, escribe una columna para el diario El Mundo de España.</em><br /><br /><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5484939646617363906" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkkT2g9equfYO_3IzSZ61DGSZ6eyYrRYWhVmJamBKcexDBgjXB2SvstAPubPlyih6LJburYSpRs3lQIypXU84yptXOm7dpYwcTUjbgh0xDmkrPgDMjaMZMuMC6ihmsH3gD44_vuEjc3fzm/s400/camerun_470x166.jpg" style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 141px; CURSOR: hand" />Aunque respeto profundamente a los que piensan distinto que yo, soy un convencido de que, en el fútbol, las formas son tan importantes como el fondo. Por eso, voy a dedicar esta columna a homenajear a la selección nacional de Camerún. El sábado se convirtió en el primer equipo en quedar sentenciado a volverse a casa. Pero antes de irse, antes de que Eto’o y los suyos abandonaran el césped con los ojos bajos, nos regalaron uno de los partidos más lindos que se llevan jugados en este Mundial de Sudáfrica (bastante mezquino, hasta ahora, en materia de estética y fútbol bien jugado). <p>Sé que no soy objetivo en este juicio de valor. Después de todo… ¿alguien lo es?. Tengo debilidad por Camerún. Esos tipos de camiseta verde me generan muchísima admiración y cariño. </p><p>Ese afecto profundo no me viene de ayer ni de hoy, sino que se remonta a veinte años atrás. En Italia 90, cuando los jugadores que perdieron con Dinamarca eran chicos o no habían nacido, Roger Milla y los suyos me hicieron pasar una de las tardes más gloriosas de las que me deparó alguna vez un campeonato del mundo. </p><p>En ese mundial Camerún había avanzado a fuerza de asombros. Arrancó ganándole a Argentina –el campeón- en el partido inaugural y después a Rumania, y clasificó primero en su grupo. En octavos despachó a Colombia (en ese partido, el arquero colombiano Higuita no tuvo mejor idea que tratar de gambetear, fuera de su área, al viejo Milla, que con sus 38 años a cuestas le birló el balón y el pasaje a cuartos). </p><p>El partido al que me refiero fue el de cuartos de final, contra Inglaterra, que tenía un equipo verdaderamente de novela. Inglaterra empezó ganando, hasta que Camerún empezó a jugar como Camerún. Pelota al piso, velocidad, toques precisos. Y sobre todo: una emocionante y encarnizada convicción de que el partido se gana en el arco de enfrente. Por un largo rato el milagro pareció posible. Camerún empató y pasó al frente en el marcador. Inglaterra recién pudo empatar faltando siete minutos para el final del partido. En el alargue, facturaron los ingleses y terminó la historia. Eso sí: Camerún dio una vuelta olímpica simbólica al final del partido. Por primera vez, un equipo africano había estado entre los mejores ocho equipos de la copa del mundo. </p><p>Hoy, veinte años después, Camerún se va de otro mundial con mucha menos gloria. Dos partidos jugados, dos partidos perdidos. Y sin embargo, lo que me hicieron disfrutar esos tipos mientras cascoteaban el rancho de Dinamarca, no tiene nombre. Por eso me acordé de los cuartos de final de Italia 90. Los vi como entonces: veloces, potentes, virtuosos. Y también inocentes en la marca, egoístas en la resolución, pendencieros entre ellos en el reclamo, distraídos en los relevos, inconstantes en la táctica. Cometieron cientos de errores. Equivocaron definiciones imposibles. Se resbalaron en jugadas definitorias. Pero siempre me dieron la sensación de que merecían otra suerte. Y de que jugar como juegan los hace felices. </p><p>Por supuesto que los puristas del análisis o los fundamentalistas del resultado me dirán que soy un idiota, porque Camerún se vuelve a casa y Dinamarca (cuidado, que los de blanco no jugaron nada mal) tiene chances de seguir adelante. Y es verdad, tanto que soy un idiota como que Camerún se va a casita. Pero por eso empecé diciendo lo de las formas. Hay modos y modos de irse, como hay modos y modos de durar. Y Camerún tiene un modo dignísimo de irse: insolente, veloz, vistoso y de pelota bien jugada. Y hasta para equivocarse los tipos tienen estilo. Porque con frecuencia caen en la tentación de convertir el gol de su vida (la suya y la de sus hijos y la de sus nietos), y encaran hacia el arco rival, o disparan desde ángulos inconvenientes, o le niegan el pase a un compañero mejor ubicado. Después, bien pueden desentenderse de lo que pasa en el campo de juego, mientras se obstinan en mirarse con mala cara unos a otros, o en reprocharse con ampulosas gesticulaciones semejantes egoísmos. Y que el contragolpe danés lo detenga Mengano o el buen Dios. </p><p>Pero así son. Así lo sienten. Y cuando les vuelva a caer la pelota en los pies, allí irá Camerún. A romper el arco de enfrente, alternando buenas con malas y virtuosismos con chambonadas.</p><p>Japón les ganó. Dinamarca les ganó. No me va ni me viene. Ninguno de los dos irá muy lejos en este campeonato. Yo le doy las gracias a Camerún, por lo lindo que hicieron lo que les tocó hacer. Si me dieran a elegir compañeros para un picado en el potrero, no tengo dudas: a mí, dame a los de verde. </p><p>Eduardo Sacheri<br />Diario <a href="http://www.elmundo.es/blogs/deportes/secretosudafrica/2010/06/20/gracias-camerun.html">El Mundo</a>, domingo 20 de junio de 2010</p>

Gracias, Camerún

Eduardo Saccheri es otro de los escritores ligados a la pelota . Hincha de Independiente, el autor de la novela que dio origen a El secreto ...

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