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El volante vivió una fecha especial en su regreso a La Bombonera. Silbado por el público local, era de lo mejor de Independiente hasta que se hizo expulsar en una jugada innecesaria. Si recibe más de dos fechas de suspensión, se perderá nuevamente el Clásico de Avellaneda.


No hay caso, no aprende más Pablo Pérez. Su temperamento, mal entendido, lo condiciona, le hace "soltarle la cadena" en el momento menos oportuno y cuando no hay ninguna necesidad. Es cierto que seguramente había una carga emocional en el volante, que volvía a jugar contra su ex equipo en la Bombonera, y la recepción de los hinchas de Boca no fue la mejor, pero se supone que el volante tiene la experiencia necesaria para sobreponerse.

Cada vez que tocaba la pelota una silbatina lo acompañaba, pero así y todo era de lo mejor del Rojo, con actitud y con algunos tiros que en el primer y segundo tiempo podrían haber abierto el marcador para los de Pusineri.


Sin embargo, cuando el Rojo jugaba con un hombre de más y merecía ponerse en ventaja, fue con un planchazo descomunal e inentendible sobre el tobillo de un rival, y fue expulsado inmediatamente. Su reacción intempestiva sin dudas le deparará represalias también de los hinchas de Independiente, si es que vuelve a jugar en el Libertadores de América.

Por lo pronto, el jugador se perderá el partido ante Rosario Central de la próxima semana, y en caso de recibir más de una fecha, nuevamente estará afuera del clásico ante racing.

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