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El Rojo lo ganaba 2 a 1 con goles de Benítez y Gigliotti, pero el Lobo se lo empató en el último minuto. Independiente jugó con uno menos por la expulsión de Figal a los 20' del primer tiempo. 



Le cuesta mucho a Independiente jugar en su casa. Y se complica solo por momentos. Del equipo que brilló en Brasil o el que se impuso en Rosario poco se ve por Avellaneda. Los nervios, la presión o vaya a saber qué, hacen que el funcionamiento del equipo cambie drásticamente.

Pero hoy hubo dos momentos claves en los que el partido se creía controlado y no fue así. El tempranero gol de Martín Benítez presagiaba una tarde tranquila, pero poco después una pelota perdida, un hombre de Gimnasia que se mete en el área mano a mano y Figal que lo toma del hombro y le comete penal. Trucco amonestó al defensor Rojo, pero inmediatamente reconsideró su decisión y lo expulsó considerando que Figal era el último hombre y no tuvo intención de disputar la pelota. El Lobo empató y el partido caería en una meseta para el Rojo.

La visita, que venía de 6 partidos perdidos y sin entrenador, empiojó el encuentro haciéndolo a su medida: trabado en el medio, sucio, demorando cada pelota y presionando a los que podían generar juego en el Rojo. Más con amor propio que fútbol, los de Holan avanzaron en el terreno y empezaron a inquietar. A 10' del final apareció Gigliotti, indispensable entre los titulares, y puso el 2 a 1.

Sin argumentos y perdiendo la estrategia del Lobo no tenía sustento y se vio obligado a salir. Ahí pudo sumar uno más Independiente, pero otra vez una distracción derivó el nuevo empate cuando quedaba un minuto de juego. Un baldazo de agua fría para el Rojo, que deberá buscar la clasificación a la próxima Libertadores jugándosela en Santa Fe ante Unión.

Emiliano Penelas

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