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En el debut de Falcioni al frente de Independiente, el equipo mostró una pálida imagen y cayó 1 a 0 ante Lanús, jugando un segundo tiempo directamente para el olvido. Mucho por trabajar para el nuevo técnico. 


Ya no es el esquema, ya no es el entrenador, ya no es la forma ni los once que entran al campo de juego el problema de Independiente. La cosa va mucho más allá de los jugadores o los nombres propios con los que se forma el equipo. Hay un tema estructural que preocupa y hace pensar en cómo puede jugar alguien que deambula la cancha como si caminara por avenida Corrientes en vez de disputar un balón o de cuestiones conceptuales que hacen a criterios de cómo marcar, defender una posición o presionar al rival. 

El debut de Falcioni quedará para el olvido, como ese segundo tiempo sin pisar el área de Lanús. Pero también es el entrenador quien deberá revisar lo hecho en los inexplicables cinco cambios, o en pensar a Domingo Blanco como número 5 ante la ausencia de Lucas Romero, y cómo es posible que Pablo Hernández siga teniendo oportunidades en la formación inicial.

Muy poco de todos, incluso de Alan Velasco, nuevamente estancado en la cancha en vez de poder manejarse con libertad, y siendo reemplazado sobre el final. Sosa, con un par de intervenciones, fue lo único destacado de un panorama oscuro. 

Emiliano Penelas

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