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El gol de Lucas Romero le alcanzó a Independiente para imponerse ante Talleres. El Rojo jugó un buen primer tiempo pero se replegó y bajó en su juego en el segundo. Sufriendo, con esfuerzo y una gran actuación de los volantes centrales y el arquero, se quedó con los tres puntos en Avellaneda.


Ganó Independiente, se festejó, se saltó contra el frío y la malaria de los últimos meses. No fue una victoria lucida, se sufrió de más, pero no tiene mucho más que ofrecer este equipo que apenas completa el banco de suplentes, y aún espera refuerzos. 

El Rojo jugó un buen primer tiempo en el que manejó la pelota, generó juego y tuvo situaciones para lastimar hasta que llegó el gol. Había avisado Lucas Romero con un remate suave por sobre el arquero que le sacaron en la línea, y después capturó un rebote a la salida de un córner y la puso abajo, contra un palo, para gritar el 1 a 0. 

En esos 45 minutos iniciales se vio una intención de armar sociedades en ofensiva, con otro buen partido del Perro Romero, nuevamente jugando más adelantado y llegando a generar peligro, y hasta el gol del triunfo. La dupla con Poblete funcionó como ante San Lorenzo, pero le sumó una laboriosa noche del llegado de Ucrania, que manejó la pelota con criterio y fue certero en la distribución. 

Y fue Poblete quizás el único que salvó la nota en un segundo tiempo en el que en vez de salir a liquidarlo como se esperaba el equipo se replegó, le cedió la pelota y la ofensiva a Talleres y sufrió, convirtiendo en otra figura a Milton Álvarez. Salió Leandro Fernández, que había mostrado mucha actividad, y se resignó a salir e contra sin acertar ninguna. 

Dejó pasar los minutos sin demasiado aporte de los relevos, y se limitó a esperar que el rival no le hiciera daño. La victoria sirve, suma y ayuda. Habrá que saber sostenerla con más juego.

Emiliano Penelas

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