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"Fue un tremendo error celebrarla en Estados Unidos", dijo.
 


BOSTON.- En la puerta del hotel Revere, nadie tiene demasiado en claro que aquí hay un seleccionado y bastante menos que se está desarrollando la Copa América Centenario. A Rolando López, el presidente de la Federación de fútbol de Bolivia y tesorero de Conmebol , le cambia el semblante y le hierve la sangre cuando se lo consulta por la cuestión. Pero no cambia ni el tono de la voz ni tampoco es más ampuloso en sus gestos. Simplemente intercepta a su interlocutor y su mirada se vuelve profunda: "Fue un tremendo error celebrar la Copa Centenario en los Estados Unidos".

López es psicólogo y quizá eso lo ayude a mantener el balance. Porque la organización del torneo no le facilitó las cosas. Los gastos para la logística de esta competencia son muy elevados y afrontarlos no es sencillo. Bolivia tuvo que pagar más de 10.000 dólares en concepto de exceso de equipaje en el vuelo entre Kansas y Orlando, donde comenzó a participar en esta competencia; o abonar 4000 dólares por día el alquiler de la cancha para entrenarse en el ESPN Way, en Orlando. Después deberá ir hacia Seattle y tendrá que desembolsar la misma o más cantidad. Por eso López, integrante de la nueva configuración del fútbol sudamericano, es directo en su mensaje.

-Es una Copa América muy especial, en la que no hay tanto clima de fútbol.
-Lo recalco de manera enfática: me parece que fue un tremendo error celebrar la Copa Centenario en los Estados Unidos. Es una Copa desabrida, insulsa, no tiene ni la chispa ni la pasión del fútbol sudamericano. Por lo tanto, celebrar aquí un torneo tan querido para nosotros me parece un error. No se respira fútbol en los Estados Unidos. En la jornada inaugural, si no hubiera sido que Colombia llenó el estadio, habría sido espantoso. Esa es la evaluación que hicimos todos los dirigentes. No fue una determinación nuestra. Asumimos esta determinación de otra gestión en la Conmebol.

-¿Otros dirigentes sudamericanos piensan como usted?
-Todos piensan igual. Interactuamos con todos los presidentes. Tenemos un grupo en el chat, nos vemos a cada paso. Sentimos que esta Copa no nos pertenece, cuando es todo lo contrario. Somos coorganizadores junto con la Concacaf y en muchos aspectos nos hacen sentir visitantes. No hay el ambiente propicio para una Copa Centenario. Estuvimos en Orlando y no advertimos esa pasión y acá en Boston es igual, no se ve nada.

-¿Pensaron en algún momento en cambiar la sede?
-No pudimos rescatarla. Es duro decirlo, pero la verdad es que a la Copa Centenario la secuestraron. El fin fue netamente económico. Pensaron en ver cuánto dinero más se podía ganar. Acá había un negocio y necesitaban consolidarlo. Pero ahora hay una Conmebol nueva, con dirigentes nuevos para el fútbol sudamericano. Y esto tiene que servir como experiencia, no llevar nuestros torneos solamente detrás de las pretensiones económicas. Porque finalmente, ni siquiera resultó beneficiosa esta competencia para nosotros. La mayor tajada se la van a llevar otros. Y las asociaciones y las federaciones son las que deben ser los principales beneficiados. Podemos hablar de cifras porque yo soy el tesorero de la Conmebol. Cada federación recibió 3.750.000 dólares, no es nada. Y operativamente nadie pensó las cosas. Nosotros debimos jugar en Washington porque la comunidad boliviana allí es muy grande y también la chilena, eso podía ayudar a la venta de tickets. Pero nos trajeron a jugar a Boston, donde a nadie le interesa la Copa. Acá se pensó en el gran negocio y nadie consideró a las federaciones.

- ¿Tiene un estimado de lo que implica la logística de un torneo así?
-Hicimos los cálculos respectivos y los vamos a dar a conocer cuando termine el torneo. Pero es mucho dinero, son muchos kilómetros de una punta de la otra del país. Sin duda que los gastos son enormes. Muchas cosas no han sido favorables. Por eso insisto en que el gran negocio que montaron no fue para las asociaciones. Hasta los lugares de entrenamiento y los estadios son muy lejanos, muy difíciles de acceder. Demasiadas complicaciones. No era bueno que esto le sucediese al fútbol sudamericano. Nunca más tenemos que hacer un ensayo con competencias de estas características.

-¿Todas las federaciones sufren estos inconvenientes?
-Los fastidios y las incomodidades sufridas son demasiadas. Esta no es una fiesta de fútbol como a las que estamos acostumbrados. Reconozco que la organización es muy buena, que es deslumbrante la infraestructura. Es verdad que esas cosas hay que empezar a admirarlas y copiarlas. Pero la verdad es que es muy pesado este modelo de torneo. Viajar cinco o seis horas de una ciudad a otra.

-Quizá perder la organización del Mundial 2022 ante Qatar le abrió esta chance e Estados Unidos.
- Es posible. Hay que entender que esto es un negocio, eso mueve mucho dinero, demasiados intereses.

-Después de tanto escándalo en el fútbol mundial, ¿tuvo que trabajar de más en la tesorería de Conmebol?
-Hay una determinación firme en la Conmebol de hacer una gestión transparente y generar un espacio de confianza. Es una institución que se vino a menos. Los escándalos de corrupción que han sacudido a la FIFA, a Conmebol y a Concacaf, nos dejaron una enseñanza grande. Tenemos que manejar la economía del fútbol sudamericano con la mayor seguridad y transparencia. No podemos equivocarnos y la Conmebol está totalmente comprometida en ese sentido.

La improvisación también forma parte del escenario de este torneo
Resulta increíble que en el país en el que todo está automatizado y la previsión es un sello de distinción, pueda verse a siete personas sosteniendo una pesada manguera para regar el campo de juego. Sí, a menos de una hora del comienzo del encuentro entre Chile y Bolivia, todavía trabajaban sobre el césped y sin un sistema de riego en el Gillette Stadium. Es que colocaron panes de grama natural hace menos de tres días sobre un suelo de pasto artificial? Por eso durante el juego, que Chile ganó 2-1 con un polémico penal en tiempo de descuento, se advirtió que el balón no corrió con naturalidad y el pique era algo extraño. Varios gestos de fastidio se advirtieron en Vidal o Alexis Sánchez. Y nada es casual en esta sede de la Copa América Centenario: en las afueras del estadio se veían empleados del estadio ploteando los ingresos. Todo demasiado intenso en esta sede, a la que posiblemente la Argentina tenga que venir a jugar su cruce de cuartos de final. No deja de sorprender tanta desprolijidad; antes del comienzo del partido, se supo que el plantel de Brasil, que jugará pasado mañana ante Perú en este estadio, tuvo que irse sin poder bañarse del entrenamiento en Harvard University, ya que no disponían de vestuarios habilitados?

Diego Morini
Diario La Nación, sábado 11 de junio de 2016

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