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A los 80 años, maestro en la formación de futbolistas, nunca separa la cuestión deportiva de la social; "Hay que enseñarles a ganar, pero sin exigirles que ganen", dice.


Jorge Griffa está feliz porque ya puede ponerse en cuclillas después de haberse operado la rodilla derecha. Y es cierto. "¡¿Qué te pasa?!", le dice, casi a ras del pasto, a un juvenil de Independiente que quedó tendido después de un choque con un compañero, en el predio de Villa Dominico. "Me duele", escucha. La respuesta lo pone loco. "¡Levantate, carajo! ¡Qué te va a doler! Y si te duele, no lo demuestres". A los 80 años, así vive el fútbol uno de los maestros en la formación de jugadores, al frente el fútbol amateur de Independiente desde principios de año.

"Jugué mucho tiempo con los ligamentos rotos, casi desde los 21 años hasta los 36. En mis tiempos, esas operaciones eran mucho más complejas. Ya casi nadie quería contratarte después de una intervención así. Yo me ponía una especie de bandita debajo de la rodilla y trataba de no estirar la pierna del todo porque, cuando lo hacía, el dolor era insoportable. Después de los partidos tenía que hacer una buena recuperación: descanso y hielo", dice Griffa, que se lució con la captación y formación de talentos en Newell's y en Boca.

¿Usted cómo jugaba?
-Era un elemento importante. No entendía la palabra derrota. Siempre pensaba en ganar. Y ganar cuesta trabajo. Y ese trabajo se conjuga con una serie de factores: el cuidado personal, el esfuerzo, el sacrificio, estar en las mejores condiciones cada domingo? tratando de llegar a lo máximo, que es la primera.

Justo él, el hombre que pide llevar a los jóvenes poco a poco, se desesperaba cuando perdía. "La paciencia no llega sola, je". Tiene razón.

¿Está contento?
-Mucho. Porque estando en el deporte, sobre todo en el fútbol, que casi es mi vida, me siento satisfecho y agradecido a Dios, que me dio estas vivencias. No sólo haber jugado tanto tiempo, sino el desarrollo de la enseñanza en un plazo tan largo. Cuanto más largo, más experiencia. Y cuanta más experiencia, mejor la enseñanza y el perfeccionamiento de los más chicos.

¿Se les puede enseñar a ganar?
-A los chicos hay que enseñarles a ganar, pero sin exigirles que ganen. Hay que prepararlos para el éxito. Hay que darles los argumentos para que sean triunfadores: en lo técnico, en lo físico y en lo psíquico.

¿Son receptivos al mensaje?
-Hay un estilo distinto de aquel cuando empezamos en 1972. Se pensaba sólo en llegar a primera y se tenía a un lado la parte social. Nosotros tratamos de conjugarlas porque el chico no vive en una cancha de fútbol. Lo hace dentro de una sociedad con sus exigencias. Le intentamos mostrar que a mejor persona puede ser mejor jugador.

¿Discute mucho con los padres o los representantes?
-No tuve problemas con los padres, salvo algún caso excepcional. A alguno que me decía que quería que su hijo estuviera en los planos más importantes yo le decía lo mismo: que quería lo mejor para los hijos de todos. Entonces, no había discusión posible.

¿Cómo maneja las presiones?
-Les damos todos los argumentos para que lleguen al éxito sabiendo que no todos van a llegar. Pero van a salir de una etapa muy complicada. Antes de la maduración plena está la previa, que es la más peligrosa, en la que el chico puede tomar el camino incorrecto. Hay que mostrarle cuál es el jugador ideal: técnica y temperamento, fuerte y coordinado, velocidad física y mental, inteligente y psicológicamente equilibrado.

¿A quién considera un ideal?
-Habría que conocer mucho al individuo, pero en sus tiempos fueron Di Stéfano, Cruyff y otros.

¿Y de hoy?
-De alguna manera lo es Messi. Quizás, a lo mejor, todavía le falta un poquito más de maduración. Por eso son importantes las edades. De los 12 a los 14 empieza a pensar en la competencia. De los 14 a los 20 es una competencia mucha más profunda. Y luego está la etapa profesional, la competencia plena.

¿Los chicos confunden éxito con dinero?
-Se mezclaron bastante las cosas. Antes estaba el deseo ferviente de jugar en un club por el amor. Ahora cambió. No porque ellos quisieran hacerlo, sino porque la sociedad lo hizo. Hay que tratar, por lo menos, de emparejar los afectos con lo económico. Creo que las exigencias no son equivocadas, pero no hay que exagerar. Hay que tener conciencia de que la vida nos da la posibilidad de hacer un deporte. Habría que tomarlo como situación de salud, de estar en mejores condiciones, pero el aspecto económico empuja no sólo a los chicos, sino a la familia, los representantes, los clubes mismos. Y esa exigencia puede malograrlos.

¿Los problemas de la sociedad se reflejan en la cancha?
-No, por suerte, el deseo de jugar del chico se mantiene virgen. A veces lo confunde lo que lo rodea. El chico quiere jugar y está metido en el desarrollo de un mejor juego. Por eso, independientemente de la preparación futbolística, el primer objetivo, debe estar pegado la parte social. La serie de factores alrededor de su vida en sociedad jamás puede quedar a un costado. El camino equivocado es fácil de tomar. El correcto exige esfuerzo y sacrificio constantes.

¿Ve muchos problemas de alimentación?
-No vi un grave déficit alimenticio en los lugares a los que fuimos. Obviamente, el triángulo entre Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires tiene una situación de privilegio. Eso ayudó a los chicos para que pudieran dar mayores respuestas en el fútbol.

