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Independiente fue goleado 3 a 0 por Rosario Central, hasta hoy último de la zona. El Rojo perdía desde el primer minuto y nunca entró en juego, totalmente desorientado, sin patrón y sin dar señales de recuperación. El equipo se despidió de la Copa de la Liga y entra en horas decisivas para Domínguez.


Insostenible este presente de Independiente. Inmirable el equipo, preocupante lo que pasa dentro y fuera de la cancha. La situación no da para más, y probablemente estemos cerca de ver saltar un nuevo entrenador como fusible. 

Central empezó ganándolo desde el vestuario. Laso dominó mal, Marco Ruben anticipó a Barreto y al minuto llegaba el primero del Canalla. Luego intentó algo más Independiente, que conseguía lo mejor por la izquierda pero no le alcanzaba para mucho más. 

Como venimos viendo, el Rojo movía la pelota con paciencia pero sin ninguna profundidad. Abría la cancha, realizaba cambios de frente, avanzaba por las bandas, toda una oda al fútbol sin arcos y sin pisar el área. Algo de Pozzo, un poquito de Soñora, no más.

Para el segundo tiempo vimos menos de lo mismo. Toques intrascendentes hasta que llegó una avalancha de cambios. Domínguez, perdido con el once inicial, esta vez tampoco acertó en las modificaciones y al meter cuatro juntas desarmó lo poco que podía sostenerse entero un equipo. Para colmo, los dos que metió Somoza convirtieron en dos minutos para liquidar el juego. 

Primero fue el ex Independiente, Julián Velázquez, de taco, y luego tras sacar del medio Walter Montoya, quienes sentenciaron todo. Luego, siguió el desconcierto total, la expulsión de Insaurralde sobre la hora, y nada que mostrar. La derrota deja al equipo afuera de la pelea por la Copa de la Liga, y hay que ver qué pasará con el futuro de Eduardo Domínguez, que tendrá su continuidad condicionada a lo que suceda en la Sudamericana.

Emiliano Penelas

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