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Independiente, que casi no puede completar el banco de suplentes, jugó muy mal ante Argentinos en La Paternal y cayó 2 a 1. Benegas lo empató sobre el final del primer tiempo, pero fue solo una ilusión. El Rojo, vestido de blanco, dejó una imagen deslucida.


Eduardo Domínguez tuvo a su lado sentados a dos arqueros, dos jugadores experimentados y cuatro juveniles, dos de ellos que ni siquiera debutaron en Primera, uno de ellos concentraba por primera vez, y de los dos restantes uno jugó un par de minutos y el otro apenas hizo sus primeras armas. Con algunas bajas por lesión y causas de fuerza mayor, quedó en evidencia que Independiente no tiene plantel ni siquiera para completar un banco de suplentes.

Desde ese análisis podemos criticar el juego, remarcar que jamás se vio la mano del entrenador para que haya jugadas combinadas, pases, romper esquemas o sorprender de alguna manera al rival que sea, más allá de si es un equipo armado o uno que pelea el descenso en Paraguay. No obstante, la falta de material con la que cuenta es inédita. 

Yendo al partido de esta noche, Argentinos por momentos le tocó la pelota por todos lados y no había reacción. No hubo rebeldía siquiera de los que saltaron a la cancha. El primer gol muestra que el rival puede tocar la pelota varias veces en nuestra propia área sin que haya una marca, una molestia, un hombre encima que dificulte las acciones. El bombazo de Nuss fue inatajable, pero en la acción previa no hubo reacción de ningún tipo.

Benegas, parado abajo del arco, pudo empujar la pelota al gol tras un corner peinado por Barreto. La ilusión de irse al vestuario empatando fue sólo eso. El ingreso de Laso y Cazares, por el lesionado Soñora, fueron los únicos cambios del partido para el Rojo, y tampoco pasó mucho más. Pronto llegó el segundo del Bicho, que estuvo más cerca del tercero que Independiente de un nuevo empate. 

Leandro Fernández entró en el lío de siempre, Benegas esperaba solo que le llegara algún pelotazo, Cazares trataba de jugar algo, mientras pasaban los minutos y los nervios que llegaban con tarjetas amarillas. Una derrota preocupante, en muchos sentidos. 

Emiliano Penelas

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