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En un duelo de necesitados, disoputado a ver quién lo jugaba peor, Independiente se quedó con los tres puntos ante Huracán porque tuvo en Cauteruccio la pizca goleadora. Sufriendo en el final, el Rojo festejó ante un rival directo en el fondo de la tabla.


Se jugó mal, se jugó con nervios y con imprecisiones. Se jugó sin ideas, pero con lucha, y se festejó con desahogo porque había que ganar y se ganó. A veces las finales son así, pero lo importante era la victoria

Un solo tiro al arco en el primer tiempo le alcanzó al Rojo para doblegar a un Huracán qué viene tan mal como él, y llegó a Avellaneda con técnico interino. Fue tan floja esa primera parte, tab deslucida, qué hubo que esperar hasta el minuto 41 para que aparezca Cauteruccio y marque el único gol, celebrado con el suspenso del VAR, que desmintió el offside cobrado por Rapallini. 

En el segundo tiempo se vio una leve mejoría del equipo de Zielisnki, quizás por una charla en el vestuario, quizás también por la mínima ventaja conseguida, también por la obligación del rival por salir un poco más. Hubo más roce y más fuerza, sobre todo en el medio campo. 

Ya de inicio, el Rojo convertía otro gol, pero esta vez estuvo bien anulado. Rapallini falló cortando un par de avances y aunque no llegó a crear demasiado peligro, Independiente terminó justificando la victoria pese a que el Globo, qué tiene muy poco, consiguió complicarlo para terminar sufriendo, como la final que era.

Emiliano Penelas 

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