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Aunque jugó de blanco, Independiente fue pura bronca contra un arbitraje qué desde antes de jugar se sabía polémico. Fue empate 2 a 2 ante Barracas con dos goles de Matías Giménez.

El Rojo vestido de blanco visitaba el Ducó por segunda vez en un mes, tras el fallido encuentro ante el dueño de casa, Huracán, ahora frente al inquilino que es Barracas Central. Tevez sorprendió con la formación, incluyendo cuatro cambios respecto al equipo que derrotó a Argentinos tres días atrás, con Buffarini y Giménez desde el inicio. 

Lo que a priori aparecía como un partido durisimo para Independiente se abrió de golpe a los 15 minutos del primer tiempo cuando presionó sobre la salida del local y Matías Giménez inclinó el cuerpo y clavó un remate al arco. Aparecían buenas conexiones entre Marcone y Neves, y Saltita manejaba el medio. Fue un suspiro, porque se vio poco fútbol en Parque Patricios. 

De pronto la cuestionada designación de Dóvalo como árbitro y Lobo Medina en el VAR confirmaron las sospechas porque una durísima entrada de Domínguez a Marcone, que debió ser expulsión para el delantero local, solo fue amarilla y el juez ni siquiera fue llamado para revisarla. Pocos minutos después, Aguilar salió a marcar lejos y regaló un tiro libre a dos metros del área que Rosané mandó al ángulo para empatar. Y sobre la hora, Domínguez, que tenía que estar viendo el partido por TV desde el vestuario, puso el segundo del Guapo tras una gran jugada colectiva y una floja defensa del Rojo. 

Más allá del arbitraje, Barracas jugaba bien e Independiente estaba en una mala noche. Para el segundo tiempo Tevez dejó de lado la idea de la rotación y mandó a la cancha tres cambios rápidos. Del pie de Mancuello salió un centro preciso qué Giménez conectó de cabeza para comprometer al técnico en la elección de los delanteros. 

Con el correr de los minutos el Diablo pareció conformarse con el empate y la posibilidad de pelear por más. La bronca y la polémica aún seguía. 

Emiliano Penelas

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