¿Cómo le gusta que jueguen los equipos?
-Que sean prácticos, simples. Que se los prepare para practicar un fútbol de cierta categoría. Ser simple atrás, no dar ventajas. Ser práctico en el medio campo y ser contundente en la delantera. Hay que encontrar, primero, los chicos; después, los muchachos, y más tarde los jugadores mayores.

¿Los chicos entienden el juego?
-Sí, y de entrada. No sólo están con las computadoras. Ver fútbol debe ser una exigencia para los chicos. De ahí provienen un montón de situaciones que después van a expresar.

¿Por qué hay algunos puestos en los que aparecen pocos jugadores?
-Cuando yo empecé con los juveniles era complicado encontrar delanteros. Venían todos defensores. Con el paso del tiempo veo que nos faltan defensores. Hay muchos delanteros. Cambió totalmente. Son modismos, formas del fútbol. Quizás eso del que hace goles vale más que el que los evita... Siempre digo que hay situaciones en las que hay que expresarse con conocimiento. No todos pueden ser delanteros ni todos pueden ser defensores. Hay características físicas dentro del fútbol los hacen ser más contundentes en la marca o más eficaces con la pelota. Hay que encontrar el puesto que le corresponde a cada chico para que sea un jugador eficaz.

¿Por qué dice que son educadores y docentes y no entrenadores?
-Porque creo que es una etapa previa a la de entrenadores. Hay una diferencia. A una edad se los preparara para ingresar de la mejor manera en el profesionalismo, que la mente esté metida a pleno, pero no pensando exclusivamente en lo futbolístico, sino también en la respuesta en la sociedad.

¿El secreto de la vigencia?
-Son situaciones que uno no provocó. Esto está en manos de Dios. Hasta que él diga basta y me diga: venga para acá, viejo, que ya hizo demasiado... A veces con aciertos y otras con errores.


Cómo se hizo de Independiente por la influencia del tío Carlitos
Pese al vínculo con Newell's, Griffa siente un afecto especial por el club en el que trabaja

Nunca sabrá si fue un guiño del destino o un mandato inconsciente que debía cumplir. Pocos saben que Jorge Griffa tenía un vínculo con Independiente, pero mejor que lo cuente él... "La verdad es que no tuve que pensar demasiado la propuesta. Estaba dando cursos en el interior y en el exterior, en México y en Chile, cuando me dijeron de venir al club. Del primero que me acordé fue de mi tío Carlitos, de mi Casilda natal. Él era de Independiente y de pibe me decía que yo tenía que ser de Independiente. Y lo fui por mi tío. No es un invento. Es una situación que viví y que me trajo presente al tío Carlitos".

En Newell's se van a poner celosos...
-En Newell's tengo muchos afectos. Y, bueno, ahora está Martino en la selección? otra alegría.

¿Con qué panorama se encontró en Independiente?
-Respecto del punto de referencia que tenía, no fue tan negativo como pensaba. Había cosas bien hechas y que había que continuarlas. Había otras para mejorar, pero no porque mi grupo de trabajo sea mejor, sino porque tengo muchos más años y profundización en lo que fallé que en lo que acerté.

¿Cuándo cree que se verá su mano en los juveniles?
-Siempre digo que lleva un tiempo. Pero no es la continuidad de una persona, sino del trabajo entre los que enseñan y los que reciben los conocimientos. A Independiente hay darle respuestas porque es el gran club que necesita resolver sus problemas. Lo irá haciendo, sobre todo, con la parte dirigencial, que tiene el compromiso y la responsabilidad mayor para componer la situación.

¿Cómo es Hugo Moyano?
-Genial. Pensé que iba a encontrarme con una persona mucho más distante. Pero no, al contrario, es una maravilla de tipo. Me llamó y pensé que iba a atenderme diez minutos, así nomás, y me tuvo como tres horas. También lo tenemos a Noray [Nakis], que fue el que me tentó para venir a Independiente.

¿Cómo es su semana?
-Vengo al predio casi todos los días. Estoy en contacto permanente con los técnicos, con los educadores y docentes. Porque no hay que dejar que el chico haga lo quiera, sino lo que exige el fútbol dentro de sus condiciones. Eso nos obliga a estar casi todo el día, más los cursos que doy. Hay que acortar el tiempo de espera de los dos grupos: el futbolístico y el de enseñanza con las experiencias propias.

¿Cada cuánto va a Rosario?
-Estoy un poco dejado. Voy a Rosario porque tengo mi casa. En Casilda tengo mi campo. Bah, en Arequito, mejor dicho, pero camino a Casilda. Tengo que ir al campo y hace bastante que no voy por las necesidades del fútbol. Pero soy un apasionado del campo. Me gustaría ver a mis amigos. Pero, a veces, la vida nos empuja a lugares impensados y a estar al margen de los afectos que uno tuvo desde chico. Pero bueno?.

-Le está dando el gusto al tío Carlitos...
-Es verdad, je...

En Rosario, dos discípulos de lujo: Martino y Bielsa
Entre los tantos que pasaron por su tutela, Jorge Griffa tuvo dos alumnos de lujo: Gerardo Martino y Marcelo Bielsa. "Martino es un tipo serio, concreto, lleno de inquietudes. Está en su mejor momento y en una situación privilegiada. Otro fue Bielsa. Uno estuvo pegado bastante tiempo por las situaciones del fútbol. Eso me hace pensar en positivo. No sólo hemos hecho algo jugando, sino también expresando experiencias. Uno trató de inculcarles todo lo que pudo sobre lo futbolístico y lo extrafutbolístico".

Francisco Schiavo
Diario La Nación, domingo 9 de agosto de 2015

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rojoREN dijo... 11 de agosto de 2015, 10:32 a.m.

muy buena nota para conocer aun mas a griffa, se duda mucho de sus procederes pero de que es un maestro no hay duda.