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Entre los hinchas se señala a los jugadores por desgastar entrenadores, pero la renovación también se da en el equipo.

Si una mentira repetida suele instalarse como una gran verdad, los hinchas de Independiente, o varios de ellos, quedaron atrapados bajo ese engaño, con una frase que suena, cuanto menos, un tanto injusta. Se dice en las tribunas del estadio Libertadores de América, cada día con más fuerza, que "estos jugadores no paran de comerse entrenadores", en lo que vendría a ser un análisis simplista y desproporcionado del desencantado andar de los Rojos en los últimos años, pero sobre todo una gran falacia. Porque aunque los futbolistas tienen una gran responsabilidad, los grupos de trabajo, con los cinco entrenadores que gobernaron durante el último trienio, han cambiado de manera constante y muchas veces profunda. Es cierto que los entrenadores no supieron revertir un presente desfavorable, pero también es verdad que el plantel del equipo fue muy volátil, con migraciones constantes.

Del grupo de Omar De Felippe, conformado en enero de 2014, sólo sobreviven tres jugadores, Martín Benítez, Nicolás Figal y Néstor Breitenbruch. En números comparativos, esos futbolistas, de los cuales dos recién daban sus primeros pasos, apenas representan el 10% del plantel actual. Independiente se preparaba para el segundo semestre en la B Nacional y el actual entrenador de Vélez, que había asumido en la quinta fecha de la primera rueda, armaba un equipo que meses más tarde regresaría a la máxima categoría, momento en el que, empujado por algunos directivos que todavía caminan por los pasillos de la sede, elegiría dar un paso al costado.

Su lugar fue ocupado por Jorge Almirón, que llegaba luego de haber hecho una sorprendente campaña en Godoy Cruz de Mendoza. Para la última parte de ese año, a Figal, Breitenbruch y Benítez, tomando en cuenta los que todavía están, se sumaría Víctor Cuesta, que había jugado para Huracán en el famoso desempate en La Plata, en lo que implica un 14%.

En el segundo torneo dirigido por Almirón, el campeonato 2015, la cifra subiría a nueve, entre los cuales se incluyen futbolistas que tuvieron muy poco rodaje. Gustavo Toledo, Nicolás Tagliafico, Diego Rodríguez Berrini, Julián Vitale -de las inferiores, recién debutaría en mayo- y Lucas Albertengo se agregaron a esa lista. Nueve, tan sólo, de un nutrido plantel, lo que implica un 32% de continuidad, muy poco como para darle entidad al motivo capital que eligen los hinchas para explicar los malos resultados. Sin contar que Breitenbruch y Vitale, que sumaban sus primeros partidos, estuvieron más tiempo afuera que adentro de la cancha. Almirón, rechazado por los hinchas, se fue tras una serie de malos resultados.

Mauricio Pellegrino, que estaba sin trabajo tras haber sido despedido de Estudiantes, fue presentado en Independiente el 10 de junio de 2015. Del grupo que dejó Almirón, para ese semestre, y una vez más tomando en cuenta a los que aún están, llegaría Diego Vera, que por estas horas planea irse de los Rojos. Para su segundo torneo, jugado durante la primera parte de 2016, Martín Campaña, Emiliano Rigoni, Germán Denis y Leandro Fernández -en agosto se rompería los ligamentos de su rodilla derecha- fueron contratados por la institución que encabeza Hugo Moyano. Ahí ya se hablaba de la responsabilidad de los jugadores, pero, así y todo, apenas el 50% todavía está en el club, lo que refleja un recambio cuanto menos considerable.

Tras la salida de Pellegrino, fue el turno de Gabriel Milito, quien despertó muchas expectativas. Pero lo suyo fue un gran chasco. El ex Barcelona, que se hizo cargo del plantel a mediados del año pasado, no supo cómo resolver los problemas y los resultados quedaron a la vista. La similitud entre ese plantel y este de Holan tiene sentido por la estrecha distancia temporal: entre el arribo de uno y otro sólo pasaron siete meses. El porcentaje de similitud, en este caso, es del 78%. Pero el proceso de Milito registra un asterisco particular: el ex DT de Estudiantes utilizó 13 jugadores que no estuvieron con Almirón y varios de sus refuerzos tuvieron pocos minutos. A los jugadores que ya estaban, se agregaron Gonzalo Rehak, Damián Albil, Fabricio Bustos, Maximiliano Meza, Damián Martínez, Domingo Blanco, Juan Manuel Sánchez Miño y Ezequiel Barco -la joya que llevó Jorge Griffa a las inferiores-. Muchos de ellos son alternativas.

Milito renunció a su cargo el 17 de diciembre del año pasado, luego de perder como local ante Banfield. Pocos días después sería contratado Holan. De su plantel sólo quedan tres sobrevivientes del que se conformó en enero de 2014. La cifra, con las temporadas, fue creciendo, pero nunca como para darle crédito real a esa frase que, de tanto repetirse, pretende instalarse en las tribunas como una gran verdad revelada.

Jonathan Wiktor
Diario La Nación, miércoles 1 de febrero de 2017

